Cuanto mayor es la amenaza del desmantelamiento del sistema de la cultura en nuestro país, tanto más se redobla el esfuerzo de quienes trabajamos en el sector del arte contemporáneo: en resistir y seguir consolidando estructuras y modos de trabajar que se evidencian demasiado frágiles; y por hacer hueco a las jóvenes generaciones, lanzando redes que alcancen a toda la sociedad. En el caso de las mujeres, los datos que está arrojando la actual crisis sobre la precariedad laboral feminizada, amenazan con expulsiones drásticas del sistema del arte, pues si en tiempo de bonanza nuestro medio cultural y artístico estaba a la cola en igualdad de oportunidades, como se recrea en el ensayo colectivo Mujeres en el sistema del arte en España –y han ido mostrando los sucesivos Informes del Observatorio de MAV, Mujeres en las Artes Visuales-, es de esperar que en esta época de recortes esté a la cabeza de la desigualdad en la supervivencia de sus profesionales.
Entre esos empeños de supervivencia y resistencia nace M, revista sobre arte y cultura visual desde la perspectiva de género. Porque detectamos que la interpretación crítica en las revistas existentes, salvo excepción, se comporta como esa dama trasnochada con los ojos vendados, dispuesta a repartir justicia sin reconocer las diferencias, ciega a la importancia de las imágenes para el reconocimiento de la imprescindible equidad entre los géneros e impasible ante el acceso restringido de discursos alternativos a los medios de producción, distribución y difusión. Y porque sabemos que la invisibilidad y el silencio son marcas de los procesos de exclusión, como se subraya en la conversación entre Roxana Popelka y la curadora mexicana Josefina Alcázar.
De aquí la importancia de publicitar a las artistas que protagonizan la apertura de temporada en las exposiciones presentadas por las galerías, aunque el pertinaz porcentaje del 20% de mujeres continue proyectando más sombras que luces en el Estado español.
Por fortuna, este número 1 de M coincide con un plantel excepcional de exposiciones únicas, hace mucho tiempo esperadas: por primera vez, en Genealogías feministas en el Estado español, 1960-2010 se aborda una revisión de medio siglo de arte feminista made in Spain, que queremos celebrar abriendo un debate que esperamos sea fructífero. También asistimos a la primera retrospectiva que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía dedica a una artista española: María Blanchard. Además, dada nuestra periodicidad bimensual, en este primer número de octubre y noviembre, mes que se inicia con el recuerdo a los difuntos y concluye con el día internacional de lucha contra la violencia de género, nos ocupamos de la relación entre el arte contemporáneo y la muerte, y de las principales exposiciones dedicadas a la agresión machista sobre las mujeres: las individuales de Regina José Galindo y de Teresa Serrano y el proyecto colectivo In-Out House, que viene a dar continuidad a importantes conmemoraciones en los últimos años, como las exposiciones Contraviolencias (2011) y Figuras de la exclusión (2012), mostrando que el arte contemporáneo producido y gestionado por mujeres en nuestro país está firmemente comprometido con la lucha contra esta lacra social.
Porque, como bien explca Marián López-Fernández Cao en la sección de teoría, partimos de un enfoque sistémico de género en la construcción de la persona creadora. Y no es que no nos preocupe la cuestión del reconocimiento artístico, investigada recientemente por Nuria Peist: reseñamos la biografía de Maruja Mallo, a cargo de Shirley Mangini y el catálogo razonado de María Blanchard. Además, queremos agradecer a Elena Asins la cesión de un texto sobre su proceso creativo. También damos cuenta en nuestra sección de eventos de la continuidad en la reflexión sobre arte y feminismo que han conseguido Xabier Arakis y Lourdes Méndez, quienes prolongan los anteriores debates y publicaciones en el CC Montehermoso ahora en La Alhóndiga en Bilbao, con el curso Perspectivas feministas en las producciones artísticas y las teorías del arte.
Cuando los recortes atenazan la programación de museos y centros hasta poner en riesgo su cierre, en el límite de la precariedad, pueden surgir nuevas oportunidades para quienes habitan en el borde. La imposibilidad de proponer nuevas producciones está obligando a una relectura de las colecciones, como la que se ha llevado a cabo del trabajo de la escultora Maribel Nazco en el TEA, que abre nuevos horizontes para la historiografía del arte contemporáneo canario.
Cada vez somos más quienes remamos en la misma dirección. Aquí y allí. Cristina García Rodero ha seleccionado fotografías de mujeres para su exposición por el Premio Internacional de Fotografía Ciudad de Alcobendas. La Casa Encendida celebra sus diez años de existencia con obra de la última década de Louise Bourgeois. Y Magda Bellotti ha decidido conmemorar el 30 aniversario de su galería con la obra de seis artistas (mujeres) que han disfrutado de una residencia en el Centro de Arte Contemporáneo de Ifitry, en Marruecos. El enfoque social impuesto en la Bienal de Arquitectura de Venecia ha propiciado la difusión internacional del proyecto Female Open Space Invaders/Ellas Filipinas de Marisa González, la primera artista española en este evento, que nos explica conversando con Menene Gras. Además, rendimos homenaje a la arquitecta y diseñadora Zaha Hadid.
Contra las inercias, aventuramos que La Espigadora de M seguirá teniendo trabajo en los próximos números de esta revista con vocación de resistencia.