ESPACIOS ENTRELAZADOS DE ESTHER FERRER
Asun Requena Zaratiegui
La artista donostiarra Esther Ferrer muestra una serie de instalaciones inéditas en el Museo Guggenheim Bilbao.
Performer desde 1960, cuenta que la performance le ha permitido hacer todo en el arte. Afirma que no es una retrospectiva y es verdad, porque aunque hay obra desde sus comienzos. Faltarían sus series de retratos y objetos. El que no falta es el recuerdo al trabajo de John Cage, en tanto a la investigación del sonido y la música, y sus límites.
La exposición tiene dos entradas, la convencional y, a un lado de la sala, otra que resulta ser una obra de la artista por la cual hay que acceder a la exposición, pero como no se indica, no sabes que debes entrar por ella.
Se trata de una puerta que rellena sus metros cúbicos con boas de pluma a la entrada, blancas y que en el tránsito se transforman en negras. La instalación resulta para unos agobiante, para otros delicada por el roce de las plumas. Sin duda la rapidez en el paso es común a todos hasta encontrar nuevamente la luz. Es una entrada sin salida, un cartel lo prohíbe.
En el conjunto que conforman las instalaciones existe una parte más gestual, por su carácter manual, y otra parte tecnológica. La gran mayoría no muestran los espacios entrelazados donde el hilo sujeta la trama del concepto como podemos ver en Serie de sillas suspendidas (2000-2018). Un habitáculo pintado de negro, donde queda suspendida una silla blanca a base de hilos que terminan limpiamente en la pared dibujando una parábola en cada extremo. En esta instalación es donde mejor se observan los entrelazados junto a otra en la que el hilo está pintado de negro, dejando ver el blanco natural.
Todas estas instalaciones nacen en papel, en sus apuntes que va desarrollando y después lleva a las tres dimensiones.
Materiales orgánicos se dan la mano con metales limpios y livianos que conforman una escultura a picos como si de un encefalograma se tratase, saliendo de un no lugar, la esquina. La artista aprovecha varias veces este recurso en la exposición.
Como si de un cuadro del Renacimiento se tratase, en un espacio rectangular, se encuentra la instalación Elementos Electrónicos (1980-2018) donde resalta el tono verdoso de la composición que llena el suelo de discos de aislamiento y material electrónico de desecho. De vez en cuando, algún foco de coche de diferentes tamaños, y brotan unas columnas de vidrio secuenciado con formas curvas y pesas de metal. Cruzan el espacio algunos hilos cuya sobriedad choca con el movimiento enredado de los demás materiales de desecho. Si esta instalación nos recuerda a una escenografía, otra proyección espacial nos recuerda a un cuadro.
Con color marrón, negro y ocre ha realizado una serie de serpentinas o trayectoria de un movimiento sobre la pared directamente. En el punto de salida ha colocado unos clavos para proyectar el movimiento rectilíneo de las mismas trayectorias.
En la parte más tecnológica de la exposición se nos revela la instalación Risas del mundo con una alfombra plástica, con el mapamundi, y una serie de pantallas de pequeño formato que muestran bocas riendo o en reposo. El sonido siempre ríe en el bosque blanco de monitores que descienden de la pared. Esther ha colocado ensayos sobre la risa en dos estanterías, una invitación al entendimiento a través de la lectura. Sus títulos son: Las Vocales de la Risa de María Satz, La Risa Redentora. La dimensión cómica de la experiencia humana de Peter Berger, La Risa de Henri Bergson, En torno a la cultura popular de la risa, El chiste y su relación con el inconsciente de Sigmund Freud y El Acto de la Risa, de la Revista de pensamiento artístico contemporáneo. Al lado, una sala para grabar 30 segundos de la risa de las personas que quieran colaborar con ella en su nuevo proyecto.
La Premio Nacional de las Artes Plásticas y Premio Velázquez ya prepara una Ópera para Madrid en el Museo Reina Sofía. A sus ochenta y un años, la artista es el referente español por excelencia de la performance con un estilo propio basado en la matemática pura y el realismo del absurdo.
Esther Ferrer, Espacios entrelazados, Museo Guggenheim, Bilbao. Del 16 de marzo al 10 de junio de 2018.
.