Vista de la instalación La Luna Estrella Negro y Negro Sol – The Black SunBlack Star and Moon, 2014
LA MAGIA (X) DE TRACEY ROSE
Desirée Martínez Beltrán
Desde el 28 de enero de 2014 se encuentra en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía el proyecto inédito de Tracey Rose (Durban, Sudáfrica, 1974) titulado (x) y, por el momento, de “x” parecen haberlo tachado la mayor parte de los medios de comunicación nacionales, pues poco o nada han dicho todavía de una muestra –la primera realizada en España por la artista– que yo describiría en una sola palabra y en mayúsculas: MÁGICA.
La muestra comienza en el Espacio Uno con una videoinstalación que fue resultado de una performance (La Nave Madre “Exterminad a todas esas bestias”, 2013-2014) que Rose realizó en las salas del propio museo y en diferentes lugares de la ciudad de Madrid y Berlín. En la performance –proyectada de forma simultánea– la artista siempre aparece acompañada de otros personajes anónimos que se encuentran disfrazados con vestimentas grotescas y paradójicas, difícilmente clasificables. Todos ellos deambulan por las salas del museo en un primer momento para luego embarcarse en un delirante recorrido por la ciudad de Madrid, caminando de la noche al día y del centro a la periferia.
La meta de nuestros insólitos personajes parece ser la llegada a la estatua de Cibeles, diosa de la Madre Tierra y personificación de la fertilidad, la cual rodean repetidas veces a modo de ritual pagano y cantan victoria. En esta procesión, en la que solo arrastran un carrito que contiene los diferentes disfraces, Rose –artista preocupada por los problemas del cuerpo, la identidad y el género– se muestra completamente desnuda en el museo, levanta su vestido en la ciudad para que los viandantes vean su sexo y oculta sus pechos mediante prótesis delante de la Cibeles. Acciones que remiten al feminismo de los años setenta y a la preocupación por el papel público del cuerpo de la mujer. Ya con la luz del día, los personajes se dirigen ahora –o regresan, tal vez– a los márgenes de la ciudad de Madrid.
Tracey Rose, La Nave Madre “Exterminate all the Brutes”, 2013-2014. Fotografía de Christopher Wessels.
En la imagen: Tracey Rose, Pau Cólera, Javier Montes y Alicia Torres.
Madrid no es el único escenario de la performance, también observamos una escena que se encuadra en el Monumento del Holocausto de Berlín, en el que un personaje disfrazado con apariencia demoniaca cruza los robustos y austeros muros grises. Que la artista posea antepasados alemanes puede que la hagan sentirse parte de este suceso histórico, aparte de las muchas connotaciones sociales y políticas que ya posee el monumento por sí mismo.
La instalación que acompaña el vídeo parece ser el signo físico y ruinoso del paso de los protagonistas por la ciudad, ambientada de objetos de desecho, papeles, cartones, botellas, la ropa utilizada y el carrito, junto a una pieza sonora en la que Manuel Borja-Villel repite, a modo de mantra, la máxima de Krishnamurti –escritor y orador indio–: “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”, que nos advierte que los actores de la obra, los personajes carnavalescos, los “otros” inadaptados no son los enfermos, sino que somos nosotros mismos. Rose parece tener como objetivo un cambio positivo en la sociedad, como ya lo intentara Krishnamurti, donde las relaciones humanas primaran por encima del egoísmo y el apego material.
Vista de sala de la exposición. Fotografía: Joaquín Cortés/Román Lores. Archivo fotográfico del MNCARS, 2014
Al descender a la Sala de las Bóvedas todo ha cambiado, de escuchar los ruidos incesantes y molestos de la ciudad pasamos al sonido de la naturaleza bajo una gran estructura de vidrios coloreados en forma de cúpula o quizá de vientre, evocando la maternidad. La pieza lleva el nombre del antiguo imperio de Kublai Khan: Xanadu (2013-2014), símbolo de la coexistencia pacífica de dos culturas. Por un pequeño arco se accede a la última sala (La Luna Estrella Negro y Negro Sol, 2014), donde nos aísla la oscuridad y el silencio. En el suelo se encuentra un mandala creado con polvo de piedras de diferentes colores, conchas del Océano Atlántico, arena de playa del Océano Índico y arena del río Umgeni, además de una esfera de espejos luminosa que compone un cielo estrellado en los muros de la bóveda. Da la sensación de encontrarse en medio de la creación del universo y en conexión directa con la tierra. La sala se convierte así en un espacio mágico, chamánico, ancestral que, unido a su pasado histórico (tuvo diversas funciones en el antiguo hospital psiquiátrico de San Carlos), envuelve al visitante en una experiencia catártica.
Tracey Rose, La Luna Estrella Negro y Negro Sol – The Black SunBlack Star and Moon, 2014. Bola de espejos con luz y mandala con piedras cargadas de energía, conchas del Océano Atlántico, arena de playa del Océano Índico, arena del río Umgeni y colores rituales Holi. Fotografía: Joaquín Cortés/Román Lores. Archivo fotográfico del MNCARS, 2014.
Por lo tanto, como si de la caverna de Platón –pero invertida– se tratase, del primer piso (la ciudad, el caos, la enfermedad) pasamos a la parte subterránea (lo místico, energético y espiritual), donde acaso podamos encontrar la verdad: la regeneración de nuestro cuerpo y mente, la liberación de los prejuicios y construcciones culturales e ideológicas y, por encima de todo, el reencuentro con nuestra identidad personal.
Tracey Rose inició su carrera a finales de los años noventa. En 2001 fue seleccionada por Harald Szeemann para la Bienal de Venecia. Ha expuesto sus proyectos en museos como el Centre George Pompidou de París, The Brooklyn Museum y la Tate Liverpool.
Tracey Rose, (x), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid. Del 28 de enero al 26 de mayo de 2014.