UNA, GRANDE Y LIBRE de ALONSO & MARFUL
El día 18 de diciembre de 2013, en el Museo Barjola (Gijón) tuvo lugar la presentación de la obra de Alonso y Marful Una, Grande y Libre. La pieza, una bandera española de 20 metros cuadrados, ha sido enteramente confeccionada con ropa de inmigrantes sin papeles para conmemorar el Día Internacional del Migrante y es un auténtico mosaico de tragedias que las autoras han cosido a mano, pieza con pieza. A propósito de esta obra que pone “en tela de juicio” nuestras políticas migratorias y los espeluznantes dispositivos de disuasión y cierre de fronteras, A&M han declarado que “todo espacio es un espacio político y que agradecen al Museo Barjola la acogida de la pieza porque representa la acogida que cualquier ser humano debería tener en un mundo donde los derechos humanos fueran algo más que papel mojado y letra muerta. De hecho, la bandera está a disposición de cualquier institución que quiera alojarla”.
El resultado plástico es de una belleza y una intensidad emotiva acordes con las emociones que moviliza el drama de la emigración en el contexto de una globalización mutilada. La pintura, una encáustica roja y amarilla, deja transparentar los colores y las texturas de las prendas. Babuchas, baberos, chilabas, camisetas rotas, pantalones… son otros tantos testimonios mudos de una tragedia cotidiana. Apiladas unas sobre otras, las prendas parecen aludir a la fosa común en que se ha convertido el Mediterráneo, con casi 20.000 muertos oficialmente censados en los últimos 20 años, pero, vistas desde el lado positivo, parecen hablar de una integración armónica entre los pueblos. De hecho, los colores de la bandera española, lejos de ser sólidos, permiten visualizar y apreciar las diferentes tramas y tonalidades de las prendas que la componen.
Su Alonso e Inés Marful han dedicado otras obras al drama de la inmigración ilegal, al que prefieren aludir como “drama de los refugiados porque está claro que quienes huyen lo hacen buscando refugio frente a un régimen opresor o, sencillamente, a la opresión de la miseria y la ausencia de futuro”. En 2011 arrojaron al Mediterráneo 500 hojas de papel con los nombres de otros tantos muertos y fotografiaron el reflujo de la marea que los trajo de nuevo a la costa en una petición silenciosa de que Occidente no olvide su complicidad con este genocidio. En 2012 arrojaron por la borda de un pequeño barco de pesca, muy similar a una patera, 17 banderas españolas y fotografiaron su “muerte por inmersión” en recuerdo de las decenas de miles de ahogados en el Mediterráneo. Se trataba, dicen, “de un gesto de desobediencia civil en el que, entonces como ahora, pretendíamos poner a España en el lugar de los Otros”.
“Con esta bandera de los sin papeles queremos manifestar nuestro rechazo contra los muros, metralletas, concertinas… que protegen las fronteras, contra las políticas de extranjería, los centros de internamiento, las prácticas racistas y la exclusión de los pobres. Ahora que celebramos con homenajes la muerte de Mandela y su inmensa lucha contra el apartheid, deberíamos pensar que estamos convirtiendo África en un inmenso ghetto. Basta cambiar de escala para darse cuenta”.