CATACLISMO

MARINA ABRAMOVIC: HOLDING EMPTINESS

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MARINA ABRAMOVIC. HOLDING EMPTINESS
Maite Méndez Baiges

El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga acoge una retrospectiva de Marina Abramovic, una de las supervivientes de esa modalidad de arte conceptual que en los setenta planteó la performance y el uso del propio cuerpo como principales herramientas del discurso artístico. El arte conceptual brotó en ese momento como un intento de desmaterialización del arte, esto es, con la voluntad de producir no objetos aptos para su comercialización como productos de lujo, sino ideas y discursos que habrían de impactar en la conciencia y el mundo emocional de los espectadores, invitados a ser partícipes del proceso creativo. La presencia del artista en una acción efímera parecía constituir una de las armas vitales para el logro de esos objetivos. Así lo subrayó la propia artista en la rueda de prensa que precedió a la inauguración de Marina Abramovic: Holding Emptiness.

Desde sus inicios, la práctica de acciones artísticas dejaba un rastro material de documentación, en forma de fotografías, textos, dibujos, objetos, mapas, etc., que no solo quedaban como testigos de la performance, sino que venían a trastocar los límites de lo que hasta el momento se había considerado “obra de arte”, pues producían una expansión de lo artístico que ya no se podía identificar con un objeto. Es este tipo de documentación, más que nada fotografías, lo que se presenta aquí, con la pretensión de que el espectador experimente mediante ellas “el flujo de energías” que emana de la producción de Abramovic.

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Más que una retrospectiva de toda su trayectoria, se ofrecen aquí imágenes de algunos de sus highlights. El itinerario se abre con tres fotografías de un primer plano de la artista en su acción más mediática: The artist is present del MoMA (2010). Es, de hecho, la que le hizo famosa entre el gran público (cuando, además, se proyectó un documental de esta acción en salas de cine comerciales), por eso podemos pensar que no es casual que se abra de este modo. En cada una va vestida de un color distinto: azul, rojo y blanco, símbolos nada enigmáticos de los estados de ánimo que necesitó durante cada uno de los meses que duró la acción. Casualmente −y aquí sí creo que es casualidad−, los colores de la bandera estadounidense. A partir de esta obertura, los espacios laterales del CACmálaga acogen fotografías en color de las acciones más recientes, como las de la serie With eyes closed I see happiness (2012), mientras que la sala central ofrece imágenes en blanco y negro de algunas de las más antiguas, y ya míticas, como Art must be beautiful. Artist must be beautiful (1975) en la que se cepillaba furiosamente la melena, o Rhythm 10, en la que se sirvió de un amplio repertorio de cuchillos que clavó a un ritmo frenético entre los dedos de su mano izquierda (lo que recuerda el juego con el que se entretenía Dora Maar cuando Picasso la vio por primera vez). Entre las fotografías recientes, me gustaría destacar una realizada en Stromboli, Nude in the cave (2005), en la que su cuerpo hierático y robusto pero frágil y diminuto, obedeciendo a la ley de la frontalidad y con las manos situadas a los lados de los muslos, me evoca la imagen de un kouros arcaico en un ninfeo. De hecho, contemplada la obra de Abramovic como se puede ver aquí, en fotografía, brinda a menudo esta posibilidad de asociarla a formas o motivos bien arraigados en la historia del arte.

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Las salas del centro de arte contemporáneo malagueño se ven también ocupadas por “objetos transitorios”, esto es, camillas y sillas de madera, dispuestas con la intención de que sean usadas por el cuerpo y el alma del visitante, y acompañadas de minerales, convocados por su asociación inmemorial con la emisión de energía.

La exposición se completa con tres vídeos correspondientes a performances realizadas sin público.

Marina Abramovic define la performance como un tipo de arte inmaterial, una estructura mental y física que se crea ante el público en un momento y en un lugar concretos. De hecho, en una gradación de las artes de la más espiritual a la más material, la artista considera que la música ocuparía el primer escalón, y que la performance vendría inmediatamente a continuación. Se trata, especialmente, de crear una situación hic et nunc, aquí y ahora. La performance, asegura Abramovic, solo se puede experimentar con la vida, no es un objeto colgado como un cuadro. El itinerario de la exposición también traza un recorrido desde la materia al espíritu, pues las obras de los setenta partirían de la voluntad de experimentar los límites del cuerpo, poniéndolo a prueba a través de la agresión física, y las últimas, en cambio, mucho más calmadas, explorarían el ámbito de lo espiritual. Su próxima acción, que tendrá lugar en junio en la Serpentine Gallery, nace del deseo de realizar la acción artística más inmaterial que quepa imaginar: no habrá nada en las salas de la Serpentine salvo su presencia y la del público, solo material viviente. ¿Qué puede surgir de la nada? se pregunta intrigada Abramovic. Nadie lo sabrá hasta entonces, cuando emprenda este viaje al fondo de lo ignoto en el que tiene depositada tanta ilusión; y tanta promoción.

Marina Abramovic: Holding Emptiness es precisamente todo lo contrario: solo presenta objetos. Por eso es muy probable que el visitante eche en falta el material viviente. Y es que no se puede ocultar la incomodidad que produce la paradoja o la contradicción a la que se nos enfrenta: la insistencia en la necesidad de la presencia física del artista en la práctica performativa contrasta demasiado clamorosamente con una exposición hecha de imágenes y objetos que son solo sus huellas, los testimonios mudos de un “aquí y ahora” que el espectador solo podrá experimentar como un “allí y entonces”. La acción era una presentación que requería su participación; aquí solo le queda la posibilidad de contemplar una representación. A quien visita esta exposición se le reserva el consuelo de encontrarse consigo mismo como única materia viva, que no es poco, para lo cual la invitación a tumbarse en una de las camillas, con cascos aislantes del ruido y una aséptica bata blanca, puede resultar tanto una tentación como un sucedáneo descafeinado para suplir la ausencia de artista y de acción. Quizá anhele los ecos de la multitud que el día de la inauguración abarrotó entusiasmada las salas del CACmálaga para experimentar la epifanía de la artista más célebre del momento, “Marina Superstar”. Un vernissage que parecía una performance, solo que no sería original: pues cuenta Warhol en Mi filosofía de A a B y de B a A que en una ocasión acudió tanta gente a la inauguración de una de sus exposiciones, que hubo que descolgar los cuadros. Quién sabe si fue entonces cuando se decidieron el origen y el destino de la desmaterialización del arte.

 

Marina Abramovic: Holding Emptiness, Centro de Arte Contemporáneo, Málaga. Del 23 de mayo al 31 de agosto de 2014.

Lee en nuestro blog «Abramovic: The Female Artist is Absent«.

 

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