CATACLISMO

¿QUIÉN TEME A MARIA LASSNIG?

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¿QUIÉN TEME A MARIA LASSNIG?
Mª Ángeles Cabré

Una mujer ya de avanzada edad, el cuerpo desnudo y las piernas abiertas exhibiendo  la ranura del sexo, una pistola en cada mano, una de ellas en su sien y la otra apuntando al espectador. “Tú y yo” (2005) es una de las piezas más rotundas de la exposición de esta austríaca que ahora mismo puede verse en la Fundación Tàpies, el edificio modernista del centro de Barcelona que antaño fuera la Editorial Montaner i Simon. Y por supuesto de esa obra lo que más inquieta no es la beligerancia de las armas, sino la desnudez de una mujer ya no lozana, sino en plena decadencia.

Maria Lassnig (1919-2014), León de Oro por toda su carrera junto a la italiana Marisa Merz en la Bienal de Venecia 2013, expone por primera vez en España, después de poder verse el año pasado en el MoMA. Y al igual que en el museo de Manhattan, este recorrido se centra también en su faceta autorretratista; incluso coinciden algunas piezas, como el bellísimo óleo de 1945 que muestra a la artista también desnuda y con un collar de cuentas rojas a base de trazos gruesos de corte expresionista. Aunque en realidad esta muestra bebe de la retrospectiva realizada en 2012-2013 en la ciudad austríaca de Graz.

El nombre de Lassing se suma a otras apuestas femeninas de la actual directora de la Tàpies, Laurence Rassel (antes directora artística de la organización cultural Constant y hoy una de las pocas directoras mujeres de grandes centros de arte españoles), quien lamentablemente está a punto de marcharse y que además de exponer a Ibon Aranberri o a Kerry James Marshall, ha apostado en esta etapa de su trabajo por la mirada de mujer, con artistas como la brasileña de origen italiano Anna Maria Maiolino (fue su primera retrospectiva en Europa) o la revolucionaria escultora Eva Hesse.

Sin olvidar que, dedicada a la investigación de las prácticas artísticas feministas, a finales de 2012 acogió re.act.feminism #2. A Performing Archive, un archivo temporal de performances en vivo (un work in progress) que es una valiosa videoteca de performances feministas, de los años 60 a los 80, y que va de Fina Miralles a Martha Rosler pasando por la ahora polémica Ines Doujak (que ha agitado el MACBA con una pieza subversiva).

Habrá que agradecerle que la recientemente fallecida Lassnig ya no sea una desconocida aquí, y que su descubrimiento se sume al de Carol Rama, teniendo ambas una estrechísima relación por su intenso tratamiento del cuerpo. Esta muestra, formada por 45 pinturas (algunas de ellas inéditas y que la artista conservaba en su estudio), así como por acuarelas, dibujos, textos y fotos, explica con muy buen relato quien es esta austríaca que ha tomado el cuerpo, su propio cuerpo, como vehículo de expresión y que hace del autorretrato su personal instrumento de empoderamiento, hasta el punto de pintar tumbada los autorretratos en los que aparece tumbada. Si decía Derrida que el pensamiento es un alma cuyo cuerpo es la lengua, en Lassnig la lengua, el idioma, es el cuerpo, pues es a través de su propia carcasa como ella misma se cuenta. “Carcasa corporal” (1951) es precisamente el título de una de sus piezas.

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Una trayectoria amplia que aquí seguimos desde un pequeño núcleo inicial de obras de los tempranos 40, que sortea los años 50 y 60, cuando se consagró en París a lo que ella llamaba la etapa de los “ismos”, y que aterriza de pleno ya casi en los años 70, cuando en el Nueva York de Warhol & Cía Lassnig regresa al figurativismo expresionista y se concentra en ahondar en la conciencia corporal (body-awareness), para perpetuar ese discurso cada vez más radicalizado tensando el cuerpo, deformándolo hasta sintetizarlo en una parte del mismo, como sucede por ejemplo en “Dama con cerebro” (hacia 1990).

Un muestrario de manifestaciones corporales que parten de sensaciones como la presión, la tensión o incluso el calor, que someten el cuerpo a la dictadura de las variaciones y en los que la paleta de vivos colores se convierte en paleta de sensaciones. Yo, sin embargo, no tengo piel. Tengo todos los nervios desprotegidos (neuralgia intercostal) y en algunos lugares hay profundas cavidades nerviosas, espacios donde pueden anidar aves de largos picos, escribe en 2003 en su Diario. Sensaciones corporales que son, en definitiva, el cuerpo mismo, como la luz es el objeto que ilumina, sin la cual este no existiría. Siendo Lassnig una artista multidisciplinar, no hay que perderse tampoco uno de los filmes que realizó, que pueden verse en la planta baja, donde en tono lúdico nos canta dentro de una película de animación como para decirnos que el arte es un juego que va muy en serio (La balada de Maria Lassnig, 1992).

Pero volviendo al protagonista de esta exposición, el cuerpo, no puedo dejar de recordar que allá por 1997 fue cuando vimos también en la Tàpies las exploraciones corporales de Ana Mendieta. Lassnig, Rama, Mendieta: mujeres que han recurrido a sí mismas para contarse allí donde el lenguaje patriarcal les negó la voz, robándoles incluso el significado de sus propios cuerpos, objetualizados hasta la náusea, y que ellas se esforzaron en devolverse a sí mismas, aunque sea a todas a quienes nos los devolvieron. ¿Es por ello quizás que hemos tardado tanto en acoger aquí a Lassnig, a Rama?

 

Maria Lassnig, Fundación Antoni Tàpies, Barcelona. Del 27 de febrero al 31 de mayo de 2015.

En colaboración con Universalmuseum Joanneum, Graz.

Comisarios: Laurence Rassel y Hans Werner Poschauko.

 

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