CATACLISMO

KATI HECK en CAC MÁLAGA

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KATI HECK EN CAC MÁLAGA
Isabel Garnelo

 

Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias y antropomorfismos.

Resulta inevitable imaginar a la artista Kati Heck (Düsseldorf, 1979), citar en su estudio a los modelos, fotografiarlos, proyectar las imágenes sobre los lienzos y empezar a trabajar la pintura sobre la tela. En la visita que hice a la exposición en el CAC Málaga, mi primera impresión coincide con los comentarios que he leído en los medios de comunicación y entrevistas realizadas a la autora. Su virtuosismo pictórico y el preciso realismo de sus representaciones, la mezcla de iconografías procedentes de medios tan irreconciliables como la pintura de historia y el cómic o el realismo y la abstracción. Sin embargo, he de volver más veces a la obra para poder traducir en palabras este universo de imágenes tan complejo y heterogéneo. No puedo conformarme con el recurso habitual que hace referencia al plano de la pintura, como si una errónea interpretación de la abstracción hubiera naturalizado el centrarse sobre la superficie pictórica como un non-plus-ultra irrevocable. Y no lo digo porque descarte la referencia a lo pictórico, que me parece parte esencial de la gramática visual de la pintura en general y de Heck en particular. Pero hay que saber salir de este círculo vicioso y, en el caso de la autora que nos ocupa, es evidente la mano que se nos tiende para hacer esa salida hacia otros rastros implícitos. Podemos apreciar entonces momentos mucho más potentes que la pura enunciación de las virtudes plásticas que, por otro lado, la propia Heck no deja de deconstruir trazando líneas de fuga con su mordaz y a menudo grosera ironía matérica, pero no solo con esto. ¿Acaso es un acto gratuito el deseo de Heck de representar un bar en sus cuadros e instalaciones? ¿Qué decir de ese túnel y puerta secreta que pone en relación estos dos espacios en los cuales la artista, como Alicia atravesando el espejo de las incertidumbres, dice, quiere y cree poder encontrar la verdad? El estudio como espacio reflexivo, el bar como espacio discursivo. Podría ser que esta mezcla de abyección y dolorosa ingenuidad, del encuentro entre lo familiar y lo siniestro en muchas escenas, de las imposturas ante el storyteller, quiera interrogar las metáforas o, más aún, indagar en lo irreconciliable de la verdad y el amor cuando las certezas nos han enfrentado, con toda su crudeza, a la banalidad del mal.

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Los textos en los cuadros de Heck, con diferentes grafías, parecen invitarnos a resolver un enigma. Puestas a ello y conocedoras del hecho, que la misma artista relata en varias ocasiones, de que su abuelo perteneció a las SS, no podemos menos que ver estas siglas en el título de la exposición, Kopf=Kopfnuss, formando una carroliniana palabra-maleta que es a la vez cabeza de nuez, enigma y solución del enigma, o al menos desvelamiento de la perspectiva desde la que mirar esta serie de obras; una de las posibles, y bastante afín, me parece, a las intenciones de su autora. De nuevo lo vemos en la obra AU Rora, texto escrito con el pincel sobre el autorretrato de Heck que sostiene en sus manos un pequeño ataúd que recuerda un souvenir, y que nos trae los ecos de otro nombre, en este caso el de Auschwitz. El filósofo Friederich Nietzsche se preguntaba sobre el origen de la moral y de las oscuras razones por las que el ser humano se plegaba a ella, en su obra precisamente titulada Aurora. En uno de los aforismos que integran este libro se puede leer lo siguiente: «Las palabras obstaculizan el camino. Siempre que los hombres de las primeras épocas introducían una palabra creían haber realizado un descubrimiento, haber resuelto un problema. ¡Qué error el suyo! Lo que habían hecho era plantear un problema y levantar un obstáculo que dificultaba su solución. Ahora, para llegar al conocimiento, hay que ir tropezando con palabras que se han hecho duras y eternas como piedras, hasta el punto de que es más difícil que nos rompamos una pierna al tropezar con ellas que romper una palabra». Esta cita de Nietzsche me parece que ilustra a la perfección el estado de ánimo en el que te sume la visita. Porque no podemos evitar leer tratando de resolver el enigma de una pintura que siendo realista, utilizando la figura de manera magistral, no obstante, es toda ella figura, toda sensación que tratamos de nombrar agarrándonos a las palabras, para comprobar más tarde que realmente estas son también una construcción en el aire, y que cuando apoyamos sobre ellas nuestro entendimiento para avanzar en la comprensión de la obra, caemos sin embargo en el más profundo sinsentido. Tal vez así, atravesando la trampilla del bar al estudio, ya por fin algo ebrias y más contentas, podemos disfrutar también de la fiesta que se nos ofrece, de la ironía y el sarcasmo sin piedad al que la artista somete los estereotipos nacionales y los valores culturales más incuestionables danzando con el horror al son de la misma música y alrededor del mismo fuego.

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Kati Heck, Kopf=Kopfnuss, Centro de Arte Contemporáneo, Málaga. Del 13 de diciembre de 2013 al 16 de marzo de 2014.

 

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