CATACLISMO

SOLEDAD SEVILLA. ORDENAR LA EMOCIÓN

El pensamiento al madurar es igual que el sol cuando amanece, Museo Patio Herreriano

SOLEDAD SEVILLA. ORDENAR LA EMOCIÓN

Carmen Pena

El yin-yang en el que se mueve Soledad Sevilla funde dos registros en un equilibrio perfecto, logra controlar la emoción con la razón científica, pues las fuerzas opuestas se complementan según el diagrama del taigitu. A una sensualidad muy  personal  se une un profundo  conocimiento de  matemáticas y  geometría, así como de todas las teorías del color, del impresionismo y postimpresionismo a las del Optical Art.

 Así, “a través de su rigurosa trama ordenada de formas y  ritmos emergen sus sueños”, palabras  en las que me ratifico, pasados  muchos años de mi primera crítica a su obra, y tras haber seguido el hilo de su creación hasta hoy.* Trabando los colores  con la red  cuadriculada suscita evocaciones de sonidos y olores vividos, que conjuran sueños: Soledad controla la emoción sin anularla, tamizándola y ordenándola mediante una urdimbre geométrica.

El pensamiento al madurar es igual al sol cuando amanece, Museo Patio Herreriano

Con frecuencia, la malla reticular está atravesada por ráfagas o planos oblicuos  luminosos, tanto en sus cuadros como en sus instalaciones, que son citas abstractas de aquellos rayos de luz divina pintados en las apariciones, los milagros o los martirios de toda la tradición mística, muy presente en la pintura  religiosa española del barroco y que irían pasando  de la iconografía  sagrada al realismo mágico, ya sea el de Velázquez al  iluminar la estancia de Las  Meninas desde la ventana, o al expresionista de Goya en los fusilamientos de La Tercera de Mayo en La Moncloa, en que un gran farol en el suelo proyecta su luz trazando una división  diagonal entre los mártires patriotas y sus verdugos .

Y aunque la pintora declara que de la luminosidad velazqueña  en el cuadro mencionado le interesa el cómo esta construye el espacio, sin  embargo, hay algo más en ese interés, mucho más, y ello es el de tratar de captar su secreto, pues, por más realista que son Las Meninas, está cargado de enigmas interpretativos, que de algún modo emiten también las ensoñaciones abstractas de colores y líneas de Sevilla.

Conseguir transmitir con el cruce de formas geométricas estrictas y colores muy pensados la magia de la pintura, su mística, sólo se alcanza con un profundo conocimiento, gran concentración, gran pasión  e infinita paciencia: ella declara que pasa largas horas, hasta ocho y más, para conseguir sus objetivos en cada creación,  encerrada, sola. Una y otra vez reclama la soledad para su trabajo: ¡jamás he visto una ósmosis tan clara entre un nombre y su dueña!.  

Desde  sus inicios en el 68 -oiga, ¡vaya año de revoluciones!- decidió que no quería nada con el informalismo ni con el expresionismo al uso, y buscó su camino en la senda del “Arte Normativo” con referencias al constructivismo, al suprematismo y al neoplasticismo. En la suma libre de todos ellos fue encontrando la senda de la seriación y la geometría, impregnadas de intencionadas imprecisiones que dejasen filtrar el sentimiento.

De 1969 a 1971 participó en los Seminarios del Centro de Cálculo de la Universidad Complutense, eligiendo la más avanzada opción del último vanguardismo español, que iniciaría el trabajo experimental con ordenador en el terreno musical, el lingüístico y el del arte; fue compañera en ellos de Elena Asins, Iturralde, Sempere o Alexanco entre otros destacados poetas, lingüistas o músicos. Y en aquel contexto alternativo participó en 1972 en los Encuentros de Pamplona, uno de los  acontecimientos emblemáticos de aquella generación española del arte, que integró las novísimas corrientes internacionales, como el fluxus, el situacionismo, el video arte, el arte de acción o el happening.

Aquellas experiencias han sido un fundamento esencial de su obra, por ellas introdujo en su marca creativa el carácter serial y geométrico  que ha permanecido, pero enseguida su creación se cargó  de lirismo. Además descubrió que pintando podía conseguir más rápido y mejor lo que lograba con el ordenador, ha declarado con fino humor.

A finales de los 70 y a lo largo de los año 80 cuajó su abstracción particular manteniendo la base comentada, si bien integrando un gusto por velar las sensación, lo cual daría misterio a sus creaciones, como si todo se viese a través de un cristal, a veces opaco y en ocasiones transparente, oscilación que proporciona ambigüedad a la percepción del espectador. Sin duda, este rasgo se potenció cuando Oleg Grabar- gran especialista en arte árabe- le transmitió en  Harvard sus investigaciones de la Alhambra con conclusiones novedosas y extraordinarias sobre el sentido de su decoración y de sus espacios, que conjugan una tradición geométrica-matemática de larguísima historia con otra basada en las ensoñaciones poéticas  de míticos palacios  del pasado. Así que cuando ella se puso ante El Palacio Rojo, a lo aprendido sobre sus fuentes, se unió al magnetismo de la visión instantánea, ambos entretejidos con los conocimientos  practicados en su pintura anterior, vertiendo todo en las series de Las Alhambras (1984-86) y Vélez Blanco: hay que comprender que para compactar todos estos referentes  no se viese conforme con un solo cuadro del mismo tema, sino con varios.

Finalmente, los efectos conseguidos por la obra de Soledad están inmersos en la luz de la naturaleza, del paisaje, género por el que se ha interesado siempre, implícita o explícitamente, no desde una mirada realista, sino desde la abstracción cromática y luminosa.

Soledad Sevilla, El tiempo vuela, instalacion en C3A, Córdoba

En sus instalaciones se hacen metáfora del tiempo y de los paisajes vividos: las hileras de hilo teñidos parcialmente brillan semejando un lluvia mágica; las mariposas sobrevolando el paisaje de un instante nos sumergen en la melancólica reflexión de que El tiempo vuela (2016); otras evocan el paisaje humanizado de los álamos alineados en las alamedas y de las arpilleras en los secaderos de tabaco, populares construcciones en la Vega granadina;  en numerosos  ejemplos escenifica un sublime paisaje nocturno,  uno de los más impactantes fue Escrito en los cuerpos celestes (2012), instalado en la transparencia del Palacio de Cristal del Retiro,  en que la intensa sensualidad azul de una noche fascinante se serenaba con el orden de la estructura arquitectónica de hierro. Toda la honda poesía que inspira a Soledad esta rimada, ella misma tituló a una de sus obras efímeras Nada es por azar (2013), y, sin embargo, vuelan los poemas sobre la rima.

Ha ido adquiriendo la experiencia de que ser mujer y madre la situaba en un lugar  diferente, más complicado y difícil para ingresar en la sociedad de los artistas, pero ni por un momento se ha detenido en su trabajo, nada ni nadie la ha parado en su camino. Mi enhorabuena por ello y por su Premio Velázquez 2020.

  • Carmen Pena, “Soledad Sevilla: una ceremonia de luz y geometría”, El Independiente, 23 de diciembre de 1988.

EXPOSICIONES EN CURSO:

Soledad Sevilla, De la luz del sol y de la luna, Museo Patio Herreriano, Valladolid. Hasta 29 de agosto 2021.

Soledad Sevilla, No todo es azar, C3A, Córdoba. Hasta 24 de octubre 2021.

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