CATACLISMO

The YOKO ONO WISH TREE (1996/2021)

The YOKO ONO WISH TREE (1996/2021)

Menene Gras Balaguer, comisaria

Los antecedentes del Wish Tree de Yoko Ono (Tokio, 1933) se remontan hasta 1996, cuando la artista decidió dar forma a esta propuesta participativa, convirtiendo la acción de desear en una práctica consciente de producción e intervención en la vida real. Evocando una costumbre muy popular en Japón que ella misma practicaba en la infancia, consistente en colgar un deseo escrito en un trozo de papel de la rama de un árbol, en alguno de los templos que frecuentaba, concibió la iniciativa de socializar este hábito tan extendido en Japón transformándolo en una práctica artística para un público sin fronteras. La invitación que se hace actualmente desde el Museo Lázaro Galdiano coincide con el veinticinco aniversario de la propuesta que hizo Yoko Ono entonces, y su vigencia parece perdurable por la extensión geográfica que ha alcanzado y el interés demostrado en todas partes del mundo donde el proyecto se ha activado. Sus instrucciones escritas a mano dicen claramente cómo se debe proceder: Formula un deseo. Escríbelo en un trozo de papel. Dóblalo y cuélgalo en una rama del árbol de los deseos. Dí a tus amigos que hagan lo mismo. Y continúa deseando hasta que las ramas estén llenas de deseos. Esta petición debe figurar siempre junto al árbol o los árboles elegidos para representar el Wish Tree. Cuando se llena de deseos, ella lo ve como si estuviera floreciendo. La convocatoria se hace extensible a visitantes y transeúntes a quienes se hace partícipes de la noticia, para que se acerquen y pongan a prueba aquello que desean.

 

De hecho, «toda mi obra es una forma de deseo», en la medida en que es un querer ser y un querer hacer, que ella interpreta como la clave para entender la energía que mueve y transforma el mundo. Desear pone en marcha y activa toda intervención, producción y reproducción de ideas y cosas adelantándose al futuro. Al decir esto, Yoko Ono invoca el deseo como una afirmación del sujeto que se identifica a través del habla, en tanto que construcción cultural y destino. Toda producción deseante hace pensable que aquello que anhelamos pueda suceder algún día, como si la fuerza del deseo fuera algo mágico y misterioso que se impusiera al destino. Somos máquinas deseantes, receptivas a los flujos de deseo que genera la sociedad de consumo, y de alguna manera máquinas de máquinas que ponen en conexión y encadenan deseos de deseos sin fin. La expresión máquina deseante introducida por Gilles Deleuze y Félix Guattari en el Anti-Edipo (1971) equivale a un sistema de producción de deseos, que es inseparable de la máquina social, en tanto que sistema económico y político de producción. Desear es crear potencialidades y es abrir un campo para un llegar a ser, que no arranca necesariamente de la carencia o la privación sino de una intencionalidad y una voluntad de hacer que lo deseado alcance a ser real. En este sentido, el énfasis de Nietzsche en la voluntad de poder se suele asociar con lo que define al deseo en tanto que un querer ser o un querer que suceda. En Sujetos del deseo. Reflexiones hegelianas en la Francia del siglo XX, Judith Butler parte a su vez del deseo considerado como peligro y como amenaza para el pensamiento racional, en la historia de la filosofía, funcionando a su vez como principio de dislocación metafísica en la filosofía contemporánea.

Sujetos del deseo fue su tesis doctoral y el primer libro que publicó. Se editó en 1987 y se reeditó en 1999 con un nuevo prólogo. El tema subyacente es el deseo, y no el único lugar donde Butler hace referencia a esta expresión que identifica al sujeto, sino que este se desdobla en prácticamente todo su trabajo. Butler se remonta hasta la historia de la recepción de Hegel en Francia durante el siglo XX, no sólo para hacer una revisión de esta presencia, sino para establecer recorridos a modo de afluentes que nacen o tienen su origen en este lugar común en el que se centra el pensamiento hegeliano. La lógica del deseo y la lógica del poder son en cierto modo comparables, cuando se trata de la identidad del sujeto que se conforma en la medida en que desea, y la manifestación del deseo se presenta como una forma de poder. El deseo mueve y es recíprocamente origen de la creación humana. Hegel y la recepción del pensamiento hegeliano por sus principales intérpretes en Francia, primero Kojève e Hippolite; y a continuación Sartre, Lacan, Deleuze y Foucault, hasta la actualidad, es el tema de su estudio y análisis comparativo seguido del compromiso que asume Butler en todos sus trabajos posteriores sobre género, sexo e identidades movedizas.

Es la primera vez que el proyecto The Wish Tree de Yoko Ono se hace en Madrid, aunque los precedentes sean numerosos y sean más de un millón de deseos los que se han recogido hasta ahora procedentes de todas partes del mundo. Para su puesta en práctica, ella ha identificado hasta 21 especies de árboles como candidatos para cumplir la función que se asigna al Wish Tree, y que deben tener una relación con el lugar de su asentamiento, de manera que preferentemente se trata de árboles nativos, locales o indígenas. En el caso del Museo, se han escogido los seis naranjos que se encuentran delante de la puerta de la biblioteca, de acuerdo con su estudio, como si se tratara de un pequeño patio diferenciado del resto, donde durante el período mencionado será un espacio exclusivo dedicado a este proyecto, entendido como una site-specific installation.

La duración del proyecto nunca es la misma y debe pactarse de antemano con la artista y sus agentes, teniendo en cuenta que puede extenderse en el tiempo como ha sucedido en el Smithsonian´s Hirshhorn Museum and Sculpture Garden de Washington donde el proyecto se hizo por primera vez en 2007 y sigue vigente. Su continuidad ha quedado documentado con la última ampliación que ha tenido lugar recientemente entre el 15 y el 31 de abril de 2021. La directora del museo, Melissa Chiu, decidió desafiar la pandemia y el confinamiento, proponiendo a Yoko Ono dirigir una invitación para participar online en el proyecto a un público global, eliminando las fronteras físicas y el aislamiento al que nos condenó la pandemia. Así que bajo el epígrafe Open Invitation to the World se invitó a todos aquellos que quisieran formular un deseo a escribirlo a mano sobre una hoja de papel y, a continuación, escanearlo para transmitirlo via Instagram bajo los hashtags #Wish TreeDC and # Yoko Ono. La experiencia carecía de precedentes y ha sido un éxito, por el número de participantes procedentes de todas partes del mundo, que han colaborado en la prolongación de este proyecto que pretende contribuir a la paz universal. Cada año, el primero de mayo, los visitantes del museo son invitados a colgar sus deseos del árbol propuesto y en invierno murmurar estos deseos para que las ramas y las hojas los escuchen y registren.

El Wish Tree se ha plantado en numerosos museos y centros culturales de EEUU, Europa y Asia. El inventario es ahora mismo extenso, pero basta con nombrar algunos de los lugares donde se ha llevado a cabo para abordar la dimensión que ha alcanzado en el transcurso del tiempo. Yoko Ono regaló un Wish Tree a la Peggy Guggenheim Collection en 2003, con la dedicatoria To Peggy with Love X Yoko. La artista y ella se conocieron a raíz del viaje a Japón que ésta hizo con John Cage y donde Yoko les hizo de guía; en Tokio, en 2009; en el MOMA de Nueva York, en 2010; en las Serpentine Galleries de Londres en 2012; en la Fundación Yannick y Ben Jacober (Alcudia, Mallorca) en 2012, a la que la artista regaló tres obras interactivas, entre las que se encuentra el Wish Tree for Hope; en Sydney (Museum of Contemporary Art), en 2013; en Manhattan Beach de California y en el Malba de Buenos Aires, en 2016; en el Centro de Creación Contemporánea de Córdoba (C3A), un proyecto comisariado por Álvaro Rodríguez Fuminaya, todavía vigente; en el Museo Guggenheim de Bilbao, en 2019; y ahora en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid. El listado es mucho más amplio y se extiende a muchas otras ciudades como Dublín, Copenague, Helsinki, Exeter, St Louis, Guanzhou (Guandong Museum of Art) entre otros lugares en los que la propuesta de Yoko Ono ha tenido un eco sonoro.

El público se preguntará qué pasa con los deseos que se cuelgan en los árboles designados para desempeñar la función que les asigna la artista para ser portadores de todos los deseos anónimos cuando finaliza el período de tiempo pactado y éstos son descolgados. Aquellos no se desechan. Lo primero que se hace es recogerlos y agruparlos de cien en cien para reenviárselos a Yoko Ono, que a su vez los recibe y conserva. En más de una entrevista, ha dicho que conserva todos los deseos sea cual sea el país del que procedan, aunque nunca lee ninguno porque no se cree con el derecho de violar la privacidad de sus autores. El destino final de todos los deseos formulados en cualquier parte del mundo es la isla de Videy en Islandia, donde éstos son enterrados en la instalación lumínica ideada por la artista para este fin y concebida como un homenaje a John Lennon (1940-1981), con el que compartió el sueño de contribuir al establecimiento de la paz en el mundo.

Este sitio donde se encuentra el pozo de los deseos, cuya profundidad aumenta a medida que se siguen enterrando más y más deseos, es la Imagine Peace Tower, título de Yoko Ono para la instalación mencionada, evocando una de las canciones más conocidas mundialmente de Lennon. La letra de la canción dice así:  Imagine there’s no Heaven | It’s easy if you try | No Hell below us | Above us only sky | Imagine all the people | Livin’ for today | (…) | Imagine there’s no countries | It isn’t hard to do | Nothin’ to kill or die for | And no religion, too | Imagine all the people | Livin’ life in peace | (…) | You may say I’m a dreamer | But I’m not the only one | I hope someday you’ll join us | And the world will be one. Yoko Ono coge el testigo uniéndose a Lennon para seguir soñando ese sueño que los unió y que ella sigue conservando, recordándole siempre.

En la vida de Yoko Ono, The Wish Tree parece vincularse a una trayectoria en la que lo personal y lo profesional como artista es inseparable. Tratándose de una obra abierta, que no tiene fin por el momento, su prolongación garantiza una continuidad que da unidad a toda una obra, que desde sus inicios mantiene el discurso que compartió con los miembros de Fluxus, donde se dio a conocer con sus performances y los diferentes formatos que adoptó su práctica artística más conceptual. Cuando cumplió los dieciocho años, su familia se mudó a Nueva York, ciudad en la que reside desde entonces, pese a los numerosos viajes realizados posteriormente a Japón. En Nueva York estudió música y poesía en el Sarah Lawrence College, y fue a partir de 1960 cuando conoció a John Cage (1912-1992), George Maciunas (1931-1978), el fundador de Fluxus y el que hizo su primera exposición en Nueva York en 1969, después de la cual en 1969 hizo su primera exposición y concierto en Japón, Jonas Mekas (1922), Nam June Paik (1932-2006) y Shigeko Kubota (1937-2015).  La palabra Imagine dio título también al largometraje que rodaron Ono y Lennon en 1971 en su mayor parte en el hogar que ambos poseían en Tittenhurst Park, en Ascott (Inglaterra). El documental recoge varios videos musicales y entre unos y otros se narran breves episodios en escenas en las que John busca a Yoko en el bosque de Tittenhurst, o donde Fred Astaire y otros famosos escoltan a Yoko. Aunque sin gran repercusión, su mención aquí tiene que ver con el valor que se concede a la palabra imaginar y a la relación que esta mantiene con desear y soñar, como forma de vida.

El museo Lázaro Galdiano ha querido ser sede del Wish Tree de Yoko Ono tras la ejecución del Jardín Japonés diseñado por Swichi Kobari, jefe del TOYO ITO STUDIO de Barcelona, el pasado mes de junio, en el entorno ajardinado más amplio y con varias alturas, donde se encuentran también los naranjos donde se colgarán los deseos de los visitantes durante los próximos meses. El interés del Museo reside en la repetición del mensaje de Yoko Ono para un mundo mejor y en paz, y en el aprendizaje que supone el diálogo con los árboles y la Naturaleza en general. El Museo y Casa Asia compartieron desde el principio la propuesta y sólo me queda agradecer a Begoña Torres la directora del Lázaro Galdiano su comprensión y su entusiasmo para la activación del proyecto.

The YOKO ONO WISH TREE, Museo Lázaro Galdiano, Madrid. Del 30 de julio al 13 de octubre de 2021.

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