CATACLISMO

EL AMOR SEGÚN LIV STRÖMQUIST

EL AMOR SEGÚN LIV STRÖMQUIST
Asier Mensuro

Liv Strömquist, la mordaz historietista sueca, saca nuevo cómic: No siento nada, publicado en España por Reservoir Books.

Strömquist es sin lugar a dudas una de las autoras escandinavas más en boga, que ha conseguido el respaldo unánime de toda la crítica europea.

Sus estudios en ciencias políticas, y su trayectoria profesional enfocada hacia la rama de lo social, alimentan sus obras de cómic; y la han convertido en una autora tremendamente popular, hasta el punto que algunos de sus trabajos, como por ejemplo Los sentimientos del Príncipe Carlos y El origen del mundo, han traspasado las fronteras del papel y han sido llevadas al teatro con notable éxito.

En sus cómics, Strömquist se burla de la sociedad contemporánea, analizándola con mucho humor y procurando sacar a la luz sus contradicciones internas; siempre desde un punto de vista feminista y de izquierdas.

En muchos de sus trabajos anteriores como el ya citado Los sentimientos del Príncipe Carlos, reflexiona sobre los modelos masculinos y femeninos construidos por la cultura occidental y los niveles emocionales que encierran; y en esta ocasión, con No siento nada, la artista sueca ha decidido «ir a por todas» y se atreve con el tema central que vertebra las relaciones sociales entre ambos sexos: «El amor».

Como en todos sus trabajos anteriores, Strömquist documenta exhaustivamente su obra, y gracias a su profundo bagaje intelectual, incluye en sus páginas reflexiones de grandes filósofos, novelistas, poetas, sociólogos o cualquier otro ensayista o estudioso que haya abordado en sus escritos el tema del sentimiento amoroso o su papel que este juega en la sociedad.

Pero la grandeza de Strömquist, aquello que la hace realmente grande como artista, no es el «fondo», sino la «forma». «Forma», entendida en su sentido más amplio, pero también más puro; comenzando por su dibujo, que es conscientemente tosco y amateur. Lo interesante del asunto es que la artista «hace de necesidad virtud», creando una estética propia que paradójicamente otorga a su trabajo un cierto sabor underground que lo hace más cercano y accesible al lector.

Bajo esta estructura formal aparentemente sencilla, Strömquist despliega toda la riqueza de su rico universo interior tanto emocional como intelectual.

Me maravilla la capacidad que posee para retorcer una y otra vez la iconografía pop y jugar con los recursos propios que le ofrece el lenguaje del cómic.

En No siento nada aparecen reflexiones de Erich Fromm tomadas de El arte de amar y de Our Fear of Falling in Love de Žižek; se transcriben versos de composiciones poéticas que versan sobre dicho sentimiento de Emily Dickinson y del poeta sufí Rumi; se incluyen citas de Las obras del amor de Kierkegaard o de Ana Karénina de Tolstói, etc. 

Liv Strömquist trasmite a su obra todo este rigor documental, utilizando su característico tono cáustico, y recurriendo sin complejos a lo más nutrido de la iconografía pop. Un buen ejemplo de ello se encuentra en la pregunta que la artista plantea al inicio del libro: ¿Por qué Leonardo DiCaprio —icono hollywoodiense que encarna a la perfección el modelo de éxito masculino en la sociedad contemporánea—, tiene entre 2011 y 2017 siete relaciones consecutivas que terminan en fracaso amoroso con jóvenes modelos de pasarela? ¿Qué sucede para que el exitoso actor y las también exitosas modelos fracasen y no consigan que su amor perdure en el tiempo? ¿Por qué DiCaprio, Bar Refaeli (y las modelos que la siguieron en las posteriores relaciones amorosas con el actor) no sienten nada? ¿Por qué no se produce una intensa pasión amorosa?

Las más sesudas reflexiones intelectuales son ejemplificadas en las viñetas de Strömquist mediante recursos procedentes del imaginario popular, que van desde una canción de Beyoncé, pasando por el libro de El Principito de Saint-Exupéry, a la letra de un blues de Bessie Smith.

Por si esto fuera poco, la historietista «teatraliza» las ideas que toma de las más insignes plumas, creando escenas entre dos personajes.

Generalmente, introduce un arquetipo femenino que interpela al masculino; que por lo general, se encarna en un conocido personaje de cómic: Desde el Druida Panoramix a Pitufo filósofo.

En otras ocasiones también consigue resultados gráficamente muy divertidos mediante la utilización de metáforas visuales que le son propias al lenguaje del cómic y que todos conocemos; como un corazón partido en pedacitos para representar el desamor, por nombrar solo la más obvia.

La combinación de todos estos recursos formales da como resultado una obra tan ingeniosa como erudita, en la que Liv Strömquist dota de aparente sencillez a los conceptos más profundos.

La guinda de la obra aparece en su epílogo, en la que la propia artista se dibuja a sí misma de rodillas implorando el perdón «a todos los filósofos, poetas e investigadores que he malinterpretado, explicado mal, o a los que me he referido mal»; y continúa con un consejo «Mejor leed los originales».

Liv Strömquist

Liv Strömquist muestra en No siento nada que es una artista inteligente que sabe llegar a lo más profundo de la sensibilidad del lector, para hacerle reflexionar (con una sonrisa en la boca), sobre los temas fundamentales para las relaciones humanas propios de la sociedad contemporánea (aunque Strömquist prefiere llamarla época tardo capitalista con todas las condiciones ideológicas que implica el citado término).

Liv Strömquist, No siento nada. Traductores: Alba Nerea y Borja Pagán. Reservoir Gráfica, 2021. PVP: 18,90 € / 176 páginas.

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