DESMONTANDO PODERES Y SILENCIOS
Irene Ballester Buigues, comisaria de la exposición
Desmontando poderes y silencios es una exposición que pretende subvertir las verdades absolutas patriarcales, además de confrontar la violencia de género y el feminicidio a través de la obra de Berena Álvarez Fernández, Art al Quadrat, Yolanda Domínguez, Mau Monleón y Mercè Galán. A través de la fotografía, la acción y el vídeo, tres de las herramientas artísticas menos contaminadas por la tradición patriarcal, todas estas artistas van a desafiar las formas de mirar los cuerpos femeninos, subvirtiendo su invisibilidad y generando vínculos de sensibilización en la opinión pública frente a las violencias machistas.
Según la RAE, desmontar significa separar los elementos de una estructura o sistema intelectual sometiéndolos a análisis, y desmontar poderes y silencios patriarcales, es lo que hace cada una de las artistas que participan en esta exposición. Mònica y Gema del Rey Jordà (Sagunt, 1982) presentan en su vídeo Esperando al príncipe azul, la historia del amor romántico patriarcal, según la cual, las mujeres no estamos completas sin nuestro príncipe azul. Pero la realidad del cuento es otra, es mucho más cruel y hace que nos despertemos de ese sueño con final feliz enseñado por el patriarcado, en el que nosotras somos las dulces princesas. Repetido generación tras generación, Esperando al príncipe azul, es un cuento de hadas donde la desilusión, la rabia y la impotencia son las protagonistas de otra existencia impregnada de violencias machistas donde ellos son los guerreros, los activos, los Ulises, y nosotras las Penélopes, las pasivas, las que esperamos. Este vídeo nos confronta de lleno ante la realidad patriarcal: los asesinatos de mujeres por ser mujeres.
Mercè Galán, Cautivas del silencio
En Cautivas del silencio, proyecto fotográfico, escultórico y audiovisual de Mercè Galán (Valencia, 1963), una joven vestida de color naranja, un color conocido e identificado con el uniforme de los presos de algunas cárceles, arrastra pesadamente los abusos y la violencia sufrida en el espacio íntimo de su hogar. Un lugar dual entre la seguridad y el abuso, donde el agresor queda impune, tras el interior del espacio privado. Ella arrastra en silencio, el peso de la casa que la confina a una violencia familiar, de complejos lazos, hasta que logra romperlos. La casa que acompaña el vídeo está construida con materiales reciclados y frágiles, vinculados a las mujeres, como aros de un sujetador. Una casa aparentemente de muñecas, esconde un interior hostil, violento, cuya espada de Damocles es el cuchillo, un arma doméstica utilizada en feminicidios y presente en titulares amarillistas que se ensañan con las consideradas, según el lenguaje patriarcal, muertas y no asesinadas. No nos matan, nos asesinan. El patriarcado ha silenciado la violencia de género y el feminicidio, así como las voces femeninas. Hasta 1997, y tras el feminicidio en diciembre de ese mismo año de Ana Orantes, no se empezó a denunciar en España la violencia de género. Las violencias machistas son los crímenes más silenciados del mundo. El feminicidio es una pandemia mundial y, como tal, debe ser denunciada frente a la ceguera y a la indiferencia de una realidad, cuya violencia hacia las mujeres y según la politóloga de origen somalí Ayaan Hirsi Ali, es propia de un Holocausto[1], pues se calcula que en todo el mundo están desaparecidas “demográficamente” entre 113 y 200 millones de mujeres[2].
La fotógrafa Berena Álvarez Fernández (León, 1982) se ha propuesto a través de su serie fotográfica Gossypium, subvertir la considerada verdad absoluta trazada en los cuerpos de las mujeres, presentados únicamente como objetos de placer a lo largo de la Historia del Arte. En su trabajo, la mirada masculina y escoptofílica[3], la cual surge del placer de usar el cuerpo femenino como objeto de estimulación sexual, ya no es la protagonista, pues no será deleitada con una Venus, nacarada y objetualizada, sino con la realidad, la misma que impregna de sometimiento y humillación el cuerpo de las mujeres, dentro de la sociedad patriarcal que nos rodea. Gossypium es el término científico para designar las plantas herbáceas y los arbustos cultivados para producir algodón, una fibra sensible a la vez que fuerte, que forma parte de nuestra cotidianeidad, el mismo que nos cubre con dulzura, pero también, el que nos ata con dolor. En este caso, el protagonista de sus trabajos no es el cuerpo femenino, sino el cuerpo masculino. Y en la utilización del cuerpo masculino es donde reside la subversión de la mirada patriarcal, al extremo de que nos repele porque nos increpa. El artista japonés Nabuyoshi Araki ata los cuerpos de las mujeres según la tradición patriarcal japonesa de la técnica del shibari o del bondage. Pero como los cuerpos de las mujeres son consumidos para vender cualquier producto, para ser explotados y para ser abusados, no hay problema, nuestra mirada, educada por la tradición patriarcal, lo tolera. Pero cuando el cuerpo masculino en todas sus partes, incluido su pene, es el atado y el violentado, la subversión feminista llega al extremo de que nos repele porque la consideramos una bofetada, censurándola, pero nunca del mismo modo a cómo nos ha incomodado El nacimiento del mundo de Courbet o La violación de Magritte, donde el pudor envuelve nuestros prejuicios. ¿Por qué toleramos unos cuerpos desmembrados y otros no? ¿Por qué nuestra mirada tolera la violencia en los cuerpos femeninos? ¿Por qué la sociedad patriarcal en la que estamos insertos e insertas llora las muertes de los héroes y no los asesinatos de las mujeres víctimas del feminicidio?
Mau Monleón, Hijas del maltrato
Mau Monleón (Valencia, 1965) en el vídeo Hijas del maltrato se centra en las hijas víctimas, al igual que sus madres, de la violencia de género. Son muy escasos los estudios sistemáticos en los que se analiza el impacto que este tipo de violencia patriarcal tiene sobre las niñas que viven en estos hogares y que, generalmente, comparten y sufren estas situaciones de violencia –directa o indirecta– con sus madres, o aquellas figuras femeninas que desempeñan el rol de madres. De carácter documental, este vídeo forma parte de una serie de entrevistas a hijas residentes en el estado español de entre 19 y 30 años de edad. Las repercusiones negativas de dichas violencias machistas, las encontraremos en su desarrollo evolutivo, emocional, cognitivo y social. En lo que llevamos de año 2015, ha habido en nuestro país cuatro feminicidios infantiles.
Yolanda Domínguez, Registro, 2014
Registro fue una acción colectiva llevada a cabo por Yolanda Domínguez (Madrid, 1977) el día 5 de febrero del año 2014, en la que mujeres de distintas ciudades acudieron a los registros de la propiedad a registrar la “propiedad” de sus cuerpos. La acción fue una protesta contra el anteproyecto de ley de protección de la vida del concebido y los derechos de la embarazada, según el cual se establecían dos supuestos de despenalización del aborto: grave peligro para la vida o salud física o psíquica de la mujer durante las primeras 22 semanas de gestación, o que el embarazo sea resultado de un delito contra su libertad o su indemnidad sexual, siempre que se produzca en las 12 primeras semanas y el hecho haya sido denunciado. Este anteproyecto de ley fue retirado tras la presión de colectivos feministas que salieron a la calle para conformar un movimiento nacional de protesta social, pues legislar sobre nuestros cuerpos implica considerarnos en un estado perpetuo de infancia vacío de inteligencia. En la actualidad y hasta las 14 semanas de embarazo, todas las mujeres mayores de 16 años pueden decidir abortar en nuestro país.
Las obras presentes en esta exposición nos hablan de resistencia. Todas ellas escenifican una forma de resistencia que se opone a las violencias machistas a través de la reacción buscada en la mirada del espectador y de la espectadora. Sus obras no nos dejan indiferentes. Nos hablan de ruptura ante la mirada masculina, pero también nos enfrentan a lo real, motivo por el cual nuestra mirada se inquieta, por ser todas estas obras respuestas rebeldes e inconformistas que entrañan un solo deseo: el deseo de abrir la boca. Tanto que la subversión, lamentablemente, para algunos o algunas, llegará a molestar y a ser criticada.
Notas:
[1] Citado por: Cardo, Horacio: “La violencia mundial contra las mujeres es ya otro holocausto”: http://edant.clarin.com/diario/2006/04/10/opinion/o-01901.htm (24-11-2015).
[2] Ibídem. Citado por: Messuti, Ana: “La dimensión jurídica internacional del feminicidio”, Feminicidio. El asesinato de mujeres por ser mujeres, Atencio, Graciela (ed.), Editorial Catarata, Madrid, 2015, p. 38.
[3] Mulvey, Laura: Placer y visual y cine narrativo, Centro de Semiótica y Teoría del Espectáculo, Universitat de València, Asociación Vasca de Semiótica, Valencia, 1988, p. 5.
Desmontando poderes y silencios, Ayuntamiento de Fuenlabrada, Madrid. Hasta el 11 de diciembre de 2015.