JENNY HOLZER. LO INDESCRIPTIBLE
Marisa González, artista
La exposición del Museo Guggenheim Bilbao titulada “Lo Indescriptible” rinde homenaje a la carrera de Jenny Holzer, desde sus inicios a mediados de la década de 1970, cuando su arte despuntaba en las calles de Nueva York con sus cartelas criticas y de protesta. A lo largo de cuatro décadas de trayectoria, aúna arte, política, poesía e historia reciente fusionándose o transformándose en propuestas que adoptan, en numerosas ocasiones, la forma de instalaciones en diálogo con las ubicaciones que las albergan. Esta muestra recorre su dilatado período desde los años setenta hasta hoy, demostrando con su obra su merecido reconocimiento como una de las artistas más influyentes a nivel mundial, merecedora de numerosas distinciones, como el León de Oro de la Bienal de Venecia en 1990.
La artista ha asistido en Bilbao al montaje de la exposición participando muy directamente en las decisiones claves. Conocíamos de Holzer sus luminosos con mensajes y sus bancos de piedra con frases diversas expuestas en numerosos museos de arte contemporáneo, pero en esta exposición nos sorprende con una asombrosa pluralidad de recursos y técnicas.
Holzer aborda con osadía y sentido crítico temas sociales recurriendo incluso al humor para facilitar la interpretación de mensajes que, en ocasiones, son de una dureza extraordinaria. Los visitantes de la exposición se convierten en testigos de la evolución de la praxis de la artista, siguiendo junto a ella, la conciencia política y social de la autora, cuyos temas fundamentales incluyen el poder, la violencia, las creencias, la memoria, el amor, el sexo y la muerte. Su arte se dirige a un público amplio y diverso por medio de un lenguaje directo, conciso y mordaz. El objetivo de Holzer es involucrar al espectador mediante la creación de espacios que provoquen una reacción, respuesta o repulsa, pero en ningún momento deja a los espectadores indiferentes.
Una de sus primeras series es la denominada Truisms (Truismos), que consta de una lista de más de 250 declaraciones compuestas por una única frase, escrita por Holzer entre 1977 y 1979. Estas afirmaciones, semejantes a aforismos, máximas y clichés existentes, reúnen una amplia gama de planteamientos teóricos, filosóficos y políticos contradictorios. Dispuestos en orden alfabético, los Truismos aparecieron primero en pósters callejeros anónimos pegados con engrudo por el centro de Manhattan y, desde entonces, han vuelto a aparecer en camisetas, gorras, letreros electrónicos, suelos de piedra y bancos. Cada frase se limita a una idea, en principio difícil y controvertida, en esencia, una afirmación aparentemente sencilla. Los Truismos analizan la construcción social de creencias, costumbres y verdades sin decantarse por un punto de vista concreto.
En palabras de la propia artista: “Con un letrero o un póster en la calle, dispones del lapso de tiempo que una persona tarda en recorrer unos metros. Con Truismos ofrezco lo que funciona en cuestión de segundos, o en periodos de tiempo ligeramente más largos para aquellas personas que puedan y quieran concentrarse. […] No hay que olvidar que los espectadores son voluntarios. […] Hay frases que son mensajes completos, que puedes asimilar en un instante, pero si alguien desea detenerse durante más tiempo, hay toda una serie en la que aparecen esas frases de tres segundos que es un poco más complicada […]”.
Otra serie posterior es Los Ensayos incendiarios (1979-1982) que, al igual que los Truismos, se pegaron en diversos espacios públicos de la ciudad de Nueva York. Esta serie la extrajo de las lecturas de la artista de manifiestos políticos, artísticos, religiosos y de otro tipo. Originalmente, tal y como se imprimieron en inglés, cada texto tenía cien palabras dispuestas en veinte líneas. Al igual que cualquier manifiesto, la voz de cada uno de esos ensayos propugna una ideología o un punto de vista muy concreto y firme, y adopta un tono sumamente apremiante. Con esta serie, Holzer invita al lector a plantearse la necesidad de un cambio social, el potencial de la propaganda para manipular a la opinión pública y las condiciones que conducen a la revolución.
En Bilbao, estos pósters de colores se encuentran dispuestos en una nueva configuración que cubre toda la pared e incluyen traducciones al euskera, español, francés y alemán.
Dentro de la sala, dos sarcófagos de piedra (uno de mármol rojo de Ankara y otro de granito negro de Nubia) presentan fragmentos del texto de Holzer Lamentos (Laments) de 1989. Escrito durante los momentos más difíciles de la epidemia del sida, Lamentos describe en primera persona la muerte innecesaria de esos hablantes desconocidos y anónimos, entre los que se incluyen mujeres, hombres, niños y un bebé. Un tercer sarcófago, más reciente y hecho de mármol de Sevarezza, muestra un pasaje del poema de Anna Świrszczyńska “Martwa Natura” (Naturaleza muerta), una demoledora crónica de la brutalidad de la guerra, lo cual revela la continuidad de las inquietudes y los materiales de Holzer a lo largo de los años.
Holzer es una artista muy plural en la utilización de recursos que combina desde la producción de documentos efímeros a la construcción de obras sobre piedra. La propias artista afirma: “Aprecio y confío en lo efímero e incorpóreo, y en la roca firme. Llegué a la piedra como material cuando empecé a hacer exposiciones en galerías. No quería que la gente tuviera que permanecer en pie para leer mis textos en letreros electrónicos. Quería que estuviera cómoda y se tomara su tiempo para observar. Así que pensé en proporcionarles bancos, y se me ocurrió que podía escribir en los asientos y que los bancos debían ser de piedra […]. Cuando las palabras están grabadas en piedra, se pueden tocar, se pueden leer con la mano, y quizá podrían percibirse de forma distinta a cuando están escritas en papel. El mármol y el granito congelan el tiempo, mientras que los letreros electrónicos y las proyecciones comunican de un modo diferente. Pensé que las hileras de bancos podían hacer que la gente se imaginara salas de espera, tribunales de justicia, hospitales e iglesias, para bien y para mal”.
Una de las salas aúna diferentes técnicas, como dibujos, bancos, letreros pintados y letreros electrónicos. Esta sala incluye seis bancos de piedra, una selección de bocetos de trabajo realizados sobre papel de calco, una serie de letreros de metal pintados a mano y tres letreros electrónicos. La selección es una buena prueba de la gran variedad de soportes que Holzer ha utilizado para presentar y difundir sus textos, de lo costoso a lo efímero, de lo intelectual a lo popular, incluyendo algunos que, en principio, es posible que los espectadores no interpreten como “arte”, sino que más bien les recuerden a objetos sacados de la vida cotidiana. Al igual que los pósters de Holzer, los letreros esmaltados pintados a mano utilizan la influencia que el lenguaje puede ejercer en los espacios públicos. Sin embargo, a diferencia de los pósters, los letreros pintados nos traen a la memoria los letreros de las calles que vemos en las áreas urbanas. Resaltando el poder del lenguaje institucionalizado, Holzer despliega eficazmente sus textos con injerencias fuera del orden establecido, enfrentando al observador con una contradicción: un texto que parece oficial, pero que, inesperadamente, dice algo muy distinto de lo que podría decir un letrero oficial.
Los bancos de granito negro de esta sala constituyen la primera obra de Holzer en piedra. El texto de Bajo una roca (Under a Rock) de 1986 explora los efectos de la política en el cuerpo humano y las manifestaciones y la persistencia del dolor, en un intento de aproximarse a lo innombrable. Bajo una roca se compuso tanto para bancos de piedra como para leds, y respondía al deseo de Holzer de explorar las diferencias existentes entre leer textos electrónicos que van pasando y sentir con la mano el texto grabado en piedra. De nuevo, el uso de bancos, como el de letreros pintados, recuerda al observador los mecanismos institucionales de presentación de textos, tales como los bancos con inscripciones que encontramos en vestíbulos de empresas, en museos y en muchos otros lugares públicos. Aquí, el contraste entre el soporte formal del banco de piedra, monumental y prosaico a un tiempo, y la fuerza del texto intensifica el impacto de la obra.
Para producir este tipo de bancos antes de que el proceso fuera digital, Holzer realizaba un dibujo a lápiz de grafito sobre papel de calco.
Holzer comenzó a incorporar huesos humanos en su obra a comienzos de la década de 1990 y, en ocasiones, los muestra rodeados de cintas adhesivas plateadas en las que se han grabado las desesperanzadas palabras de Lustmord. A menudo, los huesos aparecen dispuestos sobre una mesa de madera, aunque, para la exposición de Bilbao, Holzer los ha dispuesto acorde con el espacio receptor del museo como site specific.
La nueva serie de pinturas, aparentemente irreconocible en su lenguaje habitual, son obras de una pureza estética, puramente plástica, titulada “Lo indescriptible”. En ellas reúne un grupo de obras pictóricas pertenecientes a la serie Redaction Paintings (Pinturas de censura), que constituye su última producción, en la que se encuentra trabajando actualmente. Algunas cuelgan en ordenadas filas a lo largo de las paredes, en contraposición a otras dispuestas en el suelo en configuraciones aparentemente aleatorias. Desde comienzos de la década de 2000, Holzer ha venido estudiando documentos del gobierno estadounidense que han sido desclasificados con arreglo a la Ley de Libertad de Información (Freedom of Information Act o FOIA). Trabajando en óleo sobre lino, la artista reproduce documentos desclasificados, pero sumamente censurados, entre ellos muchos del ejército americano.
Las fuentes documentales son fidelignas, ya que algunas de ellas proceden de material de la era Bush que data de los comienzos de las operaciones militares estadounidenses en Afganistán e Irak, y documentos del FBI relativos a amenazas terroristas y al contraespionaje informático. Estas nuevas pinturas, que se exponen por vez primera en Bilbao, muestran documentos oficiales publicados recientemente relativos a la investigación por parte del fiscal especial Robert S. Mueller de la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016. Cada documento se amplía digitalmente y el contenido se calca minuciosamente para reproducir de forma fiel tanto el texto como los rastros de la censura. A continuación, se aplican colores y hojas de metal a las superficies de algunos lienzos, a veces realzando el contenido y, otras veces, apartándose de él, produciendo imágenes que invitan al visitante tanto a la lectura como a la contemplación.
En una sala se exponen acuarelas realizadas sobre los bocetos de trabajo en papel de calco utilizados para transferir los documentos desclasificados a lino para las Pinturas de censura. En palabras de la artista: “Yo difumino algunos dibujos seleccionados para hacerlos más vívidos, y luego emborrono y pinto otros. La acuarela exige decisiones ágiles y acciones rápidas para lograr un buen efecto «húmedo sobre húmedo», y eso es más emocionante que escribir correos electrónicos, actividad tan típica en mí. No tengo claro que estas se relacionen con el Expresionismo Abstracto en cuanto a su aspecto y materiales, dado que muestro más aguadas que pinceladas gestuales, por ejemplo, pero espero que el resultado final sea expresivo. Podríamos declarar expresionista el goteo, eso me haría feliz”. Las acuarelas proporcionan un encuentro táctil con el contenido que a menudo queda oculto tras la censura del gobierno estadounidense.
La sala La violencia sexual consta de nuevas instalaciones con leds robotizados. I woke up naked (Me desperté desnuda) incluye testimonios en primera persona de supervivientes de agresiones sexuales y violaciones. Los relatos se muestran en inglés, español y euskera, y provienen de entrevistas con cooperantes y organizaciones sin ánimo de lucro, incluidas Human Rights Watch, Save the Children, Protect Our Defenders, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, y los textos en euskera procedentes de Voces para ver/Ikusteko ahotsak, libro de testimonios publicado por el Departamento de Empleo, Inclusión Social e Igualdad de la Diputación Foral de Bizkaia. El letrero electrónico recorre toda la sala sobre un sistema de carriles con un movimiento a ratos lineal y a ratos descontrolado e imprevisible.
I woke up naked se extiende hacia Purple (Púrpura) de 2008 una sucesión de letreros de leds curvos compuesta por 19 elementos que recuerdan a costillas humanas, una obra que se pone en movimiento por primera vez en esta exposición. Púrpura muestra otro de los textos de Holzer, Lustmord (Crimen sexual) de 1993-1995, en inglés y español. Centrada en el uso instrumentalizado de la violación como arma de guerra en la antigua Yugoslavia, Lustmord toma su título de una palabra alemana que denota un asesinato cometido para obtener placer sexual. Los textos de esta serie, redactados desde la perspectiva del autor, la víctima y el observador de esas violentas relaciones sexuales o de sus consecuencias, abordan el tema de la violencia sexual en sus múltiples manifestaciones.
Sala de inspiración. Esta inmensa sala nos desconcierta hasta el punto de cuestionarnos como es posible tal pluralidad y disparidad de resultados, hasta que llegamos a la conclusión de que algunas de las obras eran de Louise Bourgeois. Por fin leemos que en esta sala se muestran obras de artistas clave que han inspirado a Holzer o que han captado su atención a lo largo de los años, incluyendo a Louise Bourgeois, Paul Thek, Alice Neel y George Grosz, algunos de los cuales fueron amigos de Holzer. La mayoría de las obras que se exhiben provienen de la colección de dibujos y esculturas de la artista, si bien algunos proceden de otras colecciones, incluyendo el Paul Thek Estate de Nueva York y el Louise Bourgeois Studio. La sala revela afinidades, precedentes, y todo un abanico de modelos para tratar el mismo grupo de temas –violencia, justicia, belleza, amor, poder y abuso de poder– que ha preocupado a Holzer durante décadas.
Jenny Holzer por Nanda Lanfranco
Durante más de cuarenta años, Jenny Holzer ha venido presentando sus mordaces ideas, argumentos y aflicciones en lugares públicos y exposiciones internacionales, incluyendo el World Trade Center, la Bienal de Venecia, los Museos Guggenheim de Nueva York y Bilbao, el Whitney Museum of American Art y el Louvre Abu Dabi. Holzer recibió el León de Oro en la Bienal de Venecia en 1990, el Crystal Award del Foro Económico Mundial en 1996 y la Medalla Internacional de las Artes del Departamento de Estado de Estados Unidos en 2017. Asimismo, tiene doctorados honoris causa por el Williams College, la Rhode Island School of Design, The New School y el Smith College. Actualmente, vive y trabaja en Nueva York.
Jenny Holzer, Lo indescriptible, Museo Guggenheim, Bilbao. Hasta el 9 de septiembre de 2019.
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