Cristina Fontsaré, Recuerdo algo
Sílvia Muñoz d’Imbert
Nacida en Barcelona, en 1970, Cristina Fontsaré muestra su trabajo fotográfico por primera vez en su ciudad natal, en el marco del Festival Miradas de Mujeres, después de haberlo presentado en el Espai Zero1 de Olot y en el Da2 de Salamanca, en 2011 y 2012.
Formada en Bellas Artes e Historia del Arte, en Bellas Artes se decanta por la especialización de escultura y trabaja en el ámbito de la escultura pública, realizando algunos proyectos. Este primer paso la lleva a descubrir su interés por el paisajismo, al darse cuenta de que se siente más atraída por el espacio en el cual se inscribe la obra, que por entender la escultura pública como un elemento ornamental y decorativo descontextualizado de su entorno.
El interés por el espacio la lleva a estudiar Paisajismo, estudios en los que utilizará de forma más continua la cámara fotográfica y la fotografía panorámica. Lo que había sido una herramienta para otros fines, el medio fotográfico, se convierte en el principal elemento con el que puede expresar aquello que necesita, un elemento al que se añade la llegada de las nuevas tecnologías, la fotografía digital que le permite adentrase en el trabajo post fotográfico.
En el año 2003-2004 realiza una primera serie de trabajos fotográficos “Territorios de simulación” en los que unos personajes flotan en medio de un paisaje que ha desaparecido, pero que reconocemos. A partir del 2006 empieza la serie de fotografías nocturnas que presenta en Barcelona. Fontsaré trabaja con aquello que tiene a su alrededor. Podemos decir que este proyecto, como la mayor parte de su obra, nace como un juego, lo inicia de forma intuitiva, después de dejarse llevar ante las circunstancias que la rodean y que sólo una vez iniciado, requiere un trabajo de conceptualización.
Se da cuenta de cómo cambian las cosas, por la noche, como se transforma la realidad durante esas horas. Utiliza la realidad como punto de partida, para crear otra realidad, una realidad simulada, que proviene de su imaginación.
Se interesa por la globalización del paisaje. ¿El paisaje tiene identidad? ¿Qué es lo típico de cada lugar? ¿Qué convierte en único, en diferenciable a un lugar? Todas las afueras son iguales, todas son intercambiables, no hay diferencia entre unas y otras?
Se centra en esas zonas intermedias, aquellos no-lugares de Marc Augé, entradas y salidas de ciudades y pueblos, territorios a medio camino entre la civilización y sus restos que han acabado convirtiéndose en iconos de nuestra sociedad, desde su omnipresencia en el cine, los medios de comunicación y la publicidad (las road movies, las películas de terror o los films de ciencia ficción, entre otras). En sus imágenes aparecen en medio de la oscuridad, carreteras, gasolineras, casas aisladas, coches abandonados, carteles, etc..
En cierta manera, continua trabajando con esculturas, objetos convertidos en monumentos, en este caso se trata de esculturas de luz que irrumpen en la soledad de parajes desangelados, mediante puntos de luz artificiales.
Cristina Fontsaré, A los ocho años
Este elemento melancólico, de representación de fin de época, de restos obsoletos ubicados en lugares solitarios, crea un vínculo entre su poética y la del romanticismo, como apunta en su texto José Gómez Isla, sus personajes rodeados de soledad, vacío y oscuridad, recuerdan aquellos otros personajes de Friedrich, pero también teje una serie de hilos con los artistas simbolistas de finales de siglo XIX y principios del XX cuando se consideraba que la tarea del creador era la de “trazar las correspondencias ocultas entre los elementos”, en la obra de Fontsaré habita el misterio y lo oculto, aquello imposible de adivinar o expresar.
A los ocho años, Recuerdo algo, Doble House, Vinieron por allí, No vengas conmigo, Sigo esperando, Monument, Dónde estás… son algunos de los títulos de esta serie, títulos que sirven de contrapunto, a manera de invitación para continuar un posible relato que siempre queda abierto. Sus fotografías, inquietantes, entre el vacío y el silencio, mantienen el tiempo en suspenso, los paisajes, la arquitectura y los personajes quedan congelados en un momento a la espera de un acontecimiento que no sabemos cuándo llegará.
A la caza de imágenes a partir de las cuales pueda trabajar, Cristina Fontsaré disfruta de sus rituales paseos nocturnos en los que busca encontrar aquel material que sea la chispa de una nueva imagen. Una vez hechas las fotografías, añade una capa de ficción-narración, crea una escenografía, desnuda la realidad de toda anécdota, la imagen deja de ser la instantánea documental de un lugar concreto para convertirse en la secuencia de una narración de reminiscencias fílmicas en las que domina un mundo onírico, imaginario… a medio camino entre la realidad y la vigilia.
Cristina Fontsaré, No te prometo un mundo maravilloso, Nau Ivanow, Hondures 28-30, Barcelona. Del 1 de marzo al 28 de abril del 2013.
Exposición incluida en el festival Mirades de Dones 2013.