
Carlos Jiménez, El libro de las artistas, Cendeac, Colección Infraleves, 2019.
Rocío de la Villa
Quizás pueda parecer que este volumen tiene un título engañoso. Muy sugestivo, El libro de las artistas, al abrir a la imaginación múltiples posibilidades, se trata en realidad de una recopilación de críticas sobre exposiciones de artistas mujeres desde 2012 a la actualidad a cargo de Carlos Jiménez. Después de otras recopilaciones, como La escena sin fin. El arte en la era de su big bang (2013), efectivamente este su libro de las artistas.
Una miscelánea en la que, inapropiadamente, se han colado al principio dos artículos sobre “Julia”, el conocido monumento de Jaume Plensa. A los que se suman cuatro decenas de textos cortos bajo el epígrafe “Calas”, donde no abunda el análisis feminista, aunque en el proemio Jiménez reconozca “cuanto están aportando en la condición de artistas, académicas, investigadoras o activistas en una redefinición tanto del arte como de la cultura que pasa evidentemente por la liquidación de su tarea patriarcal”.
Sin embargo, siempre es un placer leer al crítico colombiano, residente en España desde hace décadas, cuyo estilo se caracteriza por las conexiones inesperadas y eruditas, al servicio de una maquinaria hegeliana de base, soslayando el análisis formal y que da lugar a un innegable compromiso político.
Viajero infatigable, Carlos Jiménez habla no solo de exposiciones y performances en nuestro país, también en museos europeos y americanos y bienales. A pesar de conocer bien la escena artística en España, siempre destaca su interpretación de obra de artistas latinoamericanas, como Velospua Jarpa, Beatriz González, Beth Moysés, Doris Salcedo, Cecilia Paredes, Tania Bruguera o Regina José Galindo, quien protagoniza junto a Cristina Lucas, dos de las interpretaciones más fecundas, fornidas de un background de teoría de arte feminista que Jiménez maneja bien, aunque no se considere especialista.
Además, este pequeño y ameno volumen, que hay que beber a pequeños sorbos como los caldos sustanciosos, contiene también cuatro ensayos algo más largos pero, sobre todo, de interesante complejidad, entre los que destacaría los dedicados a la relación entre arte y lenguaje en Dora García, y las series dedicadas a arqueología industrial de Marisa González.