Hay administraciones que consideran más urgente erigir monumentos conmemorativos a los fallecidos por COVID19 que fortalecer sus sistemas sanitarios o paliar las necesidades de sus ciudadanos. Y con las prisas, se precipitan los olvidos.
Sorprenden esas urgencias por instituir la memoria de las víctimas de la pandemia, cuando según muchos epidemiólogos nos hallaríamos aún a mitad del proceso, entre la incertidumbre de rebrotes y la llegada de una segunda oleada a la vuelta del verano y quizás alguna más, antes de que se disponga de vacuna o terapia eficaz. Sorprende, aún más, cuando se trata de esos mismos ayuntamientos o comunidades autónomas regidos por partidos políticos que desprecian la «memoria histórica» del trauma sufrido en nuestro país por la guerra civil, el golpe de Estado y la posterior dictadura que llegamos a sufrir al menos la mitad de ciudadanos que aun habitamos este país. Incluso destruyendo y/o anulando proyectos de esa «memoria histórica».
Urgencias que, de paso, olvidan también las buenas prácticas, otorgando o recibiendo encargos a dedo, sin una mínima reflexión sobre la noción de memorial público por la que, desde hace décadas, se rechazó el monumento tradicionalmente concebido como un pivote (fálico) erigido en la ciudad para conmemorar al prohombre, para pasar a una estructura horizontal como lugar compartido por pluralidades en el espacio público.
Según informaba Europapress el pasado 24 de mayo, en el transcurso de una videoconferencia con los alcaldes de las ocho ciudades, el presidente de la Junta de Andalucía Juanma Moreno ha explicado que la Asociación de Empresarios del Mármol de Andalucía ha impulsado «de manera altruista» la realización de unas esculturas de homenaje a los sanitarios y a todos los sectores «esenciales» que han trabajado en esta crisis sanitaria, para lo que dicho colectivo ha cedido mármol extraído de las conocidas canteras de Macael, y «ha asumido el coste del diseño, la producción y el tallado de la piedra» para la elaboración de un total de ocho esculturas. Moreno ha explicado que estas esculturas han sido obra del escultor José Antonio Navarro Arteaga, que «ya las ha terminado, diseñado y entregado» tras la realización «de un boceto de barro», y representan unas manos aplaudiendo, evocando los aplausos diarios a las 20,00 horas que se han ido dando desde los balcones a lo largo de esta crisis. A las ocho ciudades andaluzas, por tanto, solo les tocaría encontrar su ubicación.
Todavía más polémico ha sido el anuncio y la posterior retirada de la escultura Los héroes del Covid-19, presuntamente donada por su autor, Víctor Ochoa, y presentada en la Real Casa de Correos por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. La polémica surgió tras conocerse que la obra habría sido creada een 1995, como demuestran varias imágenes subidas con socarronería a las redes sociales.
Por tanto, tras el oprobio sufrido, la Comunidad de Madrid se insiste ahora en el proyecto de un monumento conmemorativo ubicado en un lugar abierto. Y que será resultado de un concurso público y seleccionado por dos comisiones, técnica y ciudadana.
Bajo el enunciado «Una buena imagen vivirá siempre», el comunicado de la Unión de Artistas Contemporáneos de España alude a la importancia de esa representatividad colectiva vinculada a la ética de lo público al mostrar su descontento por la falta de aplicación de las Buenas Prácticas en el encargo o aceptación de monumentos conmemorativos a las víctimas de la crisis sanitaria.
Y concluyen: «Por ello remarcamos la importancia de realizar concursos públicos en los que se aplique la transparencia y la igualdad de oportunidades, así como planes estratégicos en los que se cuente con profesionales del ámbito artístico, académico, arquitectónico, urbanístico, etc. que construyan un entorno desde la cercanía y acorde al contexto, más aún, ante una situación histórica como la que vivimos. Por consiguiente, debemos de dar importancia a los símbolos o iconos que representen este momento, así como a otros de mayor o menor impacto o relevancia, ya que pasarán a formar parte de nuestro patrimonio futuro».
Otro frente a vigilar. Veremos.
