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INVITADAS. LA RESPUESTA URGENTE
Las hemos visto tan solas, tan maltratadas, a las representadas y a las creadoras de imágenes, en la exposición Invitadas (1833-1931) del Museo del Prado que la respuesta ha irrumpido urgente. Tan incomprendidas, sojuzgadas y malinterpretadas. En pocos días, de forma espontánea y con el compromiso de la sororidad, algunas de las mejores plumas de investigadoras, comisarias, críticas y académicas de nuestro país con muchos ensayos y exposiciones a sus espaldas nos han enviado textos, inundando nuestra revista, que dedicará a esta reacción colectiva un número especial.
En m-arteyculturavisual siempre nos ha interesado la historia de nuestras antecesoras, una preocupación vertida habitualmente en la sección “Patrimonio”. En esta ocasión, ocupará todas las secciones de la revista. La torpe actitud de los dirigentes del Museo del Prado, desde la rueda de prensa hasta las reiteradas explicaciones, mansplainings, su rechazo y desprecio ante las críticas, no ha servido más que para alimentar estas respuestas. La retirada de la destrozada tela con la que se abría la exposición por una atribución errónea, fue la gota que colmó el vaso, con la emisión de dos comunicados, a cargo de la asociación MAV (Mujeres en las Artes Visuales) y respaldado por el resto de asociaciones del Observatorio de Igualdad de Género en el ámbito de la cultura, y de la recién creada RIAF (Red de Investigación en Arte y Feminismos), firmado por decenas de agentes del sistema del arte en nuestro país. La repercusión de la controversia ha alcanzado el escenario internacional, llegando a Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Y al estudiar en detalle esta exposición, la (no) política de género del museo y sus (no) estrategias para el cumplimiento de la Ley de Igualdad, se ha comprobado que la improvisación ha dominado todo el proceso del proyecto Invitadas, hasta la reciente e inesperada programación de sus últimas actividades.
Nuestra principal pinacoteca, nuestro Museo Nacional del Prado, después de doscientos años de existencia no se merece esto: este desprestigio internacional, estos conservadores tan absorbidos por la vetusta historia que son incapaces de actualizar sus conocimientos con metodologías imprescindibles en la actualidad. Tampoco las declaraciones de sus responsables, bravuconadas impetuosas y tozudas, impropias de esta alta institución. Ni su cobarde y bochornoso resguardo tras algunas que, en esta grave situación histórica, han elegido ya para siempre como atestiguarán estas páginas quitarse la máscara y abrazar el viejo discurso y el poder en desuso, ante nuestro estupor. No solo contra la sororidad feminista, también contra las creencias sinceras en los valores democráticos, frente a los que se ha posicionado, ignorante y prepotente, el staf de este museo.
Para ser un museo del siglo XXI, el Museo del Prado necesita un plan de adquisición de obras de artistas mujeres durante el periodo histórico de su competencia, remodelar las salas de exposición de su colección permanente y revisar las cartelas, redistribuir los cargos de poder, los encargos internos y externos al museo bajo criterios igualitarios, formar a los trabajadores de todos sus departamentos en igualdad de género, de manera que este principio democrático y los dictados de la Ley de Igualdad de 2007 impregnen transversalmente todos sus objetivos y actividades.
Porque amamos el Museo del Prado, porque también lo consideramos nuestro, porque nuestra sociedad necesita verse ahí reflejada, salimos en su defensa al tiempo que defendemos a nuestras ancestras. Esta batalla no será la última. Está en nuestro ADN. Las feministas, vilipendiadas y ninguneadas como antaño, volveremos a salir en defensa de la historia de las mujeres y de nuestra identidad. Porque fueron, somos. Porque somos, serán.
Rocío de la Villa