Dara Birnbaum, PM Magazine, 1982. Vista parcial de la instalación
MÍNIMA RESISTENCIA
Comisariada por el director del museo Manuel Borja-Villel, la jefa de Colecciones Rosario Peiró, más la colaboración de la comisaria Beatriz Herráez, esta exposición se enmarca en la ayuda de la Comunidad Europea al proyecto Los Usos del Arte de la red de museos europeos L’Internationale, formada por el Museo Reina Sofía junto a Moderna Galerija en Ljubljana, M HKA en Amberes, SALT en Estambul, VAM en Eindhoven y MACBA en Barcelona, y gracias a cuya colaboración se han sumado importantes préstamos a una exposición confeccionada básicamente con obras de los fondos del Museo Reina Sofía.
Compleja en su recorrido, laberíntica y muy desigual, Mínima resistencia se presenta como una alternativa a las presentaciones que en los últimos cinco años el Museo Reina Sofía viene ofreciendo de las últimas dos décadas del siglo XX. En esa secuencia, esta tercera revisión se extiende en realidad hasta la actualidad, ya que incluye algunas piezas recientes, y es la más historicista y política, al explorar las relaciones entre arte, sociedad y ciudadanía en el escenario del tardomodernismo, en una narrativa fragmentaria que destila, ante una panorámica histórica francamente pesimista, como única salida, la parodia cínica, subrayada por la videoinstalación de Fischli & Weiss que da título a esta exposición y que funciona como pivote en el centro del recorrido. De manera que las propuestas de los artistas, algunas muy críticas, quedan comprendidas entre las limitaciones del alcance de las micropolíticas sumergidas en el imperio de la globalización.
Marlene Dumas, Het kawaard is banaal, 1984 (izquierda) / Genetiese Heimwee, 1984 (derecha). Préstamo Van Abbemuseum
Esta tercera sala del Museo Reina Sofía sobre las últimas décadas es también en la que el sesgo de una perspectiva de género se hace más evidente. Si bien esta perpectiva no se ha impuesto de una manera integrada e integral, como sería deseable, sí es patente la gradual asimilación de las poéticas feministas en este museo. Pero todavía en el recorrido de esta exposición las obras de artistas mujeres no alcanzan un tercio de lo expuesto y es poco comprensible que varios de los trece capítulos no cuenten siquiera con el trabajo de ni una sola artista («La escuela es una fábrica», «De todos los colores», «Frente al fin de la historia»).
Cindy Sherman, Sin título nº 156 (serie Cuentos de hadas), 1985
En cambio, sus obras destacan con protagonismo por su importancia, incluso en las salas donde son minoritarias, como en «Los géneros de la pintura», con dos retratos de Marlene Dumas; en «Pictures. Imágenes», con fotografías de Louise Lawler y Cindy Sherman; en «Actitud vídeo», con la gran videointalación de Dara Birnbaum; en «De arquitectura y ficciones», con la significante aportación de Dora García; en «Institución y crítica», donde hallamos una pieza de Marisa Fernández y una pintura muy importante de Patricia Gadea; y en «La Modernidad como pasado», con obras de Cristina Iglesias, Rosemarie Tröckel y Candida Höfer.
Patricia Gadea, McCarthy’s, 1987. Acrílico sobre lienzo, 227 x 173 cm
Sobre todo, es muy amplio e importante el espacio otorgado a las políticas de representación de las identidades y las diferencias sexuales, de género y orientación sexual, con tres incursiones a través de «Situarse en lo real. Prácticas colectivas y activismos»: Guerrilla Girls, Helke Sander, Erreakzioa-Reacción, LTTR, Pepe Espaliú, Radical Gay y LSD, agrupando las prácticas feministas de la denominada «tercera ola», con colectivos que evidencian las identidades gay y lesbianas; y que enlaza con «Manifiestos. Hablo por mi diferencia», con imágenes de Pedro Lemebel, David Wojnarowicz, Diamela Eltit y esculturas de Pepe Espaliú, en torno al doloroso impacto de la aparición del SIDA y la denuncia de la marginación social.
Jo Spence, Remodelando la historia de la fotografía (La lección de historia), 1981
Y en el centro de estos activismos, la extensa y actualizada presentación de los feminismos performativos en «El género en disputa», título de este apartado en homenaje al ya clásico ensayo de Judith Butler, con instalaciones, vídeos y fotografías que desgranan la diversidad de propuestas con obras de de Eulàlia Valldosera, Jo Spence, Sanja Ivekovic, Itziar Okariz, Moyra Davey, Ulrike Ottinger, Hanne Darboven, Cabello/Carceller, Martha Rosler y Paz Muro. Un bloque en el que reconocemos el buen hacer de Beatriz Hérraez, antes en el CC Montehermoso junto a Xabier Arakistain, y que termina conformando el núcleo más transgresor, comprometido y convincente de lo que el arte ha aportado para el cambio social en las últimas décadas.
Itziar Okariz, Body Building, 1994
Mínima resistencia. Entre el tardomodernismo y la globalización: prácticas artísticas durante las décadas de los 80 y 90, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid. Del 16 de octubre de 2013 al 7 de enero de 2014.