COLITA, SÍ O SÍ
Mª Ángeles Cabré
En la mesita de noche de Colita hay un libro de poemas por el que yo también siento una especial inclinación, Las personas del verbo, de Jaime Gil de Biedma. Él es uno de los muchos personajes de la cultura barcelonesa de los 70 que Colita retrató (en su caso arrellanado en una hamaca y con los perros encaramándosele al torso) y de los que da fe la exposición antológica ahora en Madrid y que pudo verse la pasada temporada en La Pedrera. Personajes-amigos, como el propio Jaime Gil o los hermanos Moix y tantos otros, que su objetivo y el de otros colegas fotógrafos de la época, como su maestro Oriol Maspons, recientemente fallecido, han elevado a la categoría de mitos culturales.
Y es que son ellos, los fotógrafos, quienes inmortalizaron el espíritu lúdico-intelectual que en esos años sobrevoló la Barcelona de Tuset Street y de Bocaccio, y las ramificaciones que esta tuvo en Cadaqués, el Bajo Ampurdán, Sitges o Calafell. Sin ellos quedarían libros, algunos discos y cierta secreta filmografía, pero no el testimonio de esos rostros alegres y desobedientes que pertenecen a una generación culturalmente transversal que reunió a diseñadores, cantantes, arquitectos, escritores, editores, modelos, cineastas y algunas aves exóticas más. A García Márquez Colita lo retrató con un ejemplar de Cien años de soledad sobre la cabeza, al arrauxat pintor Joan Ponç, miembro de Dau al Set, vestido de arlequín y sentado en un rellano de escalera. ¿Quién da más?
Ya octogenario, Maspons se seguía paseando por Barcelona a lomos de su Vespa, prima hermana de aquella en la que llevaba a la propia Colita, quien sentada del revés hojea una revista en una imagen de 1960 que también podemos contemplar aquí. ¡Qué bien se lo pasaban y qué bien celebraban la amistad quienes formaron parte de la llamada Gauche Divine! Por su parte, hoy Colita sigue cultivando el ojo atento que siempre la caracterizó cuando callejea por su barrio actual, Sants (en el que aterrizó cuando en su querido Ensanche los colmados comenzaron a cerrar), con un work in progress titulado “Mira lo que veo cuando salgo de paseo”. Y es que, como escribió de ella Terenci Moix, “no permanece jamás impasible ante la realidad”.
La historiadora de la fotografía Laura Terré, comisaria de esta muestra, ha titulado precisamente con un verso de Jaime Gil, “Que la vida iba en serio…”, el texto que atraviesa este catálogo (“Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde / –como todos los jóvenes, yo vine / a llevarme la vida por delante…”). Un verso que sienta muy bien a esta fotógrafa vitalista, llamada en realidad Isabel Steva (Barcelona, 1940), quien junto a sus “compañeros de viaje” (Maspons, Xavier Miserachs, Pilar Aymerich…) tuvo la suerte de dedicarse a la fotografía en unos años en los que en este país la prensa gráfica fue decisiva en el proceso de conquista de la libertad de expresión, pasando por la muerte de Franco y por la Transición. Así, lejos de ser ornamentales, el centenar y pico de fotografías que resumen aquí su trayectoria son ante todo el resultado de la mirada de una periodista, que es el oficio que confiesa ejercer.
El texto de Terré, escrito desde la cercanía, nos ofrece un viaje por los ya cincuenta años de carrera de la fotógrafa. Una progresión que incentiva su disposición fragmentada a lo largo de una serie de pliegos de fotografías no ordenadas cronológicamente, que se ven además enriquecidos con la reproducción de algunas piezas gráficas de la época un poco al estilo fanzine, como una portada de “Vindicación feminista” (la revista de Carmen Alcalde y Lidia Falcón, pieza clave del feminismo español), otra de “Siglo 20” con un Gades descamisado, algunos reportajes ilustrados, etc.
Como envoltorio ideal a ese material reciente pero ya histórico, las originales guardas corresponden a una fotonovela sobre Serrat, a base de fotos de Colita, que se publicó en la revista “Bel, para la nueva mujer” allá por 1971 y que tenía por objeto desmitificar al cantante poniendo en su boca frases como “Nada podrá oponerse a mi irresistible ascensión”. Ese mismo año fue cuando Colita hizo la exposición “La Gauche qui rit”, que duró tan solo 48 horas y que la censura no entendió: el editor Jorge Herralde con sus dos secretarias culo en pompa, un joven Marsé en chancletas contemplando los patios urbanos, flequillos, sonrisas, humeantes cigarrillos… Levedad, sentido del humor, añorado gamberrismo inteligente.
Colita, Herralde con sus secretarias
Aunque no solo de levedad vive la fotografía de Colita y se pasa aquí revista a las muchas Colita que en estas décadas han sido: la fotógrafa social que retrata a la hija de los porteros, la que dispara su cámara sobre los hogares de asistencia social o sobre los angostos manicomios, la que se mezcla con los gitanos de Montjuic o del Somorrostro; la fotógrafa política que capta a los miembros de la COPEL protestando por las malas condiciones de la cárcel Modelo o que levanta acta de la lucha por los derechos de gays y lesbianas; la fotógrafa de la procacidad que inmortalizó a Ocaña y que fue durante años la fotógrafa “oficial” de Ángel Pavlovsky…
Y no podía faltar la Colita que incordia al foto fija en el rodaje de Los Tarantos, y que sorprende a Carmen Amaya en todo su esplendor en lo que parecen fotogramas robados. Tampoco la Colita que trabajó como foto fija en un montón de medianas o directamente mediocres producciones cinematográficas. O la cómplice de las modelos de esos años (Romy, Teresa Gimpera, Elsa Peretti…) que a su vez publicaba la revolucionaria Antifémina, con textos de Maria Aurèlia Capmany. O la que se adentraba en los cementerios para hacer fotos artísticas de esculturas oscurecidas por el musgo para Una tumba, con textos de Juan Benet, destinada a la colección “Palabra e imagen” de Lumen, hoy toda una joya. Incluso la que se pasó del blanco y negro al color.
“Dedicarte a la cultura no te da dinero como la publicidad, pero conoces a la gente que realmente te interesa y eso no se paga con dinero”, leemos en una de las paredes del emblemático edificio gaudiniano que es estos meses, para disfrute de todos, una prolongación del estudio de Colita, esa fotógrafa que fue testigo de las décadas en que el país más cambió.
Colita, ¡porque sí!, Centro Cultural Conde Duque, Madrid. Del 28 de octubre al 6 de diciembre de 2015.
Colita, ¡porque sí!, Fundación Catalunya-La Pedrera, Barcelona, 2014. Del 11 de marzo al 13 de julio de 2014.
Vista de la exposición en La Pedrera