YOKO ONO, VIS A VIS
Marta Mantecón
Artista multidisciplinar e intermedia de largo recorrido, Yoko Ono (Tokio, 1933) es una figura de referencia para las artes visuales de la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI. Conceptual desde los mismos orígenes del arte conceptual, feminista antes del desarrollo del arte feminista y performera antes de que la performance se instituyera como práctica artística, valiente y comprometida, la artista se enfrentó a todos los tabús de su cultura y su generación. A lo largo de las últimas décadas, su trayectoria ha sido visibilizada en importantes retrospectivas por todo el mundo y valorada con significativos premios, como el León de Oro de la Bienal de Venecia en 2009; sin embargo, su labor pionera todavía hoy resulta poco conocida para la inmensa mayoría.
Con 81 años recién cumplidos, Yoko Ono inauguraba el pasado mes de marzo de 2014 Half-A-Wind Show en el Museo Guggenheim de Bilbao, tras su paso por el Schirn Kunsthalle de Frankfurt (Alemania), el Louisiana Museum of Art de Humlebæk (Dinamarca) y el Kunsthalle de Krems (Austria). No es la primera vez que la artista presenta su trabajo en España, pero sí su primera exposición de carácter retrospectivo.
Acompañada de un excelente catálogo, la muestra incluye alrededor de doscientas obras entre instrucciones, dibujos, fotografías, esculturas, objetos, instalaciones, performances, eventos, películas, carteles, invitaciones, postales, anuncios, publicaciones y creaciones sonoras. Hay asimismo un apartado dedicado a su trayectoria musical que incluye sus discos, vídeos musicales e imágenes de sus conciertos, acompañada de algunas stars.
Siendo el Guggenheim un museo proclive a programar contenidos espectaculares (buena muestra de ello es la individual de Ernesto Neto que se celebra en paralelo, vertebrada por instalaciones gigantes), hay que valorar la contención del equipo curatorial al priorizar los primeros trabajos de la artista sobre sus últimas propuestas, en las que desarrolla los mismos conceptos planteados en los años 60 y 70, pero bajo un tono más espectacular. Precisamente, las pocas instalaciones de gran formato incluidas en la exposición –algunas realizadas específicamente para este proyecto, como Rayos de la mañana o Lecho de río– resultan más forzadas y aportan menos contenido al conjunto de la exposición.
Yoko Ono, Paintings and Drawings, AG Gallery, Nueva York, 1961. Fotografías: Georges Maciunas
Entre lo más sobresaliente, sus instrucciones, pinturas y objetos inacabados, así como las acciones y eventos realizados a lo largo de los 60, cuando Yoko Ono se sumerge en la vanguardia neoyorquina y participa activamente en Fluxus, donde va a tener un papel protagonista e influyente (pese a que la historiografía oficial haya obviado las aportaciones de las mujeres a este movimiento), colaborando con algunas figuras emblemáticas del momento, como Georges Maciunas, La Monte Young o John Cage. La exposición incluye imágenes de las Instruction Paintings que mostrara en su primera exposición individual en la galería AG de Nueva York en 1961. Se trata de piezas inacabadas que precisan de la acción o el pensamiento de otras personas –o incluso de un agente externo– para existir. Yoko Ono pretende desmitificar al artista como un ser excepcional y superar la pasividad del espectador, que adquiere un papel fundamental en la consecución de cada pieza y es invitado a mantener un “vis a vis” con las obras.
Yoko Ono, White Chess Set, 1966-2013. Las piezas, todas blancas, plantean una confrontación imposible.
El elevado componente participativo del trabajo de Yoko Ono parecía uno de los aspectos más difíciles de resolver en un museo profundamente restrictivo en lo que a interacción física se refiere. De hecho, las obras expuestas que fomentan la participación directa del público no llegan a una docena: Teléfono en un laberinto, Pieza de agua (pintura para ser regada), Caja peligro, Ajedrez blanco, Dispensadores de aire, Recuerdo de grillos, Tócame, Moviendo montañas, Entrada o El árbol de los deseos. Se incluye asimismo una obra múltiple, Evento agua, realizada con la ayuda de más de una veintena de artistas (entre los que encontramos nombres como Pilar Albarracín, Kiki Smith, Cornelia Parker, Shigeko Kubota, Charlotte Gyllenhammar o Judith Hopf) invitados a entregar un recipiente al que Yoko Ono proporcionaría el agua. Sin embargo, muchas obras que fueron participativas en su momento, han perdido su carácter interactivo y ahora se muestran con el aura y la distancia del fetiche, como su célebre Ceiling Painting, también conocida como Yes Painting, presentada en la galería Indica de Londres en 1966, cuando conoció a John Lennon. En este sentido, puede llegar a resultar más eficaz aproximarse a su trabajo leyendo sus instrucciones que a través del contacto exclusivamente visual con buena parte de la obra expuesta que, en muchos casos, se trata de copias de exposición o de documentación sobre piezas emblemáticas.
Yoko Ono, Ceiling Painting (Yes Painting), 1966
Una de las aportaciones más brillantes de Yoko Ono es precisamente el libro Grapefruit, publicado por primera vez en Tokio en 1964, reuniendo alrededor de doscientas instrucciones para realizar piezas artísticas de distintas disciplinas (música, pintura, eventos, poesía, objetos, guiones cinematográficos y danza), anticipándose a la filosofía del Do It Yourself. Yoko Ono propone piezas para construir en la cabeza, que solo adquieren existencia en nuestra mente y cuyo punto de partida es una pequeña pauta: “caminar sobre las huellas de los pasos de la persona de enfrente y tratar de no hacer ruido”, “mirar el sol hasta que se ponga cuadrado”, “decidirse a no usar una sílaba en particular el resto de la vida” o, simplemente, “respirar”, “escuchar el latido de un corazón”, “prometer algo”, “preguntar”, “susurrar” o “volar”.
La exposición incluye también una exhaustiva documentación de algunas de sus performances y eventos más conocidos, como Lighting Piece (1955), Cut Piece (1964-1965), Shadow Piece (1963), Bag Piece (1964) o Sky Piece to Jesus Christ (1965). Otros objetos destacados son la espléndida caja catálogo del Everson Museum (1971), diseñada junto a George Maciunas, y algunas piezas que destilan una poesía extraordinaria, como su TV cielo (1966-2014), con un monitor y una cámara de circuito cerrado para mirar el cielo; Olvídalo (1966), una reflexión sobre el dolor a partir de una pequeña aguja de acero inoxidable sobre un pedestal con el título de la obra grabado en una inscripción; o la instalación Half-A-Room, presentada en la Lisson Gallery de Londres en 1967, donde la artista simboliza la pérdida y la soledad a través de una habitación cuyo mobiliario y objetos han sido cortados por la mitad, subrayando nuestra condición demediada.
Yoko Ono opera mediante acciones sencillas pero profundamente evocadoras, impregnadas de una concepción del mundo que deriva de la filosofía oriental y, más concretamente, de los presupuestos estéticos del budismo zen, que se concreta en su interés por provocar una experiencia estética con lo más elemental, su preferencia por los materiales efímeros o poco resistentes, la sacralización de lo pequeño, su capacidad para estimular pensamientos positivos, la integración de la naturaleza, el valor del vacío, la importancia de la resonancia o la empatía con el espectador.
En lo que respecta al compromiso de Yoko Ono con el feminismo, constante en toda su trayectoria y que bien merecería un estudio en profundidad, cabe mencionar una propuesta reciente que lleva por título Ascendiendo (2013), donde invita a mujeres de todas las edades y todos los países del mundo a enviar un testimonio de algún daño sufrido junto a una fotografía de sus ojos. Hay que decir que ya en 1971 publicó el texto “La feminización de la sociedad” (incluido en el catálogo de la exposición junto a otros escritos de la artista) y grabó el himno Sisters O Sisters junto a John Lennon, con quien escribió la canción Woman is the Nigger of the World, y editará varios álbumes feministas, como Approximately Infinite Universe (1973) o Blueprint for a Sunrise (2000). A todo ello se suman performances como Cut Piece, eventos relacionados con el cuidado y la escucha, acciones sobre la invisibilidad de las mujeres como la del Museo de (Pedorre)arte Moderno y películas como Rape, Four, Freedom o Fly, que incorporan un claro posicionamiento en materia de género.
Yoko Ono, Four (Bottoms), Película Fluxus nº 16, 1966
Otro apartado relevante de la exposición son las películas experimentales que Yoko Ono realizó entre mediados de los 60 y principios de los 70 (algunas en colaboración con John Lenon, como Rape, Smile, Apotheosis o Erection), entre las que destaca la magnífica Fly o los Fluxfilms, donde la artista, siempre con gran economía de recursos, registra acciones sencillas, cotidianas, fugitivas, aparentemente intrascendentes y antiespectaculares, como el parpadeo de un ojo (Eye Blink), la vida de la llama de una cerilla (One) o una serie de traseros en movimiento (Four), generalmente en planos secuencia fijos, en blanco y negro, utilizando una cámara de filmación rápida para luego mostrarlas con efecto de cámara lenta. Se incluye también una divertida película dirigida en 2012 por Karl Lagerfeld (The Story of my Long life) en la que Yoko Ono baila sin parar durante más de cuarenta minutos o la famosa Bed Peace de 1969, que documenta la luna de miel de Yoko y John en la suite de un hotel “para protestar contra toda forma de violencia de sexo, raza, clase y género”, con la que la pareja iniciaba sus conocidas acciones para promover la paz y el amor, posiblemente, por haber conocido en primera persona la guerra, el odio, el sexismo y el racismo.
Yoko Ono y John Lennon, Bed Peace, 1969
Entre el apunte filosófico y la poesía, la acción y el objeto, la música y el lenguaje, Oriente y Occidente, el trabajo de Yoko Ono se sitúa siempre en la frontera entre múltiples disciplinas artísticas que se hibridan conceptualmente para plantear cuestiones relacionadas con la memoria, el deseo o la utopía, a veces jugando con la ironía y el absurdo y, casi siempre atendiendo a sensorialidades poco exploradas y potenciando nuestra capacidad para imaginar, posiblemente porque el arte para ella es una cuestión de actitud y ser artista es solo un estado de ánimo.
Posdata de Yoko Ono: “Si se mueren las mariposas de su estómago, envíe esquelas amarillas a sus amigos”. Y.O.
Yoko Ono, We are all water, 2006. Botellas de cristal etiquetadas con nombres de personas vinculadas al mundo del arte y la cultura de todos los tiempos (entre las mujeres citadas, se encuentran Unica Zürn, Lotte Lenya, Madonna, Virginia Woolf, Hannah Höch, Georgia O’Keeffe, Cindy Sherman, Sylvia Plath, Juana de Arco, Greta Garbo, Yayoi Kusama, Isadora Duncan, Gertrude Stein, Frida Kahlo, Billie Hollyday, Maria Callas, Cleopatra, Marie Curie, Sarah Bernhardt y ella misma).
Yoko Ono, Half-A-Wind Show, Museo Guggenheim, Bilbao. Hasta el 4 de septiembre de 2014.
Comisariado: Ingrid Pfeiffer, Álvaro Rodríguez Fominaya y Jon Hendricks.
http://yokoono.guggenheim-bilbao.es