MARINA NÚÑEZ: EL FUEGO DE LA VISIÓN
Isabel Tejeda
Comisariada por José Jiménez, Marina Núñez (Palencia, 1966) presenta su primera exposición retrospectiva en la sala más céntrica de la Comunidad de Mádrid, Alcalá 31. La muestra ha sido co-producida por Artium, museo al que viajará con posterioridad. En realidad más que la típica retrospectiva al uso que conlleva un discurso cronológico de la artista desde sus primeros trabajos hasta los últimos, se trata de un proyecto de tesis que selecciona algunos trabajos de Núñez a partir del concepto “El fuego de la visión” que, de hecho, titula la muestra. Una pregunta con la que Jiménez inicia el texto de presentación del catálogo: “¿Qué vemos cuando miramos?” y un poema de Antonio Machado citado también por el comisario pueden dilucidar la estructura discursiva de la exposición:
“El ojo que ves no es
Ojo porque tú lo veas;
Es ojo porque te ve”.
(A. Machado, 1917)
“El fuego de la visión” reúne piezas de la ya larga y fructífera trayectoria de Marina Núñez en las que la mirada tiene un importante protagonismo y que la artista representa metonímicamente con ojos, en muchas ocasiones carentes de contexto, de rostro. Las piezas más antiguas de la muestra son sus mantelitos de la serie Siniestro de la primera mitad de los años 90, trabajos en los cuales el discurso era más bien otro: una crítica a los estereotipos de feminidad. Las narrativas feministas primeras de Núñez quedan diluidas ciertamente en la exposición por la presencia testimonial de estas obras y por su participación en un discurso otro que las envuelve y resignifica, si bien es preciso indicar que el comisario subraya la naturaleza de estas obras en su presentación.
Marina Núñez, Sin título (Siniestro), 1994. Lápiz y pelos sobre servilleta de lino, 41 x 41 cm
Esta primera obra de Marina Núñez, que sigo recordando y disfrutando, y que llegó a su clímax con la serie Locas, se servía efectivamente de ojos, aquellos provenientes de la historia del arte, pensados y pintados por los artistas visionarios y surrealistas (con el antecedente fundamental de El Bosco). El uso de los ojos en las obras de los 90 es diferente al que la artista le dio desde principios de la década pasada y en la década actual, obras con las que fundamentalmente se construye la muestra, si exceptuamos Sin título (Monstruas) de 2005. Sin embargo, hay una coincidencia iconográfica que, aunque no es discursiva, de alguna manera conduce a la obra posterior, como nos indica el discurso curatorial.
El concepto de otredad foucaultiano que el feminismo ha aplicado al caso de la historia de las mujeres, y que liga esa historia y sus constructos a lo desconocido, misterioso, peligroso, pero también a lo teratológico, llevó a Marina Núñez a principios de la década pasada a la aplicación de la otredad en la construcción de una metáfora de la realidad que rechaza la apuesta de la cultura occidental por una razón con discursos normativos: su particular diseño del “Hombre de Vitruvio” sobrevolando la muestra pero en caída libre, resume a la perfección el discurso de esta exposición.
Ante una realidad en la que aparentemente solo hay blancos y negros, la artista palentina defiende la existencia de una infinita variedad de tonos de grises, presente de forma radical en la obra que generó en 2012 para Patio Herreriano, en la que liga esa inestabilidad de conceptos al dentro y el afuera, al infierno que se gesta en las profundidades de cada cielo, en el interior de cada unos de nosotros (El infierno son nosotros, 2012). Esta obra de seres inflamados huyendo en realidad de sí mismos, aquí encuentra un acomodo muy interesante al relacionarse en la nave central del espacio, casi en una lectura continua y llena de contrastes, con Huída (2006), Organismo (2011) y la videoinstalación producida especialmente para la muestra, El fuego de la visión (2015).
La mirada hacia ese espacio en penumbras que en el fondo es lo real, es donde quiere situarse la obra de Marina Núñez criticando los discursos salvadores de carácter utópico y realizando una lectura renovada de los distópicos para la que estos pueden “encerrar” más puertas abiertas de lo que parece (Demasiado error, 2010). Una defensa del ensayo-error y de las posibilidades emancipatorias del arte en las que la artista cree sinceramente.
Marina Núñez, El fuego de la visión, Sala Alcalá 31, Madrid. Hasta el 27 de marzo de 2016. Artium, Vitoria-Gasteiz. Del 2 de junio al 1 de noviembre de 2016.