REFLEXIONES SOBRE ARTE Y POLÍTICA EN EL S XXI
Asun Requena, artista
Por nada del mundo se me hubiese pasado por la cabeza realizar estas reflexiones hace unos años, por un lado, porque mi madre ya no nos dejaba hablar de política en la mesa, y por otro lado, porque condicionaba mi vida, en cuanto a mis amigos, mi familia y muchos asuntos más.
De todos modos ya me habían clasificado. Vivo en un pueblo que tiene un kilómetro de lado a lado, y cada persona antes de nacer, ya tiene su apodo heredado de cada familia, que da pedigrí y algo más, los actos de su genealogía.
Ya sabía que en la familia la política había hecho estragos en la Guerra Civil y en la Posguerra, pero ¿con el arte en el siglo XXI?
De la serie “Land in Transit”, que llevo realizando desde principios del 2000, situándola en el entorno donde me muevo y teniendo como base las reivindicaciones de la mujer artista rural, las acciones se caracterizan porque llevo una máscara de luchador mexicano, concretamente de Doctor Misterio, que compré en la fiestas del pueblo. Las máscara es dorada y con una cruz, símbolos que también me representan, pero cómo, ¡performer y creyente! ¿Difícil de entender? Ya sé que creer no ha estado nunca de moda, y más en el siglo XXI. Separo la fe de otras circunstancias y no me dejo amedrentar por doctrinas rancias centradas en políticas eclesiásticas. No distingo géneros, Dios nos hizo a su imagen y semejanza, y sigo las enseñanzas de mi madre. Creo en una Iglesia evolutiva.
Pero volvamos a la máscara. Con ella no quiero ocultar el rostro porque las performances son públicas y de hecho existen fotos con ella y sin ella. Eliminar la identidad sirve para poder identificarnos con el concepto de la performance sin ser “yo” y mis circunstancias.
Aclarada la simbología y conocido el color dorado que me persigue en toda mi obra como símbolo de lo “espiritual”, oigo por lo medios que va tener lugar una manifestación en favor de la bandera de Navarra. ¿Los navarros manifestándose por su bandera? ¡fetén!
Una plataforma de vecinos lo había preparado y por mi cabeza pasó la idea, ¡aún vamos a tener que flagelarnos por ser navarros!
La performance me vino de golpe al pensamiento, pero tuve miedo y pensé en no hacerlo. La mente, una margarita, lo hago, no lo hago, y yo deshojándola. Pensaba por qué no, yo me siento libre, pensé en los pros y los contras de después. Pensé en todas manifestaciones que había vivido durante la vida, lo que había visto y pensé que la performance estaría normalizada; pancartas, fuego, pintadas, gritos, improperios, gente disfrazada, bueno, creía que se asimilaría con facilidad.
Resultó difícil encontrar a quien me grabase, pero lo conseguí. Al final tuvo que ser gente de la familia. A mi hermano no lo cuento porque respeta siempre mi trabajo.
Mi madre cosió la camisa pero no le faltó miedo. Por cierto, ya es la segunda vez que sale la palabra miedo.
Subimos a Pamplona y la grabación comenzó en los bajos del aparcamiento porque mi hermana se empeño en grabar la reacción de la gente. Lo tomaban bien hasta que llegué a la manifestación. Los medios se abalanzaron sobre mí y fue en aquel momento cuando un señor de ojos azules con pinganillo también lo hizo. No estaba dispuesto a que acaparase la atención de los medios, a empujones y hablándome al oído intentó sacarme del recorrido. Mi hermana le gritó que me dejase, que era libre de manifestarme.
A la hora de hacer una performance tengo varias premisas para los que me acompañan y para mí, una es el silencio y otra que quien me acompaña tiene que olvidar quién soy, no deben actuar pase lo que pase. En este caso, a mi hermana se le olvidó.
Conseguí meterme otra vez en la manifestación dejándome llevar, entonces comencé a ver unas cuantas banderas falangistas cuando entraba en la calle vacía. Estas iban al final, que es donde me mandó The blueeyesman, pero me puse detrás de los minusválidos. Los ecos de los gritos me hicieron entrar en un estado catártico, sentí las masas, entonces sentí miedo. Miraba a los demás, había gente que sonreía, otros quedaban impactados, otra me deseaba que la chistorra llevase clavos.
La performance terminó al llegar al Palacio de Navarra. Nos fuimos. Entonces empezaba la segunda parte. ¿Quién era la enmascarada?, ¿qué quería decir?, ¿era de derechas?, ¿era de izquierdas?, ¿quería reventar la manifestación?, ¿era parte de la manifestación y le habían pagado?
Poco tardaron en enterarse quién era y en empezar el ajusticiamiento.
Como en cada obra que hago tienen bastante importancia los textos que realizo, siempre escribo sobre ello antes, durante y después. En este caso caso el texto era político, por supuesto, porque tiene mi opinión, y artístico. Nadie se puede separar de sus actos y sus consecuencias. El pópulo no quiso entender que entre las reivindicaciones estuviese la instalación de la escultura de mi sobrino asesinado, y eso produjo también rechazo. También el acusarme de oportunista y nada más lejos de una performance con carácter curativo.
Para algunos medios de comunicación mi blog se convirtió no en una manifiesto a favor del Arte y sus límites políticos, y también partidistas, sino en comunicado, con lo que la iconicidad de la palabra denota. El mensaje no se mandó a ningún medio, fueron los medios de comunicación los que lo buscaron. El entresacar frases de textos y no contrastar la formaciones produjo una manipulación tremenda; ya no se trató de crítica favorable o desfavorable, que es muy loable. Utilizaron oportunistas del pueblo sin formación alguna en arte, para lanzarse contra mi persona, no contra el personaje, y escribir crítica artística en la sección de opinión, ¡y qué más quiere el ciego que ver!, el globo se fue hinchando. Anónimos, amenazas, ridiculizaciones, desde mi juventud hasta me acusaron de haberme manifestado por la exhumación por los restos de Mola, que les dio también para otro artículo, del cual tampoco contrastaron la información. Esta desinformación también salió del pueblo.
Entre las manifestaciones artísticas, las cuales he respetado, hicieron que fuese Trending Topic. Entre los comentarios: loca, amargada, resentida, ridícula, y yo les comentaba que no lo había hecho para que les gustase, que era una performance y que esta tiene muchos canales. Por un lado, la artista y lo que pretende, por otro, la artista y lo que consigue, otro el público experimentado en artes, a continuación el público que no tiene que ver con el arte, la ratio de edad, el nivel cultural, y el más importante, las fronteras mentales de las personas, que más menos tienen que ver con el nivel cultural, hay excepciones.
De todos los medios de comunicación, solo uno guipuzcoano contrastó la información y se dio cuenta que no formaba parte de los preparativos de la manifestación. Como dice, los periódicos de derecha no se hacían eco de la noticia. Ni una sola línea. ¿Qué pasaba? Los periódicos de izquierda me ponían a caldo, los de derecha me ignoraban, ¡GTF!, y terminaba el texto diciendo que cada vez entendía menos el arte y los artistas.
Meme anónimo
“Fatxistorra» o «Fachistorra” se convirtió en un icono durante unos meses, que todavía se sigue utilizando como concepto de supernavarro, pero aunque la performance cumplió su objetivo, cierto es que acaparó todos los focos, dejando la política en un segundo plano.
Pensar que una chistorra puede hacer tambalear un sistema, es lo que debe preocupar, y no digo por los políticos, sino por la reacción de la gente en los medios y en mi día a día.
Respecto a la manifestación es curioso cómo se trata al hombre y a la mujer. Hay un hombre disfrazado de “Toro” y lo jalean graciosamente llamándole “Torito”. Sobre la performer, toda clase de improperios. También lo hizo alguna feminista que entre sus valores está antes el de la ideología partidista que el de la ideología feminista.
Como artista pude comprobar que la performance es una gran vía de comunicación y poder, por lo tanto, el arte es un instrumento de poder. Quizás la performance es menos explícita que una propaganda publicitaria creada con un fin.
Pude comprobar que las ideologías políticas siguen siendo incompatibles con el arte siempre teniendo en cuenta quién está en el poder en ese momento. El artista que por objeto material o palabras lo incluya en alguna de sus obras, será acosado. Vacíos están los museos de artistas que fueron arrancados por política o censurados, entendiéndose que cumplen Derechos Universales de ética y moral.
Las mujeres siguen siendo tratadas en desigualdad y humilladas, véase en el ejemplo “torete” en redes sociales ó el GIF de la mujer barbie.
La performance sigue sin considerarse arte en 2017.
Las mujeres artistas siguen sin considerarse una parte de la performance. No existe ni un solo escrito de la performance que no sean los de la artista.
Los críticos artísticos navarros y vascos no se han atrevido a escribir sobre la performance, digo ellos porque son los más cercanos. ¿Se necesita distancia territorial e ideológica para poder entender el arte con concepto político?, ¿qué hubiera pasado si en lugar de meterme en la manifestación del 3 de de junio me hubiese metido en otra?, ¿hoy sería más jatorra?
En definitiva y bajo mi punto de vista, la libertad existe como concepto bucólico y pastoril, pero la mente de cada individuo mantiene sus fronteras, las cuales debe romper cada uno. La performance ha abierto las puertas a la abolición del síntoma del “etiquetarlo” todo. Ya sé que la Política vive de ello. A día de hoy hay mucha gente que ha dejado de hablarme y tratarme.
¿Mereció la pena?, me preguntan. Claro que mereció la pena, no por mí, que ya sé a que fui, sino por lo que removió. Pues ¿para qué es una performance?
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