
FEMINARIO: MUJERES Y NARRACIONES ESTÉTICAS GENÉRICAS
Margarita Aizpuru, comisaria del proyecto
A pesar del avance en los últimos tiempos, la visibilidad de las mujeres artistas, comisarías, críticas, teóricas y directoras de museos, centros culturales y ferias de arte sigue siendo escasa. Nos hallamos lejos del régimen de igualdad de oportunidades que promulgan las leyes. La labor de promoción de las artistas es más necesaria hoy que nunca. A pesar de los cambios y avances producidos en el terreno de la Cultura y el arte, aún se oyen muchas voces y actitudes machistas dentro de estos ámbitos, y enormes discriminaciones tanto cuantitativas como cualitativas con respecto a las mujeres del sistema del arte.
Es por ello que se hace necesaria una labor de visibilización y promoción de las artistas, algo que las teóricas, comisarias y programadoras feministas ya estamos haciendo, no sin dificultades, poniéndolas en valor y trazando genealogías y proyectos artísticos en los cuales se tracen líneas conductoras que, desde la diversidad, aglutinen aquellos trabajos que obedecen a un techo de intereses común como son los discursos de género y feministas en las artes visuales.
Por otro lado, hemos de tener en cuenta que en las últimas décadas, multitud de enfoques y posiciones se han producido dentro de los feminismos ofreciendo numerosas visiones y discursos que han enriquecido no sólo el abanico de opciones sino el propio campo teórico-práctico del arte.
Considero que algunos de los avances más significativos se han producido en torno a los análisis de las identidades de género, su construcción sociocultural e histórica, de forma socializada, a hombres y mujeres de forma diferencial.Los feminismos han analizado dichas identidades y sus estereotipos y clichés, desarrollando alternativas a partir de ellos. A ello habría que añadir todos los avances en torno al análisis del patriarcado como sistema de dominación por parte del sujeto social hombre, y los planteamientos feministas en torno a su desestructuración y la amplificación de los sujetos históricos, integrando a las mujeres en ellos de forma importante, así como la deconstrucción del saber y del pensamiento androcéntrico y su reconstrucción desde otras ópticas nuevas y liberadoras. Y todas las teorías y prácticas feministas sobre nuevos modos de vida, exentos de supeditaciones y discriminaciones, en equilibrio con el entorno y la naturaleza, en una sociedad sin violencia ni agresiones.
La variedad de posiciones de los discursos culturales y artísticos feministas han ido removiendo y rompiendo los esquemas de la representación cultural y artística, suponiendo además uno de los mayor revulsivos artísticos, siendo las mujeres artistas las que fundamentalmente los han protagonizado.
Ello ha provocado que muchas artistas han ido tomando en cuenta en sus creaciones, unas veces de forma explícita y otras simplemente evocadas, las diferencias de género masculino y femenino, a veces para afirmar la diferente socialización de los hombres y mujeres, otras para criticar y evidenciar los clichés y estereotipos de conductas y comportamientos, o bien para buscar otros tipos de identidades más liberadoras y complejas.
A partir de ahí, se han desarrollado un sin fin de estrategias deconstructivas de los discursos existentes. Han aparecido nuevos enfoques, reivindicándose a la mujer como sujeto creador, recuperando las palabras y las imágenes, y dejando hablar tanto a la mente y como al cuerpo.
El proyecto que presento para el stand de ARCO 2021 de la Diputación de Huelva se incardina en los enunciados y planteamientos mencionados, y muestra trabajos creativos y performances de mujeres artistas de la provincia de Huelva que trabajan en los discursos sobre géneros, arte y feminismo. Un espacio, el del stand, que se destaca por su carácter dinámico y multidisciplinar, con vídeos, esculturas, fotografías, dibujos, y restos de performances a modo de instalaciones, vertebrado por tres sub-ejes temáticos como son: 1-narrativas genéricas acuáticas; 2-Clichés identitarios femeninos sureños, y 3-De lo cotidiano a lo social: mujeres y virus diversos.
Siendo las artistas seleccionadas, participantes con una serie de obras cada una, en el proyecto: Rocío López Zarandieta, Pilar Albarracín, Victoria Rodríguez Cruz, Pilar Lozano, Carmen F. Sigler, Sara Khalo y María José Suero.
1-Cuerpo y agua: narrativas genéricas acuáticas
Un grupo en el que se incardinan las artistas Rocío López Zarandieta ( Isla Cristina, Huelva, 1967) y Victoria Rodríguez Cruz.

Rocío López Zarandieta, es una artista onubense de contundente trayectoria artística tanto como creadora como activista artística y organizadora y curadora de actividades creativas visuales. En este segundo aspecto destacar su integración tanto en el colectivo Vulgaris.arte (www.vulgarisarte.net), con el que ha llevado a cabo diversas ediciones anuales de arte contemporáneo experimental tanto a nivel nacional como internacional, como en el denominado ATLANTIDA WELCOME, además de diferentes comisariados de festivales de video y exposiciones, junto al también artista onubense Miguel Ángel Concepción.
En cuanto a creadora visual, podemos decir que su trayectoria artística es de una enorme coherencia y de gran contundencia tanto conceptual como expresiva, ubicada siempre dentro de los discursos artísticos de género y posicionamientos feministas. Una artista que construye sus obras dentro de la multidiciplinareidad, yendo desde a performance hacia la instalación, o la fotografía, el territorio del objeto o el vídeo con una enorme fluidez, de un formato a otro dentro de sus proyectos y para concretar sus ideas y pensamientos.
Ya desde hace años, sobre todo desde el inicio de los años noventa, en los cuales comienza a exhibir sus obras, se centra en el cuerpo de la mujer y en la identidad de género, convirtiéndose en protagonista de muchas de sus obras, así como en los estereotipos y clichés femeninos para deconstruirlos, pero también haciendo a veces hincapié en los aspectos positivos, creativos y energéticos de la identidad y el cuerpo.
A ello añade, sobre todo en la última década, una referencia a culturas locales, al mar y sus significados socioculturales, a la emigración, al sur y su cultura, desde tonos muchas veces irónicos, críticos y de humor ácido, algo que se ha podido constatar en una variedad de sus trabajos, como los que ahora he seleccionado para presentar en este proyecto de ARCO. Son dos vídeoperformance, una performance en vivo y las huellas performativas en forma de instalación.
Estas obras que exhibimos en ARCO, son la video performance titulada Walking Ballat (2011), que pertenece a una trilogía de trabajos artísticos que interrelacionan con el océano Atlántico, y desarrollados en el contexto de la población de Isla Cristina (Huelva), donde vive, donde relaciona los handicaps de todo tipo que las mujeres aún tenemos en las sociedades contemporáneas con el camino y el agua liberadora, a modo de ritual de tránsito. Aquí, la propia artista camina por la arena de la playa, vestida de blanco virginal y cargada de bloques de escayola que va soltando, a modo de lastres, simbolizando los que sufren las mujeres en nuestra sociedad patriarcal, que deja caer a la arena, pasando sobre ellos y caminando, ya libre de peso, hacia el mar e introduciéndose en el agua fresca, liberada. A la vez que deja en la playa una instalación escultórica de numerosos trozos de muros blancos. Todo ello acompañado de una música, del compositor Rey Fernández, Placenta de Ballena en frecuencia nupcial, muy a tono con el océano y sus grandes mamíferos, pero también en un sentido de profundidad y sensación de dejarse llevar hacia esas liberadoras y significativas aguas.
Por otro lado, también se incluye en el proyecto la videoperformance Tras-mallo (2021), de nueva producción, que alude tanto a una forma de arte de pesca, y superposición específica de los paños de redes, propia de zonas, entre otras, como la de Isla Cristina, en Huelva, donde vive. Pero también Tras-Mallo se refiere a algunas obras de la artista surrealista española Maruja Mallo, feminista y una de las componentes destacada del colectivo de mujeres profesionales feminista, de los años 20 y 30 españoles, denominado Las sinsombrero, en las que pintaba mujeres vestidas con redes. Mediante esta conexión, Rocío López Zarandieta conecta con ella, trazando una suerte de homenaje a la vez que se introduce en el trazado de genealogías de mujeres del pasado con el presente en las que muchas estamos trabajando.
López Zarandieta, añade además a las dos videoperformances antes mencionadas una performance y una instalación, que se construyen con los restos objetuales, fusionados, de esas performances que observamos en los vídeos. Así, una traje confeccionado con redes, con referencias amplias en distintas direcciones, tanto al arte de pescar, como a las redes sociales, redes informáticas, donde todo el mundo anda interconectado, tanto en sentido positivo, permitiendo numerosos contactos y posibilidades, como negativo, en el sentido de ser controlado “pescado”, por las grandes empresas de internet y el sistema, sin escapatoria, como los peces en las redes. Pero también similar al usado por la artista en la performance Tras-Mallo, con referencia a la acción de pescar, y por extensión metafórica de obtener y conseguir, por parte de las mujeres, objetivos, visibilización y conquistas en los distintos terrenos, viste a un maniquí en mitad del espacio, mientras la artista realiza la acción de colocar las piezas de escayola, a modo de muros-obstáculos, a su alrededor, mientras se los salta, tal cual venía haciendo en la performance, que se muestra en formato video, Walking Ballast , dejando esa fusión-huella de acciones hibridadas en el espacio.

Por otro lado, la artista Victoria Rodríguez Cruz, se incluye en este subgrupo acuático y de género. Ella esuna artista residente en la Sierra de Huelva, creadora visual pero también gestora cultural,quiense dedicó durante años a la creación mediante la fotografía analógica, con la que narraba, investigaba y contaba historias, abandonando este medio creativo, para retomarlo, ya como fotografía digital, a partir del año 2007 y hasta ahora.
A partir de entonces hace uso de la fotografía digital para crear situaciones, relatos y retratos cargados de una mirada subjetiva e intensificando el lado emocional y el tono poético en su inmersión en actos, situaciones y experiencias de la vida cotidiana, con acercamientos hacia personas y actitudes como las de su familia, a su madre y otros familiares, procurando, además, observar y plasmar con una mirada hacia el interior de ellas, fotografiando con sutileza y a la vez contundencia expresiva.
En esta línea de trabajo hace unos años empezó a llevar a cabo una serie fotografías de personas de su familia sumergidas en agua, recreando sus actitudes, movimientos, sus cuerpos, sus ropas, interrelacionando la vida cotidiana de esas personas y su percepción de ellas por parte de la artista, con esa situación de inmersión de los cuerpos en el agua, efectuando, además, todo tipo de juego visuales de las diversas tonalidades, reflejos, luminosidades en el agua y los juegos de luz , de esas personas suspendidas en ella, realizando una reflexión subjetiva sobre sus comportamientos fuera y dentro del agua, a modo de un nuevo, y distinto, álbum familiar fotográfico.
Unas obras que recuerdan al espléndido Tríptico de Nantes (1992) de Bill Viola, una composición en tres vídeos, a modo de tríptico renancentista, donde exhibe enormes imágenes de una mujer dando a luz en el agua, en uno, en otro, los últimos momentos de su madre antes de fallecer en una cama de hospital y un tercero, en medio, de un hombre sumergido y flotando en el agua, un intenso, grandiosos y sobrecogedor trabajo con el cual nos habla de la vida, y sus inicios, de la muerte, y en medio de su tránsito, una profunda reflexión de la vida, su inicio y su final. Victoria Rodríguez Cruz parece se influencia de esta obra, reconociendo su admiración por Viola, pero lo hace desde su propia perspectiva y acercamientos.
Para este proyecto de ARCO, a partir de mis conversaciones con la artista, sobre incluir obras de este proyecto de retratos acuáticos, más de tipo corporal, de personas sumergidas en agua, pero centrada la selección en mujeres de su familia, se puso en ello. Desarrolló pues dos polípticos fotográficos, a modo de instalación de desplegables de una serie de fotografías cada uno, de formato 35 x 25 centímetros cada una, interrelacionando a las mujeres de la familia y cercanas con el agua, un elemento tan simbólico y ligado a las mujeres, a la maternidad, a la sexualidad, al trabajo doméstico, a mitologías antiguas, pero también al territorio de Huelva, a su ubicación, idiosincrasia y su historia marina y marinera.
Unos desplegables fotográficos cargados de simbología acuática e identidad genérica femenina de mujeres flotando, como metáfora de la vida y la muerte, del paso del tiempo, como el tránsito, en este caso como metáfora de las mujeres cuyas vidas fluyen hacia un presente-futuro distinto y mejor, dejando atrás pasados patriarcales de supeditaciones, dolor y relegación. Unas imágenes que, como reconoce la propia artista, tienen una clara influencia de la pintura y las texturas pictóricas.
Un trabajo limpio y minimalista pero de gran fuerza expresiva, precisión estética, evocación narrativa y un discurso de contundencia conceptual y tonalidades poéticas.
2-Clichés identitarios femeninos sureños
Pilar Albarracín, Dancing Spanish Dolls, 2001
Pilar Albarracín, aunque nació en Sevilla, puede ser considerada de Aracena, Huelva, donde vivió su infancia y gran parte de la juventud, y donde ha estado el domicilio familiar hasta hace unos años.Artista plástica y performer, ha exhibido sus trabajos en numerosos museos, centros de arte y fundaciones internacionales de todo el mundo, siendo una de nuestras artistas más internacionales.
Sus creaciones se han centrado fundamentalmente en una cierta representación del mundo femenino a través de sus propias experiencias y sensaciones, el cuerpo de la mujer como terreno de exploración, la identidad de género femenina, los aspectos físicos y sensuales del arte, y los clichés femeninos de la cultura local versus cultural global, entre otros. Trabajos desarrollados haciendo uso de diferentes ingredientes como la ironía, un fresco sentido del humor, un cierto sentido crítico, y una gran implicación personal que la ha llevado, en algunas obras, a imbricar su vida y sus creaciones.
Albarracín ha profundizado en el análisis de los discursos dominantes patriarcales y, específicamente, en los clichés que representan la identidad genérica femenina en interrelación con la andaluza, con una fuerte implicación personal. Casi todas sus obras son realizadas por sí misma, interpretando roles y personajes femeninos muy diversos.
Pilar Albarracín hace también acercamientos hacia las representaciones estereotipadas de “lo femenino” a través del cante y del baile. El flamenco, la música tradicional española, como el pasodoble, los ritmos latinos, y las danzas orientales, forman parte de los rituales folclóricos de algunas culturas sureñas, y han sido utilizados por la artista como símbolos de los roles de las mujeres dentro de estas culturas a la hora de construir una serie de piezas, en su mayoría performances. Tanto el cante como el baile flamencos se conectan con las pasiones, con las alegrías y las penas, así como con el amor, el erotismo, el sexo y la muerte. Ese cante, como el baile, así como los vestidos, accesorios, actitudes, comportamientos configuran el cliché prototípico de la mujer andaluza y, en su forma expandida, la española. A la vez que deconstruye dichas representaciones utilizando para ello un conglomerado de medios y herramientas, entre los que se encuentran de forma potente el humor desestructurador, la ironía, la parodia, la sátira, con los que efectúa sus personales deconstrucciones y resignificaciones narrativas estéticas.
Estos planteamientos pueden verse en multitud de piezas suyas, como las videoperformances Musical Dancing Spanish Dolls (2001) y Le duende volé (2012).
En Musical Dancing Spanish Dolls (2001) utiliza una serie de muñequitas mecánicas, vestidas de flamenca con trajes de lunares con volantes, de cabellos largos negros, bailando una danza flamenca mecánica, fría, con un toque de sensualidad en un contoneo reiterativo de sus caderas. Unas muñequitas que cumplen con el estereotipo de la mujer española. Y, de nuevo P. Albarracín, usando el humor y la ironía demoledoras, se introduce entre ellas, con el mismo look, traje de flamenca, movimientos automáticos y sin transmitir emociones, perdida su propia individualidad humana, sin rasgos de sensualidad, quedando atrapada en el mundo del estereotipo, disuelta en el cliché como una más, integrada en la masa kitsch de flamenquitas. El uso de las estrategias humorísticas críticas mediante la exageración cómica de la fetichización y la banalización del cliché, consiguen descargarlo de fuerza, de contenido, disolviéndolo en su obra.
También se integra en este proyecto de ARCO la videoperformance Le duende volé ( El duende robado, 2012), proveniente de una exposición y performance de P. Albarracín que llevó en la XXIV edición del Festival ArteFlamenco de Mont-de-Marsan, Francia, sobre lo andaluz más clicheado, las costumbres y el folclore, el cante, el baile, los trajes de flamenca tradicionales, y los estereotipos femeninos en ellos integrados. Y lo hace con un corrosivo característico sentido del humor suyo y una ironía ácida y crítica, bañada de sensualidad y divertimento, al descolgarse, por una cuerda, desde lo alto de un edificio, vestida de flamenca visibilizando, de forma jocosa, paródica y deconstructiva, el robo del duende flamenco. A la vez que invita a los espectadores a reflexionar sobre las tradiciones culturales que legitiman e integran modelos de interrelaciones de género llenos de sesgos, exclusiones y estereotipos femeninos arcaicos.

También dentro de estos trabajos sobre los estereotipos femeninos sureños, se integran los trabajos de la artista Pilar Lozano Iglesias, conocida bajo el pseudónimo de Plástico Cruel. Una artista multidisciplinar actualmente centrada en la fotografía. Si bien proviene de una formación visual autodidacta, sí que ha desarrollado una trayectoria anterior en el terreno de la música y la performance. Pero, tras ganar el primer premio de fotografía en el Festival “Idem” de Artes Visuales, en el 2007, decide dedicarse a las artes visuales de lleno, y en particular a la fotografía.
Su obra fotográfica se centra en las mujeres como sujetos protagónicos y su situación en la sociedad y la cultura, enfocando sus obras desde planteamientos de género. Al igual que Pilar Albarracín, pero cada una desde su propia óptica, perspectiva y campo de trabajo, ofrece imágenes que se adentran en los estereotipos y clichés establecidos en la cultura sobre la mujer andaluza y expandidos globalmente como tales. Y lo hace elaborando imágenes sobre el imaginario más tradicional y androcéntrico, desde la ironía y el humor mordaz, en ocasiones, y otras desde unas imágenes precisas, contundentes y crudas sobre estas conductas y atributos asignados socio-históricamente a las mujeres en el patriarcado.
Es en esas líneas de trabajo y enfoque es en las que se encuentra su iconografía fotográfica y que hemos podido ver en diversas exposiciones en las cuales ha participado o realizado, como la denominada Majismo, una España grande y libre (2008), compuesta de autorretratos que mostraban esos estereotipos de una cultura española rancia y machista, pero que ha permanecido, y aún se encuentran sus influencias y rasgos, a lo largo del tiempo, aunque sea en menor medida, a la vez que ofrecía contestaciones y reflexiones sobre ello. O bien sus magníficas y eficaces imágenes de choque y evidenciación de la discriminación e invisibilización de las mujeres en la cultura, como en el cine, a través de obras como Popcorns. Un autorretrato este, vestida de flamenca, comiendo un paquete de palomitas, como suelen hacen muchos espectadores del cine, pero efectuando aquí un juego denunciador al posicionar a la mujer como espectadora y no como sujeto hacedor de cine, una ironía como reclamo de la escasa presencia de las mujeres en el cine andaluz, y que fue reconocida con el III Premio Talento Andaluz Contemporarte: Creación Universitaria Andalucía (2018), una imagen que fue, a su vez, el cartel de la sección Talento andaluz del Festival de cine iberoamericano de Huelva de ese año.
Ahora, para el stand de la feria de ARCO, presenta la obra denominada Sangre, sudor y lágrimas. Un tríptico fotográfico, de tres imágenes ovaladas y enmarcadas sobre una caja de madera, en las cuales representa a tres mujeres relacionándolas con cada una de esas tres famosas palabras, que aluden aquí al enorme esfuerzo de las mujeres de distintas culturas, a lo largo de la Historia, para poder despojarse de hándicaps y cortapisas y liberarse de ellas, mostrando aún sus ataduras, pero mostrándolas, en forma de toma de conciencia. Tres potentes imágenes que acompañan a esas duras palabras que han acompañado históricamente a las vidas de las mujeres. Sangre, mostrando una bailaora con un miriñaque que esconde, en su interior, cuerpos desnudos de mujeres sobre sábanas ensangrentadas. La sangre, pura biología convertida en símbolo femenino culturalmente, como impureza, pero también como violencia y muerte. Sudor, mujer tapado su rostro y cabeza, oculta, invisibilizada, con ese mantón de manila de la cultura andaluza a modo de burka patriarcal islámico. Lágrimas, de mujer de torso desnudo, entre la liberación del corsé, y el ser mostrada, con cuernos, medio animal, llorando lágrimas negras, de dolor hondo, como la propia artista dirá: Somos líquidas y lloramos. Para dentro y para fuera. Somos histéricas porque lo hacemos sin pudor. Sacamos lágrimas , secamos muchas. Aguas cristalinas con las que lavamos lo negro, purificando la herida. Tu lágrima es la mía, hermana.
3-De lo cotidiano a lo social. Mujeres y virus diversos

Carmen F. Sigler, nacida en Ayamonte y residente en Granada, es una creadora de gran trayectoria nacional e internacional, que ha desarrollado sus obras fundamentalmente a través de imágenes, es decir de fotografías, a las que somete a diversos tipos de manipulaciones, de performances, instalaciones y de vídeos en sus distintas versiones: video-creación, video-performance, o video-instalación.
Una de sus líneas creativas fundamentales de investigación ha sido el cuerpo de la mujer y distintos enfoques acerca del género femenino, aportando siempre sus personales indagaciones estéticas. Pero también ha ampliado su campo de trabajo artísticos a otras áreas temáticas e intereses como son: las formas relacionales de hombres y mujeres, las atracciones y tensiones que se mueven alrededor del amor y el deseo, el ámbito del autoanálisis y la autoafirmación, sutiles pero contundentes exploraciones sobre la identidad individual y colectiva, exploraciones estéticas, psicológicas y culturales sobre las luces y las sombras, la comunicación humana, obras sobre mujeres de otras culturas y, también personales acercamientos sobre la relación entre la identidad de género y el flamenco.
Carmen F. Sigler es una de las artistas de nuestro contexto sociocultural andaluz que, inmersa dentro de las tendencias más actuales del arte contemporáneo, ha sabido desarrollar un camino creativo propio en el cual sus niveles conceptuales y discursivos, así como los tonos estéticos y poéticos, de sus trabajos se encuentren al mismo nivel de intensidad y contundencia. Un camino que está dejando una huella sólida y muy personal, y que ha estado trazándose ya desde el inicio de los años noventa hasta el presente. Y todo ello dentro de unos planteamientos críticos, desde ópticas feministas, con respecto a los clichés socioculturales y discriminaciones de género que imperan en nuestro contexto social con respecto a las mujeres, sobre todo las mujeres del sur.
Carmen F. Sigler, también hace uso de su propia imagen, de forma habitual, y de personas cercanas a ella, como en los dos videos que se integran en esta muestra del stand de ARCO. Y es quemuchos de los vídeos y fotografías que ha realizado son traslaciones de acciones o performances que ella misma ejecuta y que son desarrolladas para esos formatos. No es habitual en ella realizar las performances en directo y delante de un público, sino para los medios mencionados. Para lo cual utiliza muy variados recursos técnicos, aunque nunca son sofisticados sino los más sencillos y habituales, como la aceleración y ralentización de la imagen, modificaciones en el propio montaje, trabajos con el sonido, etc. Unas performances que se originan en su vida diaria, en sus sensaciones, intereses y preocupaciones personales para, reelaborarlas, trasladándolas hacia algo más colectivo. Ello hay que añadir la importancia que suele dar al sonido en sus vídeos, el cual monta, mezcla y aplica efectos de muy distinta procedencia.
Las obras de la artista se han venido caracterizando también por estar cargados de una gran fuerza poética y por una gran intensidad estética, que han acentuado una personal imaginería en la cual la realidad es analizada y puesta en escena, entremezclada con la imaginación, la memoria, el sueño y el deseo.
Es característico de su trabajo la incorporación de lo autobiográfico y también el uso del vídeo desde sus comienzos, como herramienta para revisar y transgredir los mecanismos de representación de la imagen de las mujeres, desde el ámbito de lo privado a la esfera de lo social.
Este es el sentido de la performance que nos va a presentar y realizar el día de la inauguración de la Feria en el espacio del stand. Una acción de nueva producción titulada Señales desde el mundo real (2021), en la que cuestiona la asignación histórica del trabajo doméstico a las mujeres, en detrimento de su propia salud, de sus propios cuidados, y de su propio cuerpo y autoestima, un trabajo invisible y gratuito realizado por las mujeres de todo el mundo. Pero también, el ámbito de lo doméstico, en esta época de pandemia y reclusión en él, como espacio de reclusión familiar, de espacio de trabajo, de reproducción y producción, y de convivencia a tiempo completo. La acción de la artista escenifica estas situaciones y significados y como lo vivimos/sufrimos las mujeres. Así, tumbada en el suelo, Carmen F. Sigler, se encuentra aplastada/sepultada por objetos domésticos diversos, y un ordenador donde aparecen textos relacionados con la situación que estamos viviendo, a la vez que una luz roja de emergencia emite señales de alarma, y realiza señales oculares en código morse. Cuestionando con ello la economía tanto capitalista como al sistema patriarcal y el papel doméstico y ámbito de lo privado históricamente asignado a las mujeres.
Partiendo de la situación que vivimos, y de esta acentuación de lo doméstico, y el control de nuestras vidas por parte del sistema patriarcal y capitalista, se sitúa el trabajo audiovisual de la artista Cuaderno de bitácora. Un video doble, o en dos acciones, que se sitúa, en la primera parte, en las coordenadas Google de su propia casa (37°09’06.6» N 3°34’29.0» W). En la primera acción la artista cuestiona el funcionamiento de la sociedad y la situación de reclusión generalizada a la que nos hemos visto avocados y sus causas, como nos controlan, como nos dirigen y como lo doméstico, el ámbito privado, se ha transformado todo este tiempo en el terreno de vivencia pero también de actuación y actividad, alejados de cuestionamientos y acciones sociales. Mientras que, en el segundo video, o parte, aborda la necesidad de un equilibrio humano con los otros seres vivos y con la naturaleza, en una sociedad distinta, alejados de la depredación a los que actualmente los sometemos y a su destrucción, que, en definitiva, y a la larga, es la destrucción de nosotrxs mismxs.

Maria José Suero, es otra de las artistas onubenses que juega y crea con perspectivas de género, adentrándose en las vidas de las mujeres, sus sentimientos y emociones, sus vicisitudes, sus historias de invisibilización, su dolor de violencia sufrida, sus asignaciones “femeninas” conductuales asignadas por el contexto y la educación, pero también sobre el entorno que las rodea y como reaccionan. Sus obras destacan por ser contundentes, pero a la vez sutiles y llenas de metáforas, de gran fuerza estética.
El mundo de lo femenino, sus significados y lo que nos supone a las mujeres centra su atención, deslizando sus creaciones desde lo símbólico de los objetos, y los contrastes de los elementos que lo constituyen, sobre los recuerdos de la infancia y del juego, sobre el sueño y los deseos que nos invaden como mujeres, y lo que de vida y memoria desprenden determinados objeto o espacios.
Evoca y se adentra en los arquetipos de lo femenino y del mundo de lo sensible, creando un mundo propio lleno de significados que van dese la sutil pero contundente puesta en escena de la violencia a las mujeres, como de situaciones vividas que reclama con nostalgia, al rechazo de exclusiones y supeditaciones, pero siempre con un cierto halo poético, lleno de símbolos.
Para esta exposición del stand de ARCO he seleccionado dos obras bidimensionales y dos objetuales de María José Suero, las cuatro en la misma línea conceptual y de intereses y posicionamientos de la artista, pero cada una con sus especificaciones. Así, la instalación de infografías sobre tela de mediano formato, denominada Sin identidad , alude, como el propio título indica, a las mujeres cuya feminidad, llena de clichés y estereotipos, les impide tener una identidad propia, liberada de encorsetamientos, supeditaciones e imposiciones, de ahí esas imágenes de mujeres “sexys”, de un erotismo construido desde fuera de si mismas, y sin cabezas, en serie y anónimas, sin singularidad.
Una obra que puede ser conjugada o acompañada con la otra denominada Lágrimas encadenadas, también infográfica, en la cual una mujer llora a mares, con un agua que inunda todo su cuerpo, como alusión al mundo de las emociones y los sentimientos, y al sufrimiento histórico y actual, individual y colectivo de las mujeres en las sociedades patriarcales.
Por último, dos objetos que se refieren a las mujeres artistas y su invisibilización y exclusión a lo largo de la historia, desde la ironía y el sentido del humor mordaz. En ambos una paleta de pintor. El primero de color marrón, sustituyendo las zonas de ubicación habitual para mezclar colores de pintura por uñas postizas de diferentes colores, afirmando la visibilidad femenina en el arte y su necesidad de reconocimiento. Mientras que, en el segundo objeto, una paleta de color blanca, el pincel es sustituido por una escobilla de fregar los wáteres, pero terminada en cabello de mujer, con una clara crítica al papel subalterno de la mujer artista, de su doble jornada, de sus hándicaps para crear a tiempo completo debido al trabajo doméstico y los roles femeninos de los cuidados ajenos. Unos objetos que, a pesar de su ironía y su humor, son gritos simbólicos desgarradores.

Sara Kahlo, es la más joven de las artistas onubenses del proyecto, jovencísima de 22 años, y, a pesar de que su trayectoria artística está empezando, ya ha participado en algunas exposiciones a nivel local y está pisando fuerte en la creación, produciendo un mundo de imágenes propio y trazando un camino que se vislumbra puede ser fructífero, contundente, enérgico y de una expresividad fresca, implicada y radical.
Estudió bachillerato de arte en Huelva y talleres artísticos, para seguir su propio camino creativo en el terreno del dibujo, la pintura y la creación gráfica, aunque también hace sus incursiones por el formato del vídeo. A pesar de su juventud, ya ha llevado a cabo algunas exposiciones y participado en colectivas, como por ejemplo su muestra que realizó en el municipio de Lepe, en Huelva, en 1918, denominada Fatiga Social Crónica (FSC), y que hacía referencia a ese cansancio que las mujeres hemos padecido en la Historia patriarcal, de tanta conducta repetitiva, de luchar contracorriente, ofreciendo reflexiones y narrativas acerca de cómo, desde sus planteamientos, se puede hacer frente a esta sociedad machista para combatir esa fatiga, abogando por la educación, por la deconstrucción del sistema existente.
Y es que Sara Khalo se ubica claramente dentro de los feminismos, aunque desde su posición de chica joven, urbana, radical y alternativa, pero atenta a las relaciones emocionales y afectivas, a la vida cotidiana, a las interrelaciones personales, además de las sociales, y estos intereses se trasladan a sus obras.
Y eso podemos observarlo en las dos piezas suyas que se incluyen en esta exposición del stand de la Diputación Provincial de Huelva. Dos dibujos digitales de mediano formato titulados Yerbamala y Agua salá, en los cuales dos mujeres jóvenes urbanas actuales son las protagonistas. En Yerbamala, alude a la mala hierba o maleza de las plantas, utilizándola como metáfora sobre la toxicidad de muchos seres humanos, sobre todo de las mujeres, al ser sus peores enemigas, por estar llenas de inseguridades y con falta de autoestima, que nos hace no poder avanzar, no querernos. Pero a la vez, evocando la otra cara significativa de la mala yerba, en positivo, la durabilidad, la fortaleza, como dice el dicho popular, “mala hierba nunca muere”, en una suerte de rebeldía, de ir por nuestro propio camino, digan lo que digan. Un juego de palabra para hacer reflexionar, y para el empoderamiento femenino.
Y en la segunda pieza, Agua salá, entrelaza la imagen de una joven mujer con textos, exhibidos al mismo nivel y entrelazamiento con la imagen, en un lenguaje popular andaluz, lleno de fragmentos de conversaciones de mujeres de su familia y de consejos, con gracia y desparpajo, creando flashes de sororidad intergeneracional. Usando el término mare, en el sentido de madre, que interrelaciona con el agua salá, purificadora y saludable, en un deslizamiento de significados sobre lo saludable y positivo en lo cotidiano.
