Fons xillografic Rubiralta. Esta es una de las 400 matrices xilográficas de la Colección Rubiralta y Garriga (CRiG) datadas entre los siglos XVII y XIX del taller de los Abadal. Esta saga de grabadores e impresores catalanes es una de las más importantes del panorama iconográfico catalán y peninsular y su producción se extiende por Moià y Manresa, desde la primera xilografía de Pere Abadal en 1651, hasta los trabajos de Ignasi Abadal en el siglo XIX.
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HACIA LA RUPTURA DEL CANON O ¿ACASO LOS MONSTRUOS SON CASI SIEMPRE FEMENINOS?
María José Aranzasti
Hydra (Λερναία) es una de las matrices xilográficas de la Colección Rubiralta y Garriga, una pequeña pero gran obra artística, atribuida al taller de Abadal de la historia catalana del siglo XVII.
Ya conocemos la descripción mitológica de la hydra como monstruo en forma de serpiente policéfala a la que Hércules mató en el segundo de sus doce trabajos, conocida como la Hydra de Lerna.
Desde tiempos remotos, este leit-motiv se ha visto reflejado en las vasijas griegas de figuras negras y rojas, en los frisos de las metopas griegas, en sarcófagos romanos, en cientos y cientos de grabados, y ha sido retomado una y otra vez por numerosos y grandes artistas en sus pinturas, a lo largo de toda la historia del arte.
Rastreamos sobre este monstruo del inframundo, esta Hydra a la que le renacían las cabezas a medida que se las cortaban, y comprobamos que abundan en todas las mitologías y religiones.
Adán y Eva fueron expulsados del Jardín del Edén, del Paraíso y desde entonces se identificará a Eva como la eterna culpable. El miedo irracional hacia las mujeres, la incomprensión masculina hacia ellas, la misoginia que de ella se ha derivado, ha sido siempre una constante en la civilización humana. Solo teniendo presente la mitología griega, podemos enumerar como monstruos a Equidna, la Esfinge, Gorgona, Medusa, Pandora (la madre de todos los males que afectan a la humanidad), las Grayas, las Arpías, Némesis, las Parcas o Moiras, Lamia, Pitón, Quimera, las Sirenas etc. Todas ellas monstruas. Precisamente la mujer ha sido descrita desde tiempos inmemoriales como la culpable de las desgracias de la humanidad.
Sí. Todos estos monstruos femeninos, seres fantásticos crueles y perversos abundan en todas las mitologías y son universales. La hydra en concreto se conjuga con la hybris (ὕβρις), con la desmesura, con el no reconocimiento de los límites. Ya desde la antigüedad clásica griega, la furia, lo irracional, el orgullo, la jactancia de sobresalir en algo y sobre todo el enorgullecerse de ello, estaba castigado por los dioses. Esa posibilidad de no controlar los impulsos, del salirse del canon, de la norma, de la medida se desarrolla en la hybris.
Y frente a la hybris está la sophrosyne (σωφροσύνη), justamente, la mesura, el equilibrio, la armonía, el control de uno mismo: la medida. Es la máxima virtud: el canon.
La historia está siempre en una continua reescritura y ha tenido siempre un discurso masculinista, el del héroe omnipotente. En la historia del arte, que ha sido androcéntrica por autonomasia, la versión idealizada y muy acertada de Griselda Pollock es la del genio y su musa, un “bello envoltorio” del papel femenino en una sociedad patriarcal. Siempre se ha seguido el canon, siempre también masculino.
Dentro del aforismo “Conócete a ti mismo” sería conveniente que las mujeres siguieran su instinto, se salieran del canon establecido, que lo rompieran, que tomaran decisiones para seguir su propio camino, sin imposiciones y dogmas estereotipados, y así poder elegir, en definitiva, vivir en libertad. Toda la sociedad debe ir en búsqueda de otros modelos, para diseñar nuevas estrategias y activar otras formas, lecturas, visiones y críticas para que las mujeres no permanezcan domesticadas.
Por eso, hay que mirar hacia el interior, detectar nuestros fallos y nuestras grandes carencias e ir hacia la ruptura del canon impuesto, y si para ello necesitamos la hybris, bienvenida sea. Y si necesitamos los poderes de la hydra, nos beneficiaremos de su virtud de poder regenerar dos cabezas por cada una que pierde y ser indestructibles, casi inmortales como las hydras reales actuales como son la vulgaris o la magnipapillata, cuyas células no envejecen, igual que las medusas Aurelia aurita o la Turripsis nutricula, que son en definitiva inmortales. Nosotras no somos inmortales, pero romperemos todos los moldes y cánones necesarios para conseguir vivir en igualdad y libertad.
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