EVA LOOTZ – MARGARITA SALAS: INTÉRPRETES DEL MUNDO*
Carlos Jiménez
“Hablemos de cosas emocionantes”. Con esta invitación Eva Lootz inició el dialogo con Margarita Salas promovido por el proyecto Binomio del CNIO. Diálogo entre el arte y la ciencia que en esta primera vez ha involucrado a dos mujeres tan experimentadas como sobresalientes, llegadas a este encuentro desde mundos distintos que además no suelen interactuar o siquiera cruzarse. Margarita viene de la biología molecular –que le debe un par de descubrimientos decisivos para la comprender cabalmente el funcionamiento del código genético– y con una biografía que se confunde con una trayectoria profesional que la llevó a doctorarse en Química en la Universidad Complutense de Madrid y trasladarse en 1964 al laboratorio de Severo Ochoa en Nueva York, donde se enfrentó al desafío de explicar cómo “la información contenida en el ADN se traduce en proteínas”. Lo logró experimentando con el virus de Colli, “un virus mal afamado”, según ella. Eva Lootz pertenece en cambio al mundo del arte, en el que se adentró con decisión desde 1968, el año de su desembarco en España viniendo de su Austria natal. Sus obras de entonces, suspendidas entre la escultura y la instalación, exploraron intensamente las posibilidades simbólicas y expresivas de los más diversos materiales: arena, carbón, fieltro, parafina, mercurio… En cambio las que viene haciendo desde hace ya un buen tiempo son fruto de su creciente interés por la ecología y los problemas medio ambientales. Memorables sus obras sobre la cuenca hidrográfica del Guadalquivir y sobre las minas de Río Tinto: auténticos palimpsestos de la historia de España y no solo de su geografía o su minería. Obras evidentemente muy distantes y distintas de las investigaciones de Margarita Salas en la misma medida en la que la ecología es claramente distinta de la biología molecular por mucho que el código genético sea algo así como la matriz universal de toda forma de vida. Y las proteínas el elemento común a todas ellas.
Las diferencias no impiden sin embargo el diálogo. Al contrario: lo demandan y lo hacen posible. Como lo demostró Eva Lootz en ese extraordinario homenaje a Olivier Messiaen que fue su instalación La lengua de los pájaros realizada en el Palacio de Cristal de Madrid en 2002, en la que dos músicos replicaban los trinos de los pájaros, tanto los pregrabados como los emitidos directamente por los pájaros que suelen colarse en un espacio que consideran suyo. Cierto: la diferencia entre la música y el trino nos resulta menos intensa, menos audible si se quiere, que la que separa el arte de la ciencia, porque a nuestro ojo le resultan prácticamente invisibles las entidades con las que normalmente lidian ciencias como la biología o la física: las moléculas o los átomos. En cambio no nos resultan para nada invisibles las obras de arte y es quizá por esta razón por la que el dialogo entre Eva y Margarita resulta desequilibrado. En el curso del mismo más que escuchar a Margarita escuchamos lo que Eva dice de sí y de Margarita. Y no porque esta última se calle, que no lo hizo ciertamente durante los encuentros que tuvieron en noviembre del año pasado en el taller de Eva y en el laboratorio de Margarita. No. Lo que quiero decir es que los dos documentos, los dos testigos de ese dialogo –la serie de 59 + 1 dibujo y el vídeo Gestos al margen– son obra directa de la acción de Eva sobre el papel o están dominados por su voz y su pensamiento. Porque es ella quien intenta fundamentar la posibilidad de un dialogo entre el arte y la ciencia afirmando que ambas “establecen relaciones abiertas, en mundos en constante renovación, en donde los significados no son fijos sino flotantes”. La que define a Margarita Salas como a una “mujer menuda y discreta, que nunca hace afirmaciones sobre temas sobre los que no tiene certezas, pero tan decidida, valiente y auténtica que logró imponerse a aquel patriarca del saber de antaño que le negaba la capacidad de investigar por ser mujer”. Y la que al comienzo del diálogo invita a Margarita a hablar de cosas “emocionantes”, evocando a Santiago Ramón y Cajal, quién hablaba de la “emoción del descubrimiento”.
La asimetría entre la expresividad de Eva y el recato de Margarita remite a los estatutos distintos del arte de una y de la ciencia de la otra. Si el ADN, en cuanto silencio código que permite descifrar los secretos de la vida, evoca la tesis cabalística del mundo como un texto que debe ser descifrado, el arte de Eva Lootz reafirma el destino del artista: intérprete o muñeco ventrílocuo del mundo.
* Binomio es un programa del CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas) dedicado a promover el diálogo entre el arte y la ciencia. En su primera edición –cuyos resultados fueron presentadas al público el 7 de febrero, en la sede del CNIO en Madrid– reunió a la bióloga Margarita Salas y la artista Eva Lootz. La idea del programa fue de Amparo Garrido (directora artística del CNIO) acogida y apoyada con entusiasmo por María Blasco (directora del CNIO). Y la comisaria de la primera edición ha sido Mireia Puigverd. Los dibujos de Eva Lootz se expondrán en ARCO 2018 y después se subastaran en beneficio de las investigaciones sobre el cáncer. El vídeo Gestos al margen ha sido realizado Julia Sieiro, la dirección de fotografía de María Gesposo y la edición de Yamila Fernández Colman.
Binomio, Diálogos de arte y ciencia, CNIO, Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, C/ Melchor Fernández Almagro 3, Madrid. Hasta el 6 de abril de 2018.
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