CATACLISMO

DERIVAS DE LA TEORÍA CRÍTICA EN CLAVE DE GÉNERO

DERIVAS DE LA TEORÍA CRÍTICA EN CLAVE DE GÉNERO. A partir del libro de Rocío de la Villa, Crítica de Arte desde una perspectiva de género

Menene Gras Balaguer

En noviembre de 2013, Rocío de la Villa publicó un artículo en el que proponía un encuentro con la crítica desde la perspectiva del propio concepto y la procedencia del término para entender que toda acción relacionada con lo que entendemos por crítica era una puesta en crisis de cualquier circunstancia, situación, presencia o representación. No obstante, la puesta en crisis a la que ella se imponía dar aplicación tenía que ver con la perspectiva de género que adoptó desde el inicio de su trayectoria para desvelar las estructuras de poder que tradicionalmente han in-visibilizado a la mujer en el mundo del arte, siendo su recuperación esencial a la hora de corregir la historia que las ha borrado. Se adelantaba así a esta antología recientemente publicada en la que ha reunido textos escritos en el transcurso de todos estos años y que sigue avalando la introducción a la que me estoy refiriendo. Ella planteaba a fondo la cuestión de la crítica y el diálogo entre arte, feminismo y poder. Su intención era proponer una revisión de la historia del arte teniendo en cuenta la precariedad de perspectivas y criterios, desde la que en muchos casos se nos transmite la información, para poder abordar un presente inclusivo y corregir un pasado reescrito desde perspectivas o enfoques que excluyen sistemáticamente la presencia de la mujer. Ella anticipaba el objeto de su análisis a través de cuatro círculos concéntricos: la renovación de la historiografía artística; la erosión del canon y del criterio neutro de calidad; la infiltración de la perspectiva de género en la crítica del arte contemporáneo; y el estado de la crítica feminista en el presente.

El resultado de la travesía que ella emprendía, en la práctica ya venía avalado por los textos que había escrito mucho antes, como revela uno de los primeros artículos recogidos en el presente libro, fechado en 1999, sobre la exposición “Fuera de orden. Mujeres de la vanguardia española” en la Fundación Mapfre (Madrid), a partir de la que ella ve el papel de un grupo de mujeres como Susana Solano, Cristina Iglesia y Soledad Sevilla en el recambio generacional de Tàpies, Chillida y Saura, sin que exista un consenso ni lo que es más grave, ningún tipo de reflexión sobre la cada vez mayor presencia de la mujer en el sistema del arte español. Entonces Rocío de la Villa denunciaba su debilidad, a pesar de los sucesivos intentos desde los movimientos feministas para introducir nuevas estrategias dirigidas a reivindicar su protagonismo. La necesidad de la crítica se legitima a través de su mirada y con la denuncia del silencio y de las ausencias de artistas españolas incluso reconocidas internacionalmente en proyectos de comisarios y comisarias que pretendían ser representativos del estado de la cultura y del arte contemporáneo. La desigualdad entre el número de hombres y mujeres artistas participantes era una manera de negar su reconocimiento, demostrando un ejercicio del poder claramente abusivo en la escena del arte español durante mucho tiempo, en la medida en que oponerse a él significaba quedar automáticamente al margen. Ella los nombra sin temor a las represalias, manifestándose también contra la banalización mediática actual, cuyo alcance es imprevisible debido a la proliferación de mensajes en todas direcciones que las redes multiplican favoreciendo su impacto social. Hoy como ayer, la crítica tiene que servir de mediación social es la pauta que ella se impone y propone compartir contra el anonimato y la violencia de género que se ejerce sin hacer ruido.

A medida que te adentras en el libro, te das cuenta de que su autora evita las constricciones de todo tipo a la hora de seguir examinando las tripas del sistema del arte y las implicaciones de actuaciones y gestos en apariencia inofensivos, pero que han mantenido a la mujer en una posición de subordinación, cualquiera que haya sido y sea su papel en este terreno. Esta ha sido siempre su lucha en el ejercicio de la crítica en La Vanguardia (suplementos Cultura/s y Libros) o en El Cultural de El Mundo y en m-arte y cultura visual. Fundadora de esta revista online en 2012 y de la Asociación de Mujeres en las Artes Visuales (MAV), de la que fue presidenta entre 2009 y 2012, no ha abandonado en ningún momento su compromiso contra la identidad subalterna de la mujer. Los artículos que ella misma ha seleccionado para este primer volumen –ya que pronto aparecerá el segundo dedicado en esta ocasión a la recepción del arte contemporáneo internacional en España- se han ido publicando en los medios mencionados, entre los más de mil que ha escrito en las dos últimas décadas. Sus reivindicaciones se hacen oír sin reservas entendiendo la urgencia del rescate que ella plantea allí donde cree ver la oportunidad de ejercerlo. También ha sido fundadora y Presidenta de la Sociedad Española de Estética y Teoría de las Artes, SEyTA, entre 2013 y 2016 y recientemente ha sido nombrada catedrática de Estética y Teoría de las artes en la UAM (julio 2021).

El libro Crítica de arte desde la perspectiva de género se estructura en dos partes diferenciadas. La primera tiene básicamente por objeto la contextualización de fenómenos que desarrolla en quince epígrafes, en los que suele arrancar el discurso a partir de proyectos expositivos existentes o episodios del mundo del arte que le permiten vincular hechos y circunstancias que hacen respectivamente de espejos unos de otros. Entre estos, quiero mencionar Una historia aberrante, donde la autora empieza preguntándose si es posible a día de hoy publicar una Historia del Arte en España sin una sola imagen producida por una mujer, y donde se refiere particularmente a un crítico e historiador del arte conocido como Francisco Calvo Serraller, co-autor de El espejo del tiempo (Taurus, 2009) junto con Juan Pablo Fusi; o el texto sobre Artistas de la posguerra española, Campo cerrado (2016), donde ante la violencia que supone la ocultación del pasado y el legado de las mujeres en las artes visuales, en este proyecto expositivo comisariado por Lola Jiménez Blanco para el MNCARS, considera imprescindible decir que, teniendo en cuenta la supervisión de Manuel Borja-Villel, si un Museo Nacional desatiende, ningunea y desprecia a la mitad de la población, sus responsables tienen que irse a la calle. Las mujeres de este país devaluado y endeudado no pagamos impuestos para mantener en sus sillones a cargos que siguen excluyendo en un “campo cerrado” a las artistas, no cumplen las leyes (Ley orgánica de Igualdad, 2007) y perpetúan la discriminación contra las mujeres. Es quizá una de sus críticas más incisivas y explícitas no sólo a este proyecto sino a todo el sistema del arte, que la inercia nos hace aceptar como si no fuera posible imaginar otro orden de cosas.

Siguen es este orden epígrafes como Mujeres bajo sospecha. Memoria y sexualidad (1930-1980) y Prestigio y poder. Sobre genealogías masculinas y borrado de mujeres, donde de nuevo a partir de la pregunta si puede publicarse hoy, en pleno siglo XXI, un libro que excluya a las mujeres del relato de la historia del arte en nuestro país desde la Transición, resuelve no callar y hacer uso del habla sin temor a las consecuencias. El autor al que se refiere es Juan Albarrán y el título del libro, Disputa sobre lo contemporáneo. Arte español entre el antifranquismo y la posmodernidad (2019). Rocío de la Villa delata la lista de nombres masculinos que se nombran, y entre los que Albarrán desea quedar asociado, dejando ver que no existen mujeres que hayan tenido un papel equivalente al de los primeros como Rosa Martínez, Rosa Olivares, María Corral, Juana de Aizpuru, Helga de Alvear y muchas más. Su reivindicación no se detiene aquí, prolongándose en los textos que dedica a Rosina Gómez-Baeza, cuando ésta se despedía de ARCO en 2006, y a Soledad Lorenzo, con motivo de la exposición de los fondos de su colección en el MNCARS en 2014, tras la donación que hizo a dicho museo. Dos mujeres significativas, cuyas trayectorias fueron notables. Rosina como directora de ARCO durante veinte años, que consiguió dar un sentido a la feria y conseguir que fuera una de las más visitadas del mundo y un auténtico referente nacional e internacional; Soledad Lorenzo, como modelo del galerismo, tanto por su relación con los artistas, entre las que figuran Soledad Sevilla y Victoria Civera, Marta Cárdenas, Ángeles Marco y Louise Bourgeois, por citar algunas de un total de casi ochenta artistas, mujeres y hombres, como por su trabajo a lo largo de décadas en el mercado del arte. A esto cabe añadir la especie de cartografía que hace la autora del libro a propósito de la historia del arte español de los últimos veinte años, contribuyendo con su aportación a una nueva visión centrada en las prácticas artísticas contemporáneas, resultante de una dedicación exhaustiva como feminista e investigadora en arte contemporáneo y estudios de género. 

La segunda parte de este volumen, bastante más extensa que la anterior, se dedica a las artistas, que su autora reúne en base a los periodos históricos a los que pertenecen con el fin de establecer una clasificación que no reduce su individualidad, y respetando a su vez sus respectivas trayectorias. En el primer grupo acoge a seis de ellas, bajo el nombre de Modernas, cuya fecha de nacimiento cabalga entre el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Se trata de pioneras como Rosario Weiss, María Blanchard, Sonia Delaunay en Madrid, Marga Gil, Roberta González y Ángeles Santos; en el segundo, a las que denomina Maestras, nacidas antes de 1950, y que para ella son Elena Asíns, Carmen Calvo, Esther Ferrar, Carmen Laffon, Eva Lootz, Soledad Sevilla y Susana Solano; y por último las Contemporáneas, con Ángeles Agrela, Ana Laura Aláez, Pilar Albarracín, Rosana Antolí, Cabello/Carceller, Nuria Carrasco, Victoria Civera, Patricia Esquivias, Alicia Framis, Patricia Gadea, Carmela García, Teresa Lanceta, Jana Leo, Cristina Lucas, Marina Núñez, Elena del Rivero y Eulalia Valldosera. La selección no puede pasar inadvertida, porque deja ver coincidencias de época y reparar en el reconocimiento que se les concede, pero también las diferencias entre unas y otras a través de proyectos expositivos puntuales, nacionales e internacionales, al igual que por nombramientos, participación en bienales y circunstancias que no pueden pasar inadvertidas para su autora. Rocío de la Villa avisa que el libro se puede empezar por cualquier esquina, que no es imprescindible seguir ningún orden de lectura. Pero yo creo que no se pierde nada siguiendo sus pasos y que el lector descubrirá hechos y anécdotas que hacen justicia a sus protagonistas, de una manera progresiva, pudiendo recuperar una información, que de no ser por esta antología habría permanecido inaccesible. Yo he podido aprender muchas cosas y presiento que no soy una excepción. La escritura valida la exploración que ha hecho a lo largo del tiempo y comunica para hacer oír su voz estimulando otras voces para que hagan lo mismo. La historia del arte es siempre una historia del presente y una historia plural siempre inconclusa, hecha de relatos múltiples y de encuentros que ponen en relación todas las cosas contribuyendo a ampliar una información que puede ser esencial para alterar una visión cualquiera en este caso del mundo del arte. Recomiendo especialmente este pequeño gran libro por todo lo que narra y nos descubre, pero también por todo lo que nos recuerda y porque es producto de una estrategia ejemplar de resistencia contra el olvido.

*Rocío de la Villa, Crítica de arte desde una perspectiva de género, Colección Textos Mínimos, Universidad de Málaga, 2021.

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