CATACLISMO

ENTREVISTA A AMAYA BOZAL

Amaya Bozal en su estudioAmaya Bozal en su estudio

 

ENTREVISTA A AMAYA BOZAL
Dora Román

A Amaya Bozal le interesa hablar de la mujer, y en ese sentido se identifica con las artistas que han reflexionado sobre la estirpe de la mujer y el cuerpo.

Tu formación fue en Filología e Historia Antigua, ¿cómo comenzaste a pintar?

Pintar siempre pinté; no hice Bellas Artes porque mi padre se empeñó en que si quería ser artista tenía que tener mucha formación, saber mucho de todo y leer mucho de todo, y Bellas Artes no era precisamente el sitio donde se leía mucho. Empecé Historia pensando seguir por Historia del Arte, y al final decidí hacer Arqueología y Prehistoria, pero siempre seguí pintado de manera un poco autodidacta. Cuando tenía unos quince años estuve en el taller de Manolo Valdés y allí es donde vi cómo funcionaba un taller, después hice algún curso en el círculo de Bellas Artes… a partir de ahí fui un poco por mi cuenta.

No estudiaste Bellas Artes pero practicas muchas técnicas, pues no sólo eres pintora, también haces grabado, libro de artista, vidriera, escultura

Hago escultura, sobre todo barro, que es lo que más me gusta; lo del vidrio surgió porque se planteó la idea de hacer unas vidrieras para una iglesia, presenté el proyecto y les gustó, y de ahí me lancé al barro a hacer vidrieras; las de la segunda iglesia ya se hicieron por vitrofusión en el horno, porque las primeras fueron emplomadas. Y libros, siempre me ha gustado hacer libros y leer; la verdad es que hacer libros es un lujo, he hecho los que he podido y si pudiera hacer mas los haría. Grabado hubo una época en la que sí se vendía mucho la obra gráfica, pero decayó con el mundo digital; a mí me gustaba mucho el clásico, el aguafuerte, los ácidos… todo eso; al final es trabajar con cosas que manchan o que corroen. He hecho también un libro infantil sobre El Bosco, lo he escrito y lo he ilustrado, metiéndome un poco en ese campo de la ilustración que cada día me atrae más; hay magníficos ilustradores y el libro para niños es un campo maravilloso. Por ahora he elegido el camino de la pintura y escultura, que ya me parece suficiente, y los libros, y en otras disciplinas habría que trabajar mucho para saber de verdad.

Amaya Bozal tallerMesa de trabajo de la artista

Y también traduces.

Sí, hago algunas traducciones de arte, suelo coger una al año y la hago en verano; traducir siempre ha sido un poco por salir del estudio, por tener la cabeza en otro sitio, porque con tanta imagen acabas un poco agotada. Hace poco se ha publicado Venecia deseada, de Tony Tanner, un libro importante que ha sido un reto, porque es difícil y tiene muchos registros. Tanner escribe endiabladamente y es una obra muy densa que habla de Venecia a través de los ojos de Byron, de Proust, de Ruskin… ha sido complicado.

¿No te atraen los medios audiovisuales?

El videoarte me puede interesar, pero sólo si es bueno, Bill Viola, por ejemplo, pero en general no, no me llama la atención. En fotografía creo que se están haciendo cosas más interesantes que en vídeo. Parto de la fotos para algunas de mis obras y no me importaría hacer algún curso y enterarme de muchas cosas: me atraen el origen de la fotografía, los daguerrotipos, la cámara oscura, las solarizaciones, que sí hago en alguna ocasión, pero aprender bien esta técnica exige un tiempo que no tengo.

Francisco Calvo Serraller te llamó “alfarera de la pintura” y es que los materiales tienen mucha importancia en tu obra, que es muy matérica y en la que trabajas con encáustica, acuarela, morteros, pigmentos, técnicas muy artesanales.

Sí, siempre me ha gustado que los materiales hablen; al tener una formación clásica y de Historia Antigua me remonto a la encáustica, que es la primera pintura que se usó, la pintura a la cera que usaban los griegos, y que llevaba un proceso también de quemado, de calentado. Siempre me ha gustado investigar con el barro y ese tipo de materiales muy primigenios. Los alfareros no utilizan el barro que uso yo porque es muy basto, tiene pequeñas piedrecitas, pero a mí me gusta porque es el que se empleaba en la Edad de Bronce para hacer esos cuencos y esa cerámica Neanderthal que era tan basta. Cuando cuezo las piezas las quemo, busco ese acabado como de excavación, como si estuviera un poco fosilizado por el tiempo…

Amaya Bozal, NimfaeAmaya Bozal, Nymphae

¿Por qué mezclas en tu obra figura y paisaje?

En Nymphae, uno de mis últimos proyectos, se ve cómo se junta todo. Los nenúfares son como un paisaje acuático, lacustre, que al mismo tiempo se relaciona con el cuerpo femenino, que es con lo que siempre he trabajado. El nenúfar está muy metido en la tierra, es una imagen muy asociada a lo femenino desde siempre, siendo una flor adorada en todas las culturas, porque por la mañana sale y se abre y por la noche se retrotrae a su barro del estanque, y eso era un poco como el ciclo de la vida. Al final, cuando trabajo con el tema del cuerpo en realidad es como un paisaje interior; siempre me ha interesado el desnudo femenino, pero desde esta perspectiva, no como algo contemplado desde el punto de vista masculino tradicional a lo largo de la historia del arte, por eso mis cuerpos parecen tierra en el fondo, son como muy lacerados.

Y las cabezas que realizas en pintura y en escultura ¿ocultan alguna reflexión?

Las cabezas tienen una base muy histórica, son las famosas cabezas cortadas iberas que aparecían en sus tumbas, una civilización maravillosa de la Península Ibérica, y esto siempre me interesó. Hice una serie de cabezas en lienzo en 2008 para una exposición en la Galería Rayuela de Madrid, a raíz de un viaje a África. Estuve en Uganda, había un montón de niños que sacaban la cabeza entre platanales… me impresionaron mucho los niños en África, los ugandeses siempre van rapados y me planteé hacer una serie de cabezas que no fueran retratos y que tampoco fueran negros, ni blancos, ni chinos, que fuera como atemporal, como la monumentalización del rostro, y basándome en eso empecé a hacer cabezas muy grandes, monumentales; luego ya pasé a escultura, a hacerlas en barro. Acababa de terminar la guerra de Ruanda, una de las que más ha usado a la mujer como botín, y mi trabajo fue una reflexión sobre el ser humano.

Amaya Bozal, cabezaAmaya Bozal, Cabeza II. Tierra chamotada y pigmentos refractarios 

¿Por eso está siempre más presente el rostro, aunque hablas del cuerpo femenino?

Salvo en escultura, donde alguna parece más masculina, casi todas las cabezas que he hecho son femeninas. Y también es un poco por eso, en África ves un montón de mujeres con el manto que te miran, son un pilar, el sostén de todo en el tercer mundo, la otra mitad del cielo, como dice un proverbio indio. Al final tu propia condición te lleva más a la reflexión sobre la vida de las mujeres, que son las que en realidad sujetan todo, a pesar de ser las más maltratadas, apaleadas e ignoradas. Por eso siempre me ha gustado la representación femenina y en la última exposición he hecho en barro una serie de bustos muy grandes, cuerpos femeninos que son un poco las primeras estatuas griegas, las Korai de terracota que están en el Louvre, esas primeras representaciones de mujer cuyo cuerpo se ha representado desde los orígenes de la historia. A mí me interesa hablar de la mujer y en ese sentido me identifico mucho con todas las artistas femeninas que han reflexionado sobre la estirpe de la mujer y el cuerpo, como Ana Mendieta, Frida Kahlo, la mujer herida y ese tipo de cosas.

Amaya Bozal, rostroAmaya Bozal, Niña

La recurrencia a la historia antigua es muy frecuente en tus proyectos: el recuerdo a los santuarios griegos, el simbolismo de la flor de loto, ¿cómo nacen los proyectos?, ¿de una idea, de una cultura?, ¿tardas mucho en materializarlos?

La verdad es que primero se aparece como una imagen, me pongo a ver el trasfondo de por qué es eso, a investigar, y siempre termino buscando fuentes en la Grecia clásica o en la historia antigua de España. Hago muchos dibujos, luego los paso al lienzo, al barro, también aprovecho el azar. Y soy bastante rápida, suelo estar un año trabajando en un tema hasta que lo exprimo, cuando dejan de salir cosas y voy a otro. No suelo tomarme tiempos libres porque creo que hay que estar todos los días en el estudio y trabajar, trabajar… y el propio proceso creativo, de una manera u otra, te va llevando hacia delante.

Trabajas siempre con música, incluso buscas la apropiada para la obra que estés realizando. Y tu página web también suena.

Sí, la música siempre ha sido muy importante para mí; creo que si hubiera sabido tocar un instrumento no hubiera pintado… Llevo muchos años escuchando música, tengo muchos amigos músicos y, sí, soy muy pesada con eso y determinados cuadros los pinto con una pieza concreta, tocada además por un cierto músico, no me vale cualquier interpretación ni cualquier intérprete. La serie de Era hermoso y tenía voz la hice con la Sonata de Rachmaninov para chelo y piano y he utilizado varias versiones, la del chelista español Adolfo Gutiérrez Arenas y la del noruego Truls Mørk, y no me han valido otras, han tenido que ser esas mismas. Y me gusta también mucho el piano y Maria João Pires; sí, digamos que sí tengo conocimiento musical. La de la web pertenece a El hombre armado (Una Misa por la Paz), de Karl Jenkins.

¿Quiénes han sido tus artistas de referencia y quiénes te interesan actualmente?

De jovencita me gustaban mucho Cézanne, Picasso, también Pierre Bonnard, que maneja muy bien las luces; y en escultura, un gran olvidado, el artista italiano Medardo Rosso, que trabajaba con cera, o Miguel Barceló, aunque no precisamente su barro. Y los de Cuenca, Tàpies, que me parece un gran maestro, Chillida, Sicilia, que ha hecho cosas interesantes, Plensa, Cristina Iglesias… España ha dado grandes artistas. Siempre me ha atraído la gente que trabaja con la materia y de los franceses el color, que es lo que falta en España, el color y la luz. De los expresionistas americanos, Motherwell, Rothko… muchos más. Otro de los más interesantes que hay ahora es Miguel Ángel Blanco, que trabaja con el bosque y con estampaciones verticales (La biblioteca del bosque), y que es un artista totalmente alejado del circuito comercial pero que expone en todos los museos; también la japonesa Chiharu Shiota, José Luis Serzo, Sergio Sanz, Carlos García Alix y su hermano Alberto, Andrea Santolaya… muchos; en general, toda la gente que pinta o que hace alguna cosa con las manos y la materia me interesa.

¿Como ves ahora el mundo del arte? ¿Está valorada la mujer artista?

Yo siempre he sido un poco “outsider” del arte, nunca me integré realmente bien y además lo que yo hago tampoco está de moda. Creo que el mundo del arte se ha venido bastante abajo con la crisis y el IVA cultural ha sido y es bastante dañino… En España no ha habido nunca un mercado real, es un mundo complicado donde son héroes todos los que están, artistas, galeristas, comisarios, críticos, y les cuesta mantenerse a flote. Toda la gente que se dedica a esto lo pasa mal porque no está montado, no hay apoyos ni una estructura clara como en otros países, aquí nunca se ha apoyado nada el arte ni la cultura, y la música mucho menos, y hay muy poca gente que de verdad sepa, que realmente sepa, y a mí esa falta de saber me pone un poco nerviosa. Por eso estoy un poco fuera… a mí lo que me gusta es estar en el estudio, con los libros, con mi música. En cuanto a ser mujer artista, resulta muy complicado, y si tienes hijos más, porque la conciliación laboral y familiar es prácticamente imposible. Un problema básico es que la gente no lee y a los niños tampoco se les inculca, y lo mismo pasa con la música. A ver si cambian un poco las cosas; tendría que cambiar la formación, es un problema educativo, y es una pena, pero siempre quedarán reductos.

¿Cuál es tu libro de cabecera?

Leo por un lado mucho ensayo, especialmente sobre música y también sobre historia antigua. Este verano he leído sobre Bach, y también sobre geografía homérica y prehomérica, y ahora estoy con los cínicos. Novela leo menos, es verdad, aunque este verano he leído una edición nueva de Matar a un ruiseñor de Harper Lee, y poesía. De los actuales me gustan Paul Auster, Javier Marías, Llamazares, Benet, pero sí, tiendo más al ensayo.

Has expuesto en salas nacionales e internacionales y han escrito de ti los mejores criticos, Calvo Serraller, Guillermo Solana, Manuela Mena. ¿Puedes hablarnos de tus próximos proyectos?

Básicamente lo que más me apetece es continuar trabajando, ahondar, profundizar un poco más en mi obra y quizá exponer un poco menos que en los últimos años. Ahora estoy un poco cansada, las galerías se han venido bastante abajo con la crisis y trabajo también por encargo, empiezo a hacer retratos a mi modo. Me apetece recluirme este invierno a profundizar en mi obra y quería empezar una nueva serie de cabezas en cera, que es un material muy orgánico y primitivo con el que se hacían los exvotos; quiero enfrentarme a él, modelarlo y jugar con sus posibilidades de color añadiéndole barnices.

Y mientras me despido de Amaya Bozal (www.amayabozal.com), en un jardín salvaje de la sierra de Madrid donde se oye cercano el croar de las ranas, me cuenta que el prólogo del catálogo de su última exposición en la Galería Antonio Suñer de Madrid lo ha escrito Antonio Muñoz Molina.

 

Copyright de las imágenes: Amaya Bozal.

 

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