PAULA REGO, FÁBULAS REALES
Susana Cendán
La artista portuguesa Paula Rego (Lisboa, 1935) aterriza en el MAC con una muestra de medio centenar de obras en las que es apreciable el intenso microcosmos que ha construido esta mujer de carácter melancólico a lo largo de sus ochenta años de vida. La exposición titulada Fábulas Reales, semeja más bien un compendio de fábulas tragicómicas, por esa extraña mezcolanza de humor y tragedia que destilan sus trabajos.
No tan completa como la exposición retrospectiva que le dedicó el MNCARS en otoño de 2007, la exposición del MAC aporta sin embargo un recorrido que ilustra el giro estético de la artista en un periodo concreto de su vida, a partir de los años ochenta, momento en el que abandona un estilo caracterizado por un dibujo de carácter informal para trabajar la figuración inquietante por la que todos la reconocemos y que le ha proporcionado fama internacional.
Sin menospreciar las dos primeras décadas de su vida creativa, claves sin duda para la consolidación de su imaginario estético, lo que imprime carácter a su producción es la construcción de una narrativa críptica y plagada de símbolos cuya lectura resulta de una ambigüedad insondable. Un mundo siniestro a la par que mágico, en el que salen a relucir los impulsos más oscuros del subconsciente en escenas copadas por animales, niños perversos y mujeres que, a pesar de las sombras que las acechan, resultan siempre poderosas. Solitarias, humilladas y apaleadas, las mujeres son las principales protagonistas de las tristes historias con las que Paula Rego ha conquistado el mundo.
El hecho de que parte de su narrativa proceda de la fascinación de la autora por los relatos infantiles le otorga, al conjunto de su obra, una extraña dosis de verdad, de realidad a la hora de describir hechos de una brutalidad descarnada que, paradójicamente, conectan con las historias con las que todos hemos crecimos –alimañas que se comen ancianas, niños abandonados por sus padres, bosques que se transforman en monstruos, madrastras malvadas…–. Así una buena parte de la iconografía de Paula Rego se recrea en mostrar la cara más siniestra de la imaginería infantil, recurriendo a lugares de su infancia para reconstruirlos en escenas fetichistas y traumáticas.
Paralelamente la artista no pierde de vista la vigencia de determinadas prácticas regresivas y machistas como la ablación, los malos tratos o las violaciones, denunciándolas en una serie de pinturas estremecedoras. La serie que le dedicó al aborto a finales de los años noventa, nos descubre a una artista combativa, comprometida con la libertad de aquellas mujeres que continúan aprisionadas en la pervivencia de determinados prejuicios sociales, muchos de ellos vigentes por la ceguera histórica de los que legislan. A pesar de residir en Londres desde la adolescencia, la artista no ha dejado de implicarse en el devenir político de su país, asumiendo de manera dolorosa y traumática el polémico referéndum sobre la despenalización del aborto celebrado en el año 1998. Con una abstención del 69% el resultado de la consulta trajo como consecuencia que ganase el no. La artista no entendió que el día del primer referéndum de su historia democrática los portugueses decidiesen mirar hacia otro lado e irse a la playa. El resultado fueron una serie de pinturas durísimas, realizadas en pastel, en las que, sin un ápice de victimismo, las mujeres reclamaban su derecho a decidir.
Otra presencia poderosa en la exposición la constituye el tríptico titulado Vanitas (2006), perteneciente a la colección de la Fundación Gulbenkian, en el que una mujer de semblante duro, incluso amenazador, vestida con un traje amarillo de época y rodeada de una serie de elementos simbólicos, nos alerta sobre el paso del tiempo, sobre la presencia de la muerte como un fin inevitable. El contenido del tríptico nos remite a una especie de realismo mágico reformulado al margen de modas, y en el que el principal protagonista es de nuevo la fortaleza femenina, el tesón de una mujer –la del cuadro central– capaz de ocultar sus miedos detrás de una cortina y seguir adelante.
Paula Rego, Oratorio, 2008-2009
Pero para muchos la pieza estrella de la exposición es Oratorio (2008-2009), una especie de altar escultórico, a medio camino entre la pintura y la escultura, en el que se representan escenas de una violencia atroz, concretamente, dos violaciones y una ablación. Una se imagina a Paula Rego conviviendo en su estudio de Londres con todos esos personajes truculentos y no puede menos que admirar su talante, el de una mujer fuerte y frágil que ha sabido construir belleza en un mundo grotesco salpicado de contradicciones.
Paula Rego, Fábulas reales, MAC Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa, A Coruña. Del 10 de abril al 14 de septiembre de 2014.
Paula Rego, El cigarrillo, 2006