ACOSO Y ABUSO, NO!!
Joana Baygual
A raíz de la campaña aparecida en USA en contra del acoso sexual a las mujeres en el mundo del cine, #metoo, están surgiendo respuestas que intentan minimizar las consecuencias y la consideración del concepto de abuso y acoso sexual, incluso del machismo, como algo relativamente aceptado para algún sector de mujeres, que dicen que el jugueteo y el coqueteo insistente o torpe no son un crimen, que te toquen la rodilla no es un crimen.
Por supuesto que no son un crimen esas conductas que ellas, mujeres francesas de clase burguesa y alta, triunfadoras, y poderosas, intentan justificar. A lo que se refiere la campaña #metoo, desgraciadamente, es a esas situaciones donde, jóvenes que se adentran en la vida, profesional o no, como mujeres, se encuentran en circunstancias en las que se ven obligadas a ceder, intimidadas, vulneradas, acosadas, por su condición de mujeres, frente a la figura poderosa de un hombre, muchísimo más poderoso que ellas, que puede tener en su mano la decisión de que estas jóvenes alcancen sus sueños, no por su valía profesional, sino por su sumisión a él.
Vistas desde una cierta edad, una edad madura, las experiencias que todas hemos tenido, o por suerte no hemos tenido, se ven con una distancia, más o menos difuminada, que nos hace reflexionar sobre las circunstancias educacionales, culturales, sociales que nos determinan para meditar como pensamos.
Francia siempre ha sido un país bandera para la liberación de la mujer, en contraste con la España de la época franquista, católica, puritana, y cerrada de mente. Fue el país de películas como El último tango en París (película franco-italiana, 1972), donde se violó a María Schneider mediante un complot entre Bernardo Bertolucci y Marlon Brando; país de la canción de Je t’aime (1968), y de toda una serie de imaginarios eróticos y seductores que marcaron una época. Pero también es el país de Simone de Beauvoir, autora de El Segundo Sexo (1949), que en la segunda mitad del siglo veinte constituyó la guía más emblemática para la emancipación de la mujer y el feminismo.
En España no crecimos con ese imaginario ni esos modelos, sino que crecimos con una negación a la sexualidad femenina y una moral estricta que modelaba a la mujer, y al final de los 70 y principios de los años 80, después de la muerte de Franco, explosionó una ansia de libertad constreñida, el divorcio, el destape, la roturas de cadenas con la figura autoritaria del marido, la homosexualidad, etc.
En contraste, Estados Unidos es un país dominado últimamente por un puritanismo de apariencia, donde las conductas sociales políticamente incorrectas se esconden hasta que salen a la luz de manera explosiva, generando toda una serie de dimisiones, acusaciones y escándalos.
Es en este país donde se ha generado una de las campañas más mediáticas en referencia al hartazgo de las mujeres de verse obligadas “a pasar por el aro” si quieren llegar a algo.
Pienso que la campaña #metoo es necesaria, valiente, y conveniente. Es pertinente para que las mujeres de países donde no se ha tenido la oportunidad de evolucionar en derechos de las mujeres lo consideren un modelo y empiecen a luchar, poquito a poquito, para hacerse respetar, para que dejen de ser consideradas como propiedades de los hombres, para que puedan desarrollarse como personas en libertad, y que no las maten por ser mujeres. Para que las mujeres que se mueven en un entorno más conservador y machista en general cambien de mentalidad, adquieran “armas”, se empoderen y se hagan fuertes.
Queda mucho para que esas mujeres lo consigan y desde nuestro primer mundo tenemos la obligación moral de luchar también por ellas.
Las mujeres francesas que han escrito ese manifiesto superficial y frívolo, desde su posición de mujeres blancas, occidentales, ricas, bellas y exitosas, deberían realizar un examen de conciencia, y pensar más en las que no han podido elegir libremente. Por suerte, están surgiendo contra-manifiestos en todos los sectores culturales y sociales mundiales. Se necesita una respuesta fuerte y unida, para poco a poco ir cambiando las cosas.
Y Catherine Millet, directora de Artpress, Gloria Friedmann, artista, entre otras, que se lo miren muy, mucho, porque flaco favor nos hacen a las mujeres del mundo del arte.
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