CATACLISMO

LA PINTORA MENCHU GAL EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

LA PINTORA MENCHU GAL EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO
África Cabanillas Casafranca

El 7 de enero de 2019 hizo cien años que nació en Irún (Guipúzcoa) Menchu Gal, quien llegaría a ser una de las pintoras más reconocidas de la España de la segunda mitad del siglo XX.

Para celebrar este centenario, la Diputación Foral de Guipúzcoa, el Ayuntamiento de Irún y la fundación que lleva el nombre de la artista han organizado la muestra Menchu Gal. Vivir pintando, pintar viviendo (1919-2019), durante el pasado verano en el centro cultural Koldo Mitxelena, en San Sebastián, y en el mes de octubre en la sala de exposiciones Menchu Gal, en Irún. En ella se exhiben veintitrés cuadros que recorren gran parte de la carrera de la creadora, desde 1943 hasta 1980, así como los diferentes géneros que cultivó: el paisaje –por el que fue más conocida–, el retrato y el bodegón.

Figura destacada de la renovación artística española, sobre todo durante las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo XX, su trabajo, que siempre se mantuvo dentro de la figuración, estuvo caracterizado por un empleo muy original del colorido, libre y exhuberante, de clara influencia fauve, y por una enérgica pincelada. Los lienzos La roca, La casa blanca, Vista aérea de Fuenterrabía y Paisaje de Elizondo, todos ellos pintados durante los años setenta, reflejan muy bien su estilo de madurez. Entre los retratos expuestos, sobresale el que hizo de su madre en 1965, un tema recurrente en su producción, debido a la elegancia y serenidad que transmite[1]. Y de las naturalezas muertas destacan el Bodegón de los erizos y el Bodegón con sandía y otros objetos, de 1961 y 1966, respectivamente, inspirados en el Cubismo, pero sin descuidar el color.

La roca, 1972. Óleo sobre lienzo, 115 x 95,5 cm. Ayuntamiento de Irún

Esta es una exposición muy interesante y pertinente, aunque, sin duda, modesta para el centenario de una artista de su relevancia, tanto en el ámbito vasco como en el español, ya que a partir de 1945 estableció su residencia en Madrid. Aparte, y como es habitual en las muestras de tipo local o regional alejadas de los dos grandes focos artísticos que son Madrid y Barcelona, ha tenido poca repercusión en los medios culturales nacionales. Lo mismo ocurrió en 2018 con la última exposición monográfica de Delhy Tejero, otra de las grandes pintoras de la época, celebrada en Toro (Zamora) a propósito del cincuenta aniversario de su muerte.

Menchu Gal (1919-2008) viajó, con solo trece años y gracias a una beca, desde su Irún natal hasta París, donde durante cuatro meses estudió en la escuela del pintor cubista Amadéé Ozenfant y en la academia de la Grande Chaumière. Luego, completó su formación en Madrid –se alojó en la Residencia de Señoritas entre 1935 y 1936–, asistiendo como alumna libre a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y a las clases de la pintora Marisa Roësset. Tras una segunda estancia en París, en la que recibió lecciones de André Derain, y el paréntesis de la Guerra Civil, se estableció en Madrid; primero de forma intermitente y a partir de 1945 definitiva. Allí entabló amistad con Daniel Vázquez Díaz, Benjamín Palencia y Álvaro Delgado –que se casaría con una de sus hermanas–, quienes la ayudaron a abrirse camino en el ambiente artístico de la capital. Con este último, Martínez Novillo, Luis García Ochoa, Agustín Redondela y otros creadores formó el grupo conocido como Escuela de Madrid. Unidos por un objetivo común, la renovación figurativa frente al academicismo que defendía el arte franquista oficial, se dieron a conocer en la galería Buchhloz en 1945. También compartió con ellos su predilección por el paisaje, género que predominará a lo largo de toda su producción artística, lo mismo de Castilla que del País Vasco.

Bodegón con sandía y otros objetos, 1966. Óleo sobre tabla, 67 x 108 cm. Fundación Menchu Gal

Desde entonces, se sucedieron sus exposiciones, llegando en 1950 a mostrar su pintura individualmente en el Museo de Arte Moderno de Madrid, lo que supuso una reconocimiento de su calidad. De hecho, durante su carrera su obra se exhibió en algunas de las galerías más importantes y avanzadas de la capital, por ejemplo, Biosca y Juana Mordó. A la vez, fue una artista habitual de las salas de arte y los museos vascos, así como del norte de España, por ejemplo, Santander, Zaragoza y Barcelona. Incluso tuvo una considerable proyección internacional gracias a su participación en la década de los cincuenta en la XXV Bienal de Venecia y en las dos primeras ediciones de la Bienal Hispanoamericana de Arte, entre otras muestras en el extranjero.

1959 fue un año crucial en su trayectoria, ya que se convirtió en la primera mujer en ganar el prestigioso Premio Nacional de Pintura. Además de éste, recibió otros muchos galardones en su vida, como varias medallas en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes –certámenes que desaparecieron en 1965–, en particular, en el País Vasco; el último de ellos la Medalla de Oro de Guipúzcoa y el Ayuntamiento de Irún en 2005[2].

Aparte de como pintora, Menchu Gal, de carácter fuerte y libre, destacó como ejemplo de mujer que en un mundo artístico dominado por los hombres, más si cabe en los años del Franquismo, supo desarrollar una dilatada y sobresaliente carrera artística. Se convirtió, así, en ejemplo para muchas artistas de generaciones posteriores.

Retrato de mi madre, 1965. Óleo sobre lienzo, 100 x 81 cm. Colección D.F.G. Gordailia

Después de la muerte de la pintora en 2008, se han celebrado exposiciones individuales de su obra regularmente, ante todo, en el País Vasco. Así pues, su pintura ha conseguido una considerable divulgación, sobre todo, si la comparamos con la de otras mujeres que desarrollaron su carrera artística bajo el Franquismo. Las creadoras que se vienen recuperando desde hace, aproximadamente, dos décadas son las artistas vanguardistas que crearon su obra durante la Segunda República y que marcharon al exilio. Los ejemplos más conocidos hoy en día son los de María Blanchard, figura sobresaliente del Cubismo que murió en París en 1932; Maruja Mallo y Remedios Varo, vinculadas al Surrealismo, que durante la Guerra Civil huyeron a Argentina y Francia, respectivamente –esta última marchó a México en 1941, cuando se produjo la ocupación nazi del país galo–. Por el contrario, las pintoras que permanecieron en España, incluidas las que vivieron lo que se conoce como el «exilio interior» e hicieron un arte más innovador, han recibido poca atención por parte de la crítica y la historia del arte. Y ello a pesar de que tuvieron gran relevancia en los ambientes culturales después del conflicto bélico –y muchas veces también antes–. Tales son los casos de Delhy Tejero, Pitti Bartolozzi, Marisa Roësset, Rosario de Velasco, Teresa Condeminas, Olga Sacharoff o, con posterioridad, de Menchu Gal, Esther Boix, Juana Francés, Mª Victoria de la Fuente y un largo etcétera. La única excepción es Ángeles Santos, cuya obra lleva años siendo redescubierta. Ahora bien, solo aquellas pinturas que realizó antes de su matrimonio, en 1933, y del estallido del conflicto bélico.

Vista aérea de Fuenterrabía, 1973. Óleo sobre lienzo, 87,5 x 103 cm. Fundación Menchu Gal

A la revalorización de la obra de la pintora en la actualidad ha contribuido, en gran medida, la Fundación Menchu Gal, creada en 2010, dos años después de su muerte. Gracias a esta organización, existe una sala de exposiciones permanente Menchu Gal en Irún y sus lienzos se han expuesto en diversas ciudades, principalemente de la geografía española: Bilbao, Vitoria, San Sebastián, Valencia, Málaga o Marbella, pero también del extranjero, por ejemplo, en Nueva York. También ha llevado a cabo la publicación de varias monografías y catálogos de su producción artística, junto a ciclos de conferencias. Sin embargo, es de lamentar que sobre esta fundación, según la crítica de arte Elena Vozmediano, exista la sospecha de que, en lugar de tener como objetivo «conservar, estudiar y difundir el legado artístico y cultural»[3] de la pintora, como corresponde a una organización sin ánimo de lucro, persiga comercializarlo[4].

Además de esta exposición, el programa del centenario del nacimiento de Menchu Gal incluye otras actividades, como una muestra de grabados en el CBA (Carlos Blanco Aguinaga Espacio Cultural), de Irún, un ciclo de cine, conferencias y talleres educativos. Si pueden aprovechen esta ocasión para conocer la brillante trayectoria de esta artista.

Menchu Gal trabajando en su estudio

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Notas:

[1] María Condor Orduña, «Vivir pintando, pintar viviendo», en VV.AA., Menchu Gal. Vivir pintando, pintar viviendo (1919-2019), Koldo Mitxelena Kulturunea, 17 de julio-28 de septiembre de 2019, Irún, Fundación Menchu Gal, pp. 77-78.

[2] Iñaki Moreno Ruiz Eguino, Menchu Gal, 24 de mayo-3 de julio de 2008, Ayuntamiento de Irún, 2005, pp. 13-59.

[3] http://www.fundacionmenchugal.com

[4] Elena Vozmediano, “… y la operación Menchu Gal”, El Cultural, 28-01-2013.

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Bibliografía:

Moreno Ruiz Eguino, Iñaki, Menchu Gal, 24 de mayo-3 de julio de 2005, Irún, Ayuntamiento de Irún, 2005.

Vozmediano, Elena, “…y la operación Menchu Gal”, El Cultural, 28-01-2013.

VV.AA., Menchu Gal. Vivir pintando, pintar viviendo (1919-2019), Koldo Mitxelena Kulturunea, 17 de julio-28 de septiembre de 2019, Irún, Fundación Menchu Gal.

http://www.fundacionmenchugal.com

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Menchu Gal. Vivir pintando, pintar viviendo (1919-2019), Sala de exposiciones Ganbara de Koldo Mitxelena Kulturunea, San Sebastián. Del 17 de julio al 28 de septiembre de 2019. Sala de exposiciones Menchu Gal del Palacio Sancho de Urdanibia, Irún (Guipúzcoa). Del 11 de octubre de 2019 al 18 de enero de 2020. 

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