Fina Sitjes
Roser Oduber no ha querido ofrecer en la sala de exposiciones del Casino de Manresa una exposición de carácter tradicional, mostrando su trayectoria. Ha preferido centrarse en dos series que la tienen plenamente cautivada en la actualidad, “D-ments” y “D-Liris”. La muestra contiene ideas tan interesantes como la socialización del arte mediante el traspaso de la obra del artista a otras personas. Estas series no pueden descontextualizarse de las características más importantes de su personalidad.
En primer lugar, su relación con la naturaleza. Roser Oduber tiene el privilegio de vivir encima de una vieja pedrera calcárea y en un horno caliza que ha restaurado y convertido en estudio y hogar. La influencia de este entorno es determinante en su obra. Mirar desde la ventana este paisaje le ha comportado quedar imbuida por él, siendo el origen de los pigmentos, los materiales y las superficies polvorientas obtenidas con técnicas ancestrales.
Y en este entorno tan natural vuelca también su clara vocación social. Lejos de los artistas que se alejan del compromiso con la sociedad, Roser Oduber entiende la práctica artística muy ligada a las problemáticas de su tiempo, comprometiéndose. Es así como debe entenderse que, a parte de vivienda y estudio, Oduber haya convertido esta pedrera caliza en el CACIS (Centro de Arte y Sostenibilidad El Forn de la Calç) dedicado a la investigación, producción y exhibición de proyectos de cultura y arte contemporáneos, en todas sus vertientes conceptuales y formales, un centro en el que, no por casualidad, conviven arte, cultura y pensamiento. CACIS trabaja con el objetivo de relacionar el arte, la ciencia y la arquitectura con la naturaleza. Fomentando el trabajo de investigación, a su reconocida categoría como creadora, acostumbrada a experimentar con materiales poco convencionales, Oduber añade la condición de directora de este centro tan alejado de la convencionalidad como de la ciudad urbana contemporánea occidental. A pesar de dedicar buena parte de su tiempo a la gestión del mismo, no ha dejado de crear nuevas series como las que ahora se exponen en el Casino. Roser Oduber crece para transformarse, mientras va tejiendo nuevos proyectos.
La puesta en marcha del Forn de la Calç comportó un cierto alejamiento de Roser Oduber de su propia obra: buscó una mirada más externa. Y se enfrentó a dos lenguajes que ella sentía como opuestos y divergentes para darse cuenta que, como si fueran hemisferios cerebrales, no existe la contradicción sino la complementariedad. Superadas las creencias que la figura humana iba tomando demasiado peso en su obra y que la materia le privaba de recuperar la figura, en “D-ments” consiguió una nueva síntesis entre figura y materia. El peso enorme de la mente domina todo el discurso de este ciclo y tiene el cerebro como icono-símbolo. Una nueva forma de abordar el eje motor del su mundo creativo: el ser humano y su enigma.
En la segunda de las series, “D-Liris”, su obra se extiende más allá del taller –el espacio artístico por excelencia- para invadir espacios naturales o bien arquitectónicos que en principio le son ajenos. Siguiendo con su vocación experimental, borrados los límites entre naturaleza y cultura y entre el artista aislado y el comprometido socialmente, “D-ments” y “D-Liris” nos hablan también de cuestionar otros límites, siguiendo el impulso artístico, arriesgándose hacia aquello desconocido para crecer en una obra que comporta grandes satisfacciones personales pero que también quiere implicarse socialmente.
Roser Oduber, – D_ments + D_Liris, Centre Cultural El Casino de Manresa, Passeig Pere III 27, Manresa, Barcelona. Del 7 de febrero al 1 de abril de 2013.