ALICIA FRAMIS O LA ARTISTA COMO EMPRENDEDORA
Carlos Jiménez
Alicia Framis ha creado su propia startup. Quizás lo ha hecho para librarse de las incertidumbres y penurias que hoy agobian a la mayoría de los artistas convirtiéndose en su propia empresaria. O su decisión ha sido simplemente la consecuencia lógica de una línea de trabajo de vieja data orientada a explorar los cambios en las formas de vida que estamos experimentando y que no se limitan desde luego al lebenswelt, a los ámbitos de la familia, el género y la sexualidad sino que incluyen al mundo del trabajo.
Hoy no se trata solo de ser gay, lesbiana o trans y de tener abierta además la posibilidad de casarse y adoptar hijos sino también la de convertirse en emprendedor, en esa clase de empresario de sí mismo que confía sobre todo en su imaginación e inventiva para alcanzar el éxito que le permite librarse de las servidumbres del trabajo asalariado, tan penosas. O del estado de carencia de él, que es todavía peor. La libertad individual tout court es un concepto que resulta común a estos dos ámbitos pero también lo es el de innovación. De hecho Century 22 Real State –la empresa inmobiliaria lanzada por ella– tiene como objetivo el diseño de propuestas inéditas de alojamiento a los innovadores modos de sentirse en familia promovidos por las “parejas el mismo sexo, transgénero o de género fluido, madres solteras”, así como las surgidas de “otros tipos de relaciones amorosas”, según reza el plegable de promoción de la misma que se distribuye al visitante de Pabellón de género, la exposición de obras suyas abierta actualmente en Alcalá 31 en Madrid.
Entre los modelos que ella ofrece se incluyen la casa transgénero, la casa para el hijo tiránico, la casa de perro con ser humano, la casa con amante, la casa para marido agotado, la casa para la madre soltera con au pair y la casa para la familia elegida. En todos ellos se trata de satisfacer necesidades enteramente nuevas o de ofrecerle alternativas inéditas de satisfacción a aquellas que están reprimidas o que aún no han obtenido el reconocimiento social al que aspiran.
La habitación de la arquitectura prohibida se destaca entre todas las obras de Alicia expuestas en esta ocasión porque se ocupa de una figura que las impactantes campañas de promoción de las startup suelen omitir: la del trabajador. Sólo que ella no lo hace para denunciar esa omisión sino por el contrario para proponer una redefinición de la misma. La impecable caseta pintada de negro que aloja esta instalación es presentada como “el primer vestuario para trabajadores de la construcción que se salta las distinciones de sexo tradicionales”, mediante un dispositivo espacial en el que los vistosos cascos amarillos propios de esta clase de trabajadores manuales coexisten con fotos en blanco y negro pegadas en el techo a dos aguas que no son las típicas de pin ups desnudas sino escenas familiares correspondientes a una pareja homosexual que ha adoptado cuatro hijos.
Para subrayar la dimensión de género de este trastocamiento, Alicia trae a cuento el carácter históricamente femenino del álbum familiar. Y para valorizarlo lo asocia con el hecho de que la participación de esos hipotéticos obreros en la construcción de las insólitas casas antes mencionadas –cuyos modelos se enseñan en un monitor igualmente incluido en esta caseta– los haría “constructores” a la vez que “pensadores”. O sea, que ella pretende que el carácter heterodoxo de las casas que ha imaginado obligará a pensar a los obreros encargados de construirlas, por cuanto remueve sus hábitos y prejuicios de género. El problema no es solo que esta pretensión da por supuesto que actualmente los trabajadores trabajan sin pensar sino que el incentivo que Alicia les ofrece para que lo hagan terminara cumpliendo su papel de manera meramente transitoria. Desde el momento mismo en el que sean aceptados socialmente los deseos heterodoxos que satisfacen dichas casas el trabajo de construirlas se normalizará y se convertirá en rutinario.
Alicia Framis, Pabellón de género, Sala Alcalá 31, Madrid. Del 29 de noviembre de 2018 al 27 de enero de 2019.
Comisaria: Margarita Aizpuru.
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