Laure Prouvost, Ring, Sing and Drink for Trespassing, 2018
OCUPANDO Y RESISTIENDO
Ana Quiroga Álvarez
Un cuerpo que crea vida es doblemente creadora, en su doble condición de madre y artista. Así concebían la feminidad mujeres como Louise Bourgeois, donde la araña se convierte en esa madre que nos protege; o Niki de Saint Phalle, con sus Nanas multiformes y magnánimas. Una concepción del arte donde el ser supera el cuerpo y lo invade todo. Un desafío desde las entrañas de la feminidad a la masculinidad más tóxica. En plena efervescencia de la lucha feminista, el trabajo de estas artistas nos puede enseñar a resistir, a molestar desde nuestros cuerpos no normativos y a invadir el espacio de lo masculino.
Nacida en 1930 en Neuilly sur Seine, la larga trayectoria de Niki de Saint Phalle la convierte en todo un referente plástico del arte francés contemporáneo. En la actualidad, algunas de sus obras más emblemáticas se encuentran en el Centre Pompidou, donde iniciamos nuestro recorrido. En los años 60, se inició en el arte de la performance a través de su serie Tirs, grabada y registrada en vídeo. En ella, vemos cómo Niki dispara a unas superficies de escayola que contienen bolsas de tinta y otros elementos. A cada tiro, el color sale al exterior, invadiendo la pulcritud de la escayola.
Niki de Saint Phalle, Tir, 1961
Tal y como reconocía la propia Niki en varias entrevistas, la serie Tirs no es más que la culminación de un asesinato sin víctima. A través de la acción llevada a cabo por la artista, un objeto común (la escayola) alcanza el estado de «obra plástica» al liberar la fuerza artística que lo contiene. En Tirs, el marco se deshace en el acto mismo de la creación de la obra. Esto es, es la obra en sí la que se libera del marco y se dota de significado, desvertebrando el eje clásico entre el autor y su creación.
En Niki, la obra adquiere un significado propio más allá de su autora, que le da la vida. Una suerte de alegoría de la maternidad, de ese «dar a luz» y crear por encima de la biología. Metáfora del parto igualmente presente en su obra Crucifixion, donde la femineidad aparece reflejada como una construcción social de la sociedad de masas.
Y es que la escultura es una perfecta asociación del disfraz (la ropa interior de tamaño colosal que la cubre) y del cuerpo consumado (en ese pecho construido a base de juegos infantiles, miniaturas y objetos cotidianos, desde flores de plástico a cubiertos). Así, un inmenso cuerpo de mujer, que nos mira de piernas abiertas, desafía la mirada del espectador, en esa vagina hilada en negro que se muestra sin pudor.
Niki de Saint Phalle, Crucifixion, 1963
Esta perspectiva de la feminidad es la que recogen sus Nanas, esculturas de mujer donde lo abrupto domina, tanto en color como en forma. Creadas en torno a la década de los sesenta, las Nanas configuran ya ese desafío de Niki al sistema patriarcal. En un momento donde el canon de belleza abrazaba fuertemente esa mística de la feminidad de Friedan, las mujeres de Niki se muestran colosales y sin miedo. Sus curvas rompen el marco de lo estéticamente aceptable y sus tonalidades contrastadas parecen mirar al espacio público sin miedo, recordando su esencia maternal.
En ese constante desafío, la fuente de Stravinsky nos despide del Pompidou, camino a la exposición de Laure Prouvost. Inaugurada en 1983, se trata de una creación conjunta de Niki de Saint Phalle y de Jean Tinguely. La obra, situada en la plaza que lleva su mismo nombre, es un poema plástico que homenajea el trabajo del músico Igor Stravinsky.
Con el recuerdo de las Nanas y de la sangre pictural de los Tirs de Niki de Saint Phalle, nos aproximamos al Palais de Tokyo para visitar la exposición de Laure Prouvost «Ring, sing and drink for trespassing» [en español, «Suena, canta y bebe para invadirlo»], donde los senos femeninos se conjugan con el agua y los pasadizos secretos. Una aventura donde la sexualidad roza la infancia sin resultar problemática, donde el jardín familiar se entremezcla con una ácida denuncia al calentamiento global.
Uno de los senos de la fuente de Laure Prouvost
Para acceder a la propuesta de Prouvost, hemos de pasar un túnel oscuro. Mientras atravesamos la pasarela, mensajes esparcidos entre réplicas de senos plastificadas nos hablan de cómo la sociedad de masas se ha hecho con el cuerpo. De cómo ser mujer más allá de la máscara de la imagen, más allá de construcciones artificiales de la feminidad. Una pregunta que parece respondida en esa fuente que preside la «plaza» principal de la exposición. Se trata de la pieza central, constituida por varios senos, que hacen de distribuidores del agua.
Junto con esta fuente lactante, con un interesante apariencia art-pop, el desvencijado jardín que lo rodea nos recuerda la futilidad del ser. Un poema existencialista que hace a su vez de alegato contra el cambio climático. Cabe decir que la propuesta de Prouvost para el Palais de Tokio alberga dentro de sí misma otras pequeñas exposiciones: junto a la fuente principal, un pequeño refugio nos sorprende con senos plastificados en una nevera entreabierta, junto con plantas y jerseys mojados. Al otro lado de la exposición, una escalera metálica de caracol nos permite acceder a un pequeño mirador, desde donde tenemos acceso a una interesante panorámica de la sala central.
Así, podríamos decir que «Ring, sing and drink for trespassing» juega con elementos antónimos que le permiten acceder a un nuevo estado de lo corpóreo. Frente a esos senos que expulsan agua, la desertificación que rodea la plaza parece contradecir esa fuerza maternal que representa la fuente lactante. De esta manera, el cuerpo femenino se convierte en la última resistencia a un entorno carcomido por el consumismo y la deforestación.
Así, la fuente de Prouvost retoma la energía de los Nanas de Saint Phalle, oponiéndose desde su corporeidad al frío entorno que la amenaza. Frente a un sistema inhóspito, Saint Phalle y Prouvost logran alzar sus voces desde la potencialidad de sus carnes, de la creación más pura.
«El día que el calentamiento global convirtió mi jersey en esto».
Una de las micro-instalaciones dentro de la propuesta de Laure Prouvost.
La obra «Ring, sing and drink for trespassing» podrá verse en el Palais de Tokio hasta el 9 de septiembre de 2018 en el Palais de Tokio de París.
https://www.palaisdetokyo.com/fr/evenement/laure-prouvost-0
Las obras de Niki de Saint Phalle aquí citadas pueden verse en la exposición permanente del Centre Pompidou de París.
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