CATACLISMO

DIARIO DE MARGA GIL ROËSSET

Marga portada

 

DIARIO DE MARGA GIL ROËSSET
África Cabanillas Casafranca

Detrás del lacónico Marga del título de este libro se esconde Marga Gil Roësset (1908-1932), la renovadora dibujante y escultora madrileña que alcanzó un relativo reconocimiento a finales de los años veinte y principios de los treinta del siglo XX. Indicio de un futuro prometedor que se truncó en plena juventud, cuando solo tenía veinticuatro años, la tarde del 28 de julio de 1932, al disparase en la cabeza.

Esta es la primera vez que el Diario de la artista se publica íntegramente, en la edición de Juan Ramón Jiménez, si bien han aparecido algunos fragmentos con anterioridad: en ABC Cultural en 1997, y en la novela Amarga luz de Marga Clark, sobrina de la escultora, en 2002. Ella misma entregó la carpeta con las cuartillas que contenían estas notas autobiográficas al poeta de Moguer, de quien estaba enamorada, la mañana del día en que se suicidó, pidiéndole que no las leyera hasta pasado un tiempo. Tras su trágica muerte, Juan Ramón decidió darlas a conocer para, así, rendirle homenaje y hacer que su obra perdurara, por lo que preparó con esmero su publicación. Sin embargo, la Guerra Civil, el exilio en América y el robo de gran parte de sus papeles impidieron que vieran la luz en vida del escritor. Ahora, el empeño de su sobrina nieta Carmen Hernández Pinzón ha hecho posible la aparición de una cuidada edición, de la que ha habido dos impresiones hasta el momento.

Marga escultoraMarga Gil Roësset trabajando en la obra Para toda la vida

Nacida en una familia acomodada y culta, Marga recibió una refinada educación, que incluyó el estudio en el taller del pintor José María López Mezquita. Dibujante precoz, a partir de los doce años realizó ilustraciones para varios libros escritos por su hermana Consuelo; una faceta que no abandonó nunca en su corta trayectoria artística y que plasmó en El niño de oro, Rose des Bois y Canciones de niños. Poco después, con quince años, empezó su dedicación a la escultura, que cultivó tanto en piedra como en bronce y en madera, siguiendo los consejos del escultor Víctor Macho, viejo amigo de la familia, quien le recomendó desarrollar un estilo propio. Sus creaciones, entre las que cabe destacar Para toda la vida, Eva y sus niños y La mujer del ahorcado, sobresalen por la gran calidad técnica, la modernidad y la expresividad, y están dominadas por una visión muy pesimista de la condición humana. De su inicial reconocimiento dan buena cuenta la admisión de uno de sus grupos, Adán y Eva, a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1930 y las críticas elogiosas que hicieron de sus obras algunos escritores de renombre como José Francés. Hoy en día solo quedan veintiséis de sus esculturas, de las cuales diez son réplicas, ya que la propia Marga destruyó una gran parte de ellas antes de quitarse la vida.

Marga, ZenobiaMarga Gil Roësset, Retrato de Zenobia Camprubí, 1932

La relación de Juan Ramón y su esposa Zenobia Camprubí con Marga fue breve, aunque intesa. Se conocieron a través de su hermana Consuelo entre finales de 1931 y comienzos de 1932. Sin embargo, la admiración de las dos hermanas Gil Roësset por Zenobia, debido a sus traducciones de Rabindranath Tagore, se remontaba a una década antes, razón por la cual le habían hecho llegar, de manera anónima, un ejemplar de su cuento El niño de oro. A partir de febrero de 1932, Marga empezó a visitar con regularidad la casa del matrimonio y le propuso esculpir los bustos de ambos, aunque solo llegaría a terminar el de Zenobia.

Este breve Diario, pues solo cuenta con sesenta y ocho páginas ─cuarenta y siete folios en la versión original─, lo empezó a escribir la escultora aproximadamente un mes antes de su suicidio, en días diferentes. En él declara, con una prosa lírica y llena de angustia, el profundo amor que siente por el poeta de Moguer y su frustración por no verse correspondida. Además, al Diario lo acompañan poemas y textos en prosa de Juan Ramón y Zenobia, Carmen Hernández Pinzón y Marga Clark, así como la portada y varias hojas del Diario manuscrito, cartas, notas, fotografías, ilustraciones y esculturas de Marga.

Ahora bien, el interés de este Diario para la historia del arte, y en especial para la crítica feminista, estriba, más allá de la información que aporta sobre la personalidad de la artista y las circunstancias que rodearon su suicidio, en las pocas y diseminadas alusiones que recoge sobre la creación artística. Aparecen el proceso de realización del Retrato de Zenobia y el proyecto del de Juan Ramón, así como el dibujo de las ilustraciones de El Quijote. Asimismo, el texto refleja la gran influencia que los padres de Marga ejercían sobre su carrera artística, entendemos que a causa de su juventud y, en particular, por tratarse de una mujer y, por ello, ser considerada siempre una menor de edad y sin autonomía. Esto puede observarse en el siguiente fragmento, en el que su padre casi le ordena que acabe el busto de Zenobia para comenzar a hacer las ilustraciones de El Quijote, y no el retrato de Juan Ramón, que es lo que ella deseaba (pág. 63):

…¡Ay desánimo, desencanto, desvida… mi padre me ha dicho serio… irrevocable… «¡Marga, vas a terminar la cabeza de Zenobia… pero terminarla… … para inmediatamente empezar con el Quijote y… hasta acabarlo… no haces ninguna otra cosa en absoluto … estamos!»

¡Y Juan Ramón, papá!

…«Hombre… ya después, para Septiembre, cuando termines el Quijote… a un tiempo… de ningún modo»…

Septiembre…

Quijote

Septiembre… … …[1]

Es verdad que en este caso Marga menciona únicamente a su padre, pero sabemos que su madre, quien se había encargado de forma personal de la educación de su sus dos hijas, también ejercía un enorme influjo sobre ella. Tanto es así, que Juan Ramón y Zenobia le recomendaron que viajara a París, además de para formarse como escultora, para escapar de la excesiva autoridad de su familia.

Pero, sobre todo, y como parece lógico por tratarse el Diario de una confesión amorosa, es el tema de la pareja de creadores, su colaboración, apoyo y respeto mutuos, el que tiene mayor protagonismo, tal y como puede verse a continuación (pág. 38):

…Ideal… el amor de dos personas… eso sí… dos únicas personas vivido en una atmósfera de trabajo intenso… …

…Ya tú ves, alguna tarde que me he quedado en tu casa trabajando… y… tú también… esa satisfacción del trabajo a gusto… yo en el mío… saberte a ti en el tuyo… es un lazo de unión tan sólido…

…Cada uno en su obra… y ahora y luego… irse uno junto al otro… y así…

Sin dejar de reconocer el valor que tiene este libro, queremos señalar que, desde una perspectiva feminista, debe ser leído con cierta cautela, ya que lo mismo el Diario en sí que los textos que lo acompañan, pueden contribuir a reforzar algunos principios de la historia del arte oficial sobre los que tradicionalmente se ha basado la discriminación de las mujeres creadoras. En primer lugar, se trata del paradigma del artista genial procedente del Romanticismo, caracterizado por la precocidad, el autodidactismo, la transgresión y la hipersensibilidad, que llevada a su extremo puede desembocar en el suicidio, tal y como ocurre en el caso que nos ocupa. Es sabido que esta categoría en nada ayuda al reconocimiento del papel de las mujeres en el arte, ya que suelen estar excluidas de ella. En segundo lugar, está el estereotipo de la mujer artista de vida trágica, en la que las relaciones amorosas turbulentas ocupan un lugar central ─no en vano algunos escritos establecen un paralelismo entre su caso y el de la escultora francesa Camille Claudel. Unas experiencias personales que tendrían su reflejo en su producción artística dominada por la subjetividad, frente a la pretendida objetividad o universalidad de la creación masculina. Por último, otro peligro de este libro es que la figura de Juan Ramón eclipse la de Marga, como puede observarse en el propio título. Cuando ambos comenzaron a tratarse él era un hombre ya maduro, de cincuenta años, y un poeta consagrado, mientras que ella tenía veinticuatro años y estaba empezando a ser considerada en el mundo artístico. De ahí que la relación aparezca envuelta en el paternalismo, puesto que el sexo, la edad y el éxito profesional de Juan Ramón le confieren una gran autoridad, tanto a los ojos de Marga como a los de muchos de los lectores actuales. Aparte, este papel de mentor o consejero del escritor se refleja también, según unas cartas que envió a Zenobia, en el hecho de que llamara a las hermanas Gil Roësset «las niñas» (pág. 8), y en que Carmen Hernández Pinzón diga en el «Prólogo» que él daba todo tipo de indicaciones a Marga mientras realizaba el retrato de Zenobia (pág. 9).

En cualquier caso, y para terminar, queremos celebrar que este libro arroje luz sobre la biografía de la artista y venga a sumarse a la recuperación de su obra, lenta pero constante, que está teniendo lugar desde hace más de una década, tal y como reflejan, entre otros acontecimientos y publicaciones, la exposición retrospectiva que en el año 2000 comisarió Ana Serrano en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, la aparición de la novela Amarga luz de Marga Clark, editada en 2002 y vuelta a publicar en 2011, y el ensayo Artistas y precursoras. Un siglo de autoras Roësset de Nuria Capdevila-Argüelles, impreso en 2013.

 

[1] El subrayado es de Marga Gil Roësset.

 

Marga. Edición de Juan Ramón Jiménez, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2015. 103 páginas. Precio: 15,90 €.

Marga ilustracionMarga Gil Roësset, ilustración del cuento Rose des Bois, 1923

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