CATACLISMO

PRESTIGIO Y PODER

PRESTIGIO Y PODER. Sobre genealogías masculinas y borrado de las mujeres

Rocío de la Villa

¿Puede publicarse hoy, en pleno siglo XXI, un libro que excluya a las mujeres del relato de la historia del arte en nuestro país desde la Transición? Increíble, pero cierto: sí, se puede, como ha hecho el historiador del arte Juan Albarrán (Zamora, 1981) profesor contratado en la Universidad Autónoma de Madrid, contando además con el respaldo de un conocido sello editorial y las reseñas de profesoras y alumnas colaboradoras[1]. Habitualmente, destacamos lecturas provechosas, pero tan importante es alertar de lecturas tóxicas.

Disputas sobre lo contemporáneo. Arte español entre el antifranquismo y la postmodernidad engaña desde su inicio. No se trata aquí de los debates efectivamente acaecidos, sino de proyecciones especulativas desde un relato muy sesgado sobre el arte contemporáneo en España impuesto en la última década, del que Albarrán es un lacayo más. No abundaré en los gruesos defectos ya señalados por otros críticos: desde la carencia de argumentaciones sólidas y escasa y errónea bibliografía, al baile por décadas en asignaciones cronológicas, todo lo cual es francamente lamentable en un historiador[2]. Para empezar, solo subrayaré que sería inimaginable -si se tratara de las “disputas sobre lo contemporáneo” en el arte español de las últimas décadas- extirpar la irrupción del feminismo, que de hecho ha supuesto la más importante renovación de la historiografía y la teoría artísticas.

Entonces, ¿de qué trata este ensayo en pequeño formato? A lo largo de las poco más de doscientas páginas, van desfilando los contendientes elegidos en las supuestas disputas: arte y política, nuevos medios, modelos de museos, estética relacional … protagonizados por historiadores y teóricos que rivalizaron, según Albarrán, en “prestigio y poder” con sus posturas ante el arte en España. Como si se tratara de un relato mítico, entre estos “prohombres” se destaca a José Luis Brea, Simón Marchán Fiz, Marcelo Expósito y Rafael Doctor. Es llamativo que Albarrán deje en un tercer plano precisamente a los más poderosos Francisco Calvo Serraller y Manuel Borja-Villel, frente a los que apenas presenta alguna objeción de pasada. Aunque haya otros secundarios, como Félix Guisasola y Jesús Carrillo y, en especial, los artistas Darío Corbeira y Santiago Sierra, que dan pie a la inclusión autobiográfica del propio Juan Albarrán, autolegitimado así en el relato. La estructura es tan burda y tan antigua que casi da rubor describirla.  Se trata de la construcción de una genealogía masculina, en la que el autor va criticando uno a uno cada “héroe”, aplicando la consabida operación de “matar al padre”, con el fin de inscribirse en tal genealogía.

El resultado es el borrado de todas las mujeres que en sucesivas etapas tuvieron más que decir sobre el arte español, más prestigio y más poder que cualquiera de los mencionados. Me refiero a Mar Villaespesa, a Rosa Martínez, a la propia Rosa Olivares editora de este fiasco; y también, a María Corral y Rosina Gómez-Baeza, y las galeristas Juana Mordó, Soledad Lorenzo, Juana de Aizpuru y Helga de Alvear, auténticas constructoras y valientes emprendedoras y renovadoras de lo contemporáneo en el arte en España, sin las que es imposible conjeturar relato alguno. Lo que hace que este ensayo de Juan Albarrán sea totalmente prescindible: un libro para la hoguera.

A comienzos de los años ochenta, la novelista y ensayista Joanna Russ publicó Cómo acabar con la escritura de las mujeres, que debería leerse más en el ámbito de las artes visuales, ya que Russ no solo se refiere a escritoras, también a artistas plásticas, abundando en ejemplos tomados de la historia y crítica literaria y del arte, y que hoy sigue vigente. Uno por uno va analizando los tópicos que han funcionado para el borrado de las mujeres, fórmulas de un decálogo que vendría a decir: “No, no lo escribió ella… Vale, lo escribió ella, pero no debería haberlo hecho. Pero fíjate sobre qué cosas escribió. Bueno, si total solo escribió un libro bueno; y no es una artista de verdad y no se trata de auténtico arte (es algo “femenino”). Y seguro que alguien la ayudó (un hombre, claro está). Y si lo escribió ella, sin duda se trata de algo poco habitual, excepcional, que no tendrá ni antecesoras ni predecesoras”. Pero para borrar a todas del relato, qué duda cabe, la estrategia más eficaz es ni siquiera mencionarlas.


[1] Cfr. Lola Visglerio Gómez, “Prestigio, poder y legitimidad en las narraciones sobre el arte contemporáneo español, Revista Historia Autónoma, Nº. 15, 2019, págs. 255-258; Rocío Robles Tardío, “Juan Albarrán. Disputas sobre lo contemporáneo. Arte español entre el antifranquismo y la posmodernidad, Goya: Revista de arte, Nº 371, 2020, págs. 169-170.

[2] Vid Paco Barragán, “La re-vuelta de lo contemporáneo” en artishock: https://artishockrevista.com/2019/06/10/la-re-vuelta-de-lo-contemporaneo/

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