GRETE STERN, GRAN FOTÓGRAFA POR PROPIO PESO
María Laura Rosa
Doctora en Arte Contemporáneo, Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (UBA)
Ante la lectura del artículo de Ferrán Bono «Sueños de una mujer de vanguardia«, publicado en el diario El País, el pasado 13 de octubre de 2015, me gustaría sugerir algunas reflexiones vinculadas a la fotógrafa Grete Stern.
Desde luego que el espacio para la escritura en una página de un periódico demanda condensar la información de toda una vida de una artista en poco menos que mil palabras, pero me parece importante reflexionar antes sobre lo que escogemos para dar a conocer al público en general. Particularmente pienso cómo la prensa continúa haciendo uso y alimentando las mitologías de artistas tan negativas para aquellas que luchamos con historias del arte más pluralistas y menos excluyentes. En ese sentido discrepo con varios puntos de este artículo.
La serie de fotomontajes que Grete Stern realizó para la revista Idilio entre los años 1948 y 1951 conjugó sentido crítico con fuerte conocimiento técnico adquirido por ella misma. La fotógrafa había sido alumna de Walter Peterhans unos años antes de que este hubiera ingresado como profesor a la escuela Bauhaus. En 1927 viajó desde su Stuttgart natal a Berlín para estudiar fotografía, un medio relativamente nuevo y −quizás por ese motivo− menos marcado por los estereotipos de género que excluían a las mujeres de las disciplinas artísticas más tradicionales. Por otro lado, la fotografía permitía poder autosustentarse, situación fundamental para una Neue Frau o Nueva Mujer, fenómeno sociológico con el que se ha denominado a todo un grupo de mujeres, en su mayoría procedentes de una burguesía ilustrada, que tras la I Guerra Mundial comenzaron a cobrar presencia dentro del mundo laboral y artístico. Grete Stern era una Neue Frau sin lugar a dudas y eso fue lo que sustentó el carácter crítico de los fotomontajes que realizó años más tarde para Idilio.
En el estudio de Peterhans quiso la vida que coincidiera con Ellen Auerbach, otra Neue Frau con quien montó un estudio fotográfico en el que realizaron diseño gráfico y publicidades. La amistad entre ambas duró hasta el final de sus vidas, quedando documentada en el conmovedor film Ringl + Pit, dirigido por Juan Mandelbaum en el año 1995.
Por ello, cuando Walter Peterhans fue llamado a integrar la Bauhaus −aún en Dessau−, en 1928, Stern tiene el suficiente dinero y poder de decisión para comprar los equipos de Peterhans y montar la citada sociedad con Auerbach. Dos años más tarde, al trasladarse la Bauhaus a Berlín, Grete Stern acompañó a su maestro en algunas de sus clases y fue entonces cuando conoció al fotógrafo argentino Horacio Coppola. En 1933, ante el ascenso del nazismo, ambas amigas con sus parejas decidieron trasladarse a Londres. Desde allí, Stern y Coppola partieron en 1935 para radicarse en Argentina. Auerbach y su pareja se trasladaron a los Estados Unidos. Finalmente, el matrimonio Stern-Coppola concluyó en 1943, si bien Stern vivió en Buenos Aires toda su vida.
Vale decir que cuando Ferrán Bono señala en su artículo en relación con la serie Idilio: “Compuesta por 46 fotografías originales positivadas por el que fue el marido de la artista alemana, el gran fotógrafo argentino Horacio Coppola, al que conoció en la Bauhaus (…)”, cuanto menos construye una falacia. Deja en la invisibilidad la trayectoria de Stern, resalta la gran maestría de Coppola y construye la idea de que le positivaba una serie de trabajos. Digo “contruye” porque no tengo ningún tipo de referencia certera de que esto haya sido así, dado que no existe en el archivo Stern, ningún documento, dato o trabajo de investigación que demuestre que esto es así. Por otro lado, en los diálogos que mantuve con Luis Priamo −biógrafo e investigador de la fotógrafa−, tampoco mencionó esto. A ello se suma que la pareja ya se había separado durante los años que Stern trabajó para Idilio, por tanto, ¿por qué esto debería ser así?
Me pregunto ¿por qué las artistas mujeres no pueden crear una obra sólida, seria, crítica con las herramientas formativas con las que cuentan cuando las tienen, como sucedió con Stern?
Si bien Bono en el citado artículo realiza una descripción correcta de los trabajos de Idilio, argumenta que : “(…) Stern criticaba el sometimiento y la opresión de la mujer y el papel que a menudo ella misma se asignaba en la sociedad, mucho antes de que estallaran los movimientos de los derechos sociales en la década del sesenta y de la articulación artística de la reivindicación feminista”. Las mujeres no se autoasignaban roles, estaban atrapadas entre el derecho a la libertad que por esos años exigía, vale decir, el deseo humano de poder dirigir una misma la propia vida, y la presión patriarcal para continuar dentro del ideal de domesticidad sin posibilidad de vivir otra vida que no fuera la impuesta. En Argentina se han realizado varios trabajos sobre esta cuestión, en relación con Grete Stern, con Idilio y con la construcción de la domesticidad. Por ello, también me pregunto si la modernidad alternativa de la que habló la curadora de la exposición De la Bauhaus a Buenos Aires en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) −donde se expusieron hasta principios de este mes las trayectorias de Grete Stern y Horacio Coppola−, es alternativa para quiénes. Desde la Argentina es una modernidad que se ha estudiado, problematizado y se sigue haciendo, sin que por ello para nosotros sea alternativa. Aquí me suena también esta cuestión de que cuando otras problemáticas son visualizadas por los grandes centros del arte, terminan siendo lo «otro» de lo propio.
Retomando lo señalado, quiero comentar una palabra que ya he visto y leído más de una vez a lo largo de este año y es protofeminismo. Hace unos meses, en la excelente exposición que curaron Agustín Pérez Rubio y Victoria Giraudo, Annemarie Heinrich: Intenciones secretas en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), ambos curadores hablaban de esta fotógrafa como una protofeminista, concepto que se vuelve aplicar a Stern en el citado artículo de El País. Me permito discrepar de esta idea, dado que el feminismo es un movimiento cuyo origen se sitúa en la Ilustración. Cuando a mí como feminista me hablan de protofeminismo, yo entiendo que se pueden referir a Christine de Pizan y su obra literaria La ciudad de las damas (1405), pero no entiendo por qué aplicar este término a artistas del siglo XX que fueron contemporáneas de las luchas que las feministas estaban dando en varias partes del mundo para conseguir el derecho al voto femenino, vale decir, que las mujeres tengan estatuto de sujeto en nuestras sociedades.
Por ello, tanto Heinrich como Stern fueron fotógrafas que ejercieron su libertad humana y creativa, siendo conscientes de que esto no era lo esperado ni lo común para las mujeres de su tiempo. Que no militaran dentro de las filas feministas no las llevó a ignorar lo que sus contemporáneas estaban peleando. Que no se pronunciaran como artistas feministas, debido a que ello no fue una posibilidad dentro del horizonte mental de las artistas hasta la segunda ola de los movimientos de mujeres de Argentina, no las hizo desconocer lo que estaba sucediendo.
De hecho, la serie Idilio de Stern estuvo atravesada cronológicamente por las luchas para conseguir la autonomía política de las mujeres: la discusión que por esos años se llevó a cabo en la Argentina por el derecho al voto femenino. La ley 13.010 fue votada en 1949. Los años de la publicación de Idilio, fueron aquellos en que las mujeres consiguieron su participación ciudadana y realizaron su primera práctica en las elecciones de 1951. Considero que estos debates sí influyeron en los trabajos de Stern, por eso sería interesante que se aluda a ellos.
Celebro las exposiciones de Grete Stern que se desarrollan este año en España, tanto la del Círculo de Bellas Artes de Madrid como la del IVAM en Valencia y espero que estas cuestiones, que no las considero menores, se articulen junto con la obra de Stern, una artista muy libre, tan libre que su obra no deja de dialogar con nuestro presente.
Grete Stern, Sueños, Círculo de Bellas Artes, Madrid. Del 30 de septiembre de 2015 al 31 de enero de 2016.
Grete Stern, Caso de estudio, IVAM, Valencia. Del 3 de diciembre de 2015 al 3 de abril de 2016.