BIS DEL MISMO ESPECTÁCULO
Paqui Martín
Desconocemos cuándo sucedió la primera guerra, el primer éxodo, el primer exterminio de un pueblo… La historia de la humanidad está plagada de ellos. Hoy tenemos la oportunidad de ser espectadores pasivos –o activos– de todos los conflictos en la primera fila del patio de butacas. La inmediatez de las noticias, las imágenes más desgarradoras, invaden nuestras vísceras y reaccionamos ante el dolor ajeno casi como si fuera propio. Pero esa respuesta es tan efímera como la exposición de la noticia que nos golpea de frente, porque, sin solución de continuidad, los medios nos bombardean con otras imágenes: deporte, moda, corrupción… nuestra química visceral se aquieta y relaja, y así seguimos: sobreviviendo. Es fácil poner en uso y abuso palabras como solidaridad, empatía… que se terminan empobreciendo si no las interiorizo y las tamizo para utilizarlas, y así vivirlas en su esencia. Debo recordar cada día y para siempre que esta realidad existe y destruye, aunque directamente no me toque, aunque yo no la vea… ¿O será acaso que el miedo no me deja verla?
Para la realización de las piezas que componen esta exposición, he partido de fotografías del archivo histórico de algunas guerras del último siglo y de las fotos de archivo que nos llegan actualmente a través de los medios de comunicación: prensa, internet, etc., creando la unión entre las fotos y cualquier tiempo. Procedo a trabajar sobre las fotografías para a continuación hacer impresión digital en lienzo o papel Super-Alfa de 250 gramos y utilizando después diversos procedimientos dentro del campo de la obra gráfica y la expresión artística para conseguir los efectos y la imagen deseada.
Las imágenes que utilizo son para mí desgarradoras, unas, y de una ternura impactante otras. En ellas se aprecia el dolor, la incertidumbre, el miedo que el proceso lento de la técnica me permite interiorizar para poder acercarme a ellas con respeto, poner todo mi hacer y saber a su merced, pudiendo de esta manera encontrar una brizna de luz que me permita mostrar mediante el trabajo como en este mundo, sin saber por qué, a millones de personas les toca en la puerta sin previo aviso un conflicto que jamás pidieron, ni pensaron.
La presión del tórculo que junto al metal es capaz de sacar la huella más diminuta, que en ocasiones nos permite reproducir una imagen de forma seriada, ahora lo utilizo para realizar piezas únicas, como medio para trasladar la huella al lienzo o al papel, la huella más profunda, la que nos deja la guerra.
Están presentes las alambradas visibles con su brillante color plata aún nuevo y, cómo no, los gofrados señalando las invisibles, las que marcarán en silencio y para toda la vida a millones de personas que viven la experiencia del horror. La tinta que me permite mostrar el dolor tiñendo de rojo su paso, me permite también contar que esa tierra sobre la que cae es una tierra de nadie y de todos, una tierra sobre la que vivimos y que no nos pertenece. El mismo hilo que utilizo para representar las fronteras y las vallas que nos separan, es también el que me sirve para unir o suturar la herida que la guerra nos deja grabada en la memoria, para envolver y proteger el cuerpo indefenso de aquel que vuelve y encuentra destruido el hogar que le ha dado cobijo. O la seda que, con su sutileza, cubre las manos infantiles en un círculo de protección como si del útero materno que envuelve y protege se tratara. ¿O será acaso…?
Paqui Martín, BIS del mismo espectáculo, Centro Cultural Casa de Vacas, Parque del Buen Retiro, Madrid. Del 29 de marzo al 29 de abril de 2018.
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