Hito Steyerl, How not to be seen: a fucking didactic educational. MOV File, 2013, vídeo monocanal
HITO STEYERL: DUTY-FREE ART
Isabel Garnelo Díez
Tras la reciente publicación en España del libro de Hito Steyerl Los condenados de la pantalla por la editorial Caja Negra en 2012, el MNCARS presenta ahora la exposición titulada Duty-Free Art, en la que se reúnen trece instalaciones realizadas entre los años 2004 y 2013. Todas ellas previas a su participación en la Bienal de Venecia dentro del pabellón alemán en 2015. Hito Steyerl (Munich, 1966) es realizadora cinematográfica y artista visual, además de escritora en el campo del ensayo y el documental. Doctora en Filosofía por la Universidad de Viena, es actualmente profesora de New Art Media en la Universidad de Berlín. Sus investigaciones artísticas se centran en los medios de comunicación y el análisis de la circulación masiva de imágenes.
Las obras expuestas en el MNCARS consisten en proyecciones de vídeo digital monocanal de alta resolución y videoinstalaciones de tres canales de alta definición, que se adaptan a ciertas estructuras arquitectónicas que, en según qué piezas, pueden servir también como superficie de proyección.
Vista de la exposición Duty-Free Art de Hito Steyerl. MNCARS, noviembre 2015. Fotografía: Joaquín Cortés/Román Lores
En la visita a la exposición, y después de recorrer algunas de las piezas vistas en la jornada anterior, me dispuse a terminar de lectovisualizar la obra titulada Is the museum a battlefield? Mientras esperaba sentada a que comenzara la proyección en los sacos de cemento, que a modo de asientos formaban parte de la instalación, una mujer tomaba medidas de las distancias que había entre los diferentes elementos de la obra y las iba apuntando en su cuaderno. Yo la miraba por el rabillo del ojo, porque no quería interferir en su acción o que pensara que había recriminación en mi curiosidad. La proyección no comienza y sigo esperando mientras otros visitantes permanecen unos segundos de pie frente a la pantalla y pasan de largo sin terminar de ver la obra. Por su parte, la vigilante de la sala observa extrañada el comportamiento de la usuaria. Finalmente se acerca y le pregunta con amabilidad qué está haciendo, a lo que la usuaria no contesta inicialmente porque parece no darse por aludida, enfrascada como está en su tarea. Y la vigilante pregunta de nuevo mientras, dirigiéndose a mí en busca de complicidad, comenta en voz alta lo extraño de su actitud añadiendo, sin dejar de mirarme, que habría sido más normal pedir permiso para hacer lo que quiera que estaba haciendo y que, en último extremo, supone moverse alrededor de la obra con un metro y un cuaderno sobre el que se toman notas y esto parece necesitaría como mínimo de un permiso especial.
La proyección ya hace unos minutos que ha dado comienzo, lo cual me permite no tener que tomar partido e intento llevarlo todo a la vez; me siento cobarde y traidora a partes iguales. La usuaria que se mueve con su metro de un sitio para otro a mi alrededor tomando medidas, la vigilante que se mantiene a una distancia prudencial dando a entender que vigila los actos de la usuaria, y las dos pantallas de la instalación que simultáneamente emiten imágenes diferentes. En una de ellas Hito Steyerl mueve sus manos ante un atril haciendo una lectura, en la otra pantalla se suceden imágenes en relación con su informe provenientes de diferentes espacios, lugares geográficos en un flujo continuo de cambios de plano que van construyendo un relato visual paralelo al del texto. Intento concentrarme porque la obra lo demanda, no es cosa de despistarse. Me ayuda a ello la usuaria que se ha sentado ahora a mi lado –no sé si para tranquilizar a la vigilante–, y parece decidida a mirar la pieza con interés y dejar las medidas para mejor ocasión. Steyerl continúa con su texto en inglés, cuya transcripción leo en los subtítulos mientras mis ojos van de una pantalla a la otra, de Steyerl a las imágenes y a los subtítulos.
Siento la dureza fría del cemento bajo mi trasero. Me pregunto si este material se ha elegido para mantener mi atención sobre el relato. No es cómodo como el de otras estructuras de algunas de las instalaciones incluidas en la muestra que permiten tumbarse sobre grandes cojines acolchados delante de las pantallas. Sin duda consigue su objetivo, estoy bastante inquieta. Como artista me interesa esta forma de producción in situ. Como señala la propia autora, nunca se planteó dar conferencias, ni siquiera escribirlas. Es más, dice que no considera estos montajes obras de arte, sino que le dan la posibilidad de experimentar y poner a prueba sus ideas en un espacio. El museo como lugar de ensayo. En esta estrategia procesual se renuncia a la representación para poner en acción lo que la autora denomina imágenes spam, aquellas que tratándose de representaciones, no obstante, circulan sin ser vistas, lumpendatos las llama Steyerl. La red es un repositorio en permanente crecimiento de este tipo de imágenes e información spam, de imágenes pobres, precarias. Cosas que Steyerl articula, yendo más allá del cine-ensayo, mediante el montaje que su voz en off revitaliza y enriquece al generar significados que las conectan con la historia compartida. Mediante un proceso de apropiación, manipulación, copiado y transferencia, nos permite participar en la imagen desde la que hace hablar a los fragmentos-cosa, ecos informativos, datos confidenciales o no, pero que en el ensamblado que realiza la autora dicen lo indecible. Imagen y palabra se superponen consiguiendo tal vez dar lugar a “relaciones visuales” que nos entretienen e informan simultáneamente. Mi compañera de trinchera, la usuaria, se revuelve en los sacos. Las dos tenemos puestos los cascos con la traducción simultánea; inmersas y aisladas, con el culo frío, seguimos la narración y la imagen, asombradas y divertidas por momentos, pero no hablamos ni nos dirigimos una mirada, aunque yo soy completamente consciente de su presencia e imagino que ella lo es de la mía. Tal vez es esta comunicación directa la que echo ahora en falta. ¿Oye, tú qué opinas de este trabajo? Pero estamos demasiado acostumbrados a esta posición de lejana cercanía que promueven los medios y tratar de hablar con mi compañera de trinchera dentro del museo hubiera sido como hacerlo en el autobús con una desconocida, ¿oye, tú te sientes objeto o sujeto?
El discurso de Steyerl es enorme. Abarca desde las cuestiones sobre el proceso creativo o el género hasta el cuestionamiento del museo como lugar en el que el arte contemporáneo ejerce como catalizador de guerras, operaciones inmobiliarias de reorganización del espacio urbano, maquillaje de estados fallidos y operaciones corruptas, e incluso como un bien en reserva ubicado en no-lugares; contenedores situados en zonas francas, paraísos fiscales donde lo que se acumulan son grandes firmas que viajan a través de redes libres de impuestos moviéndose entre espacios de almacenamiento sin ser vistas, una suerte de museo secreto. Mientras simultáneamente se crean campos de refugiados que acogen a los huidos de naciones en guerra que, dentro de un orden, siguen movimientos similares.
Todas las reflexiones desarrolladas en el trabajo de Hito Steyerl están avaladas por informes confidenciales, mails personales desvelados a través de WikiLeaks y otras fuentes contrastables. La información está ahí, solamente hay que dedicar tiempo a leerla, ponerla en contexto, contrastarla.
Los títulos de las piezas incluidas en la exposición nos permiten hacernos una idea de los temas tratados en ellas: November, Lovely Andrea, Red alert, Stike, In free fall, Guards, Adorno’s grey, I dreamed a dream: politics in the age of mass media productions y How not to be seen: a fucking didactic educational. MOV File.
Afirmar la cosa, dice Steyerl, significa hacerla chocar con la historia.
De gran utilidad resulta para comprender en toda su complejidad el pensamiento de Hito Steyerl la lectura de su libro, reseñado al comienzo de este artículo, así como los textos y datos ofrecidos en la edición del catálogo de la exposición, e igualmente la crítica de la exposición realizada por la escritora y especialista en arte y cultura digital Remedios Zafra, publicada en la revista Babelia (El País 28-11-2015).
Hito Steyerl, Duty-Free Art, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid. Del 11 noviembre de 2015 al 21 marzo de 2016.
Comisario: João Fernandes.
Hito Steyerl, Factory of the Sun, 2015. Instalación en el Pabellón de Alemania, 56 Bienal de Venecia