CATACLISMO

DESIGUALDAD DE GÉNERO EN EL SISTEMA DEL ARTE EN ESPAÑA

DESIGUALDAD DE GÉNERO EN EL SISTEMA DEL ARTE EN ESPAÑA

Rocío de la Villa

Hace doce años, la asociación MAV confrontaba sus primeros informes sobre la discriminación sexista en nuestro sistema del arte con la organización de cuatro mesas, que atravesaban el proceso de la producción artística, desde su creación a su distribución, celebradas en el Ministerio de Cultura con numerosa participacion y asistencia. A partir de entonces, se dio por hecho que los agentes del medio artístico estaban al corriente de tal discriminación y la cuestión del sesgo de género entró en la agenda de estadísticas oficiales, criterios de premios, concursos y adquisiciones, paridad en exposiciones en instituciones públicas y también en el sector privado: desde fundaciones al mercado artístico. Justo es que en la página inicial de agradecimientos de este volumen, se reconozca el papel pionero de MAV y la importancia de su tenaz contribución hasta hoy, cuando sus informes actualizados son referencia ineludibles en los medios de comunicacióon y las reflexiones continuas en sus foros alimentan congresos universitarios y sus respectivas publicaciones. MAV, además, apoyó este proyecto para su realización, que fue presentado online en la Bienal MAV 2020.

Las principales virtudes de este volumen son: reunir datos acumulados y actualizados sobre la discriminación sexista en nuestro sistema del arte; contextualizarlos en el panorama internacional, aportando porcentajes; incluir una valoración cualitativa, sumando las opiniones de más de un centenar y medio de profesionales de todos los ámbitos del sistema artístico; y por último, abrir una discusión sobre posibles medidas para superar la desigualdad.

Para lograr esta síntesis, las autoras han sumado esfuerzos anteriores focalizados sobre las condiciones económicas de las artistas y el mercado del arte, entendiendo este como un nodo en el que finalmente concurren todos los agentes del sistema del arte. Marta Pérez Ibáñez aporta y amplía lo referente a las artistas de su investigación junto a Isidro López Aparicio, La actividad económica de los/las artistas en España, 2018, describiendo en detalle la situación laboral de las artistas en y fuera de nuestro país. Carolina Rodovalho expone sus conclusiones sobre su investigación TFM, cuantitativa y cualitativa sobre la situación de las artistas en el mercado español del arte, en una aproximación centrada en las galerías de arte, donde se pasa del enfoque meramente económico al sociológico, gracias al diálogo con galeristas que esclarecen estategias y posicionamientos. Y Semíramis González entresaca las respuestas más significativas de más de noventa artistas y otros profesionales en torno a interesantes cuestiones: cotización e impulso de las carreras a través de las exposiciones, la presencia de mujeres en las ferias y cotización de hombres y mujeres, entre otras, como opiniones sobre la Ley de igualdad o la relación ente edad y categoría de los artistas dependiendo de su sexo biológico. La selección de los entrevistados posibilita un mosaico en el que también entran cuestiones raciales, de diversidad funcional, de clase social, maternidades y cuidados.

A pesar de ciertas mejoras en la última década, provocadas casi siempre por el activismo de MAV, una asociación que sigue siendo el motor de la presión constante y expandida, con más de 800 profesionales, y pese a la situación de crisis ecónomica constante en la que que surgió y persiste hasta hoy (antes financiera y ahora pandémica, entre las que emergieron los influyentes movimientos internacionales MeToo y BlackLiveMatters), los porcentajes junto a los testimonios de artistas y otras profesionales dibujan una situación tan injusta y vergonzante como la que en MAV descubríamos hace más de una década. Conviene leerlos y releerlos, subrayarlos y ponerlos una y otra vez en evidencia, ahora que al tiempo tenemos que enfrentarnos en la batalla ante un relato falaz, que pretende simular que el cambio ha comenzado, sino se ha efectuado ya, exagerando lo poco y a menudo mal que se hace para corregir la desigualdad que, en estos tiempos de crisis, en conjunto ha precarizado aún más la situacion de las artistas y del resto de las agentes en el sistema del arte en nuestro país. Otros datos también demuestran que el techo de cristal es ahora más resistente.

En cuanto a posibles soluciones, es la cuestión en la que detectamos más diferencias en las conclusiones finales de cada autora, enriqueciendo el ulterior debate entre lectores. Más allá de lugares comunes, como las buenas prácticas, Marta Pérez Ibáñez apela a la educación de la sociedad, sumándose a Lola Jiménez-Blanco -actual Directora General de Bellas Artes en el Ministrio de Cultura y Deporte- quien considera que la desigualdad «es una cuestión de estructuras de poder y, por lo tanto, sobrepasa con creces los límites de lo artístico». Así que, nada por hacer en el sistema del arte; mientras calan los discursos misóginos, xenófobos y homófobos de partidos políticos también en nuestro país que están haciendo tambalear valores de la ONU, que creíamos consolidados hace décadas en los Estados democráticos. Sin embargo, dado el compromiso con la igualdad de ambas, sería necesario matizar este debate y, al menos, apuntar algunas concreciones, inexistentes een este capítulo. En cuanto a la muy amplia cuestión de la educación, sabemos que también se educa con leyes que imponen nuevas reglas. En nuestro país, leyes como las emitidas sobre el divorcio, el aborto, la homosexualidad y ahora la ley trans llegan tras un importante despliegue educativo para fomentar la mayoría en la opinión pública, que se prolonga con los hechos una vez aprobadas. Y si acotamos el campo de la educación a los ciclos de enseñanza reglada y su prolongación institucional, textual y visual, entonces tendríamos que abordar el incumplimiento sistemático de la Ley de Igualdad de 2007 en la definición de los contenidos de los itinerarios curriculares, a pesar de las reiteradas y generosas ofertas de feministas como Ana López Navajas, quien ha llegado a detallar esos contenidos textuales y visuales en manuales didácticos para las asignaturas de humanidades, presentados en numerosas ocasiones al Ministerio de Edicacion en las últimas décadas, la última hace solo unos días. También el calvario que se está haciendo pasar desde hace décadas a los Institutos feministas y de igualdad segregados en las Universidades, habla de la falta de interés real de los sucesivos partidos políticos en el gobierno por una sociedad más igualitaria. Situación que se repite en los museos públicos, donde se educa visualmente, desde la infancia hasta la vejez; pero hasta hoy, en su mayoría, carentes de un plan de igualdad con las necesarias medidas de discriminación positiva para compensar el agravio histórico y sobre todo, de un cambio en el relato que sigue minusvalorando cuantitativa y cualitativamente la presencia y aportaciones de las mujeres a la cultura. Sirva esta mera enumeración a bote pronto de algunas de las acciones que sí se pueden llevar a cabo poniendo a la cultura y su importante poder simbólico a la vanguardia de los cambios sociales, y no en el último lugar retrógado al que llegan los cambios estructuales que, en todo caso, siempre necesitan ser provocados activamente.

Por su parte, Carolina Rodovalho alerta sobre la errónea percepción de ciertas mejoras en algunos porcentajes que siempre son frágiles, posiblemente dependen de modas pasajeras y que, por lo tanto, hay que defender y apuntalar, para seguir conquistando legítimos derechos: lo que en su opinión, pasa, para empezar, con el desarrollo sancionador de los artículos de la Ley de Igualdad de 2007 en su aplicación a las instituciones públicas. También, me parece significativo que Rodovalho discuta el influyente artículo de Patricia Mayayo sobre el papel de «las señoras del arte»: desde Juana Mordó, Juana de Aizpuru, Soledad Lorenzo, Rosina Gómez-Baeza … que se reivindican aquí como las auténticas artífices de cambios decisivos en el arte contemporáneo en nuestro país. Otra cuestión que llama a la reflexión, radica en que uno de los aspectos en que los porcentajes han mejorado ligeramente en la última década: la visibilidad de las artistas en exposiciones individuales en los principales museos, no tenga correlato en una cotización mayor de su obra; ya que es corroborada por opiniones de las artistas y otros profesionales en la tercera sección de este volumen.

Por último, Semíramis González (y su práctica profesional lo atestigua) sigue apostando por el activismo feminista en todos los frentes. En el mapa variopinto futo de sus entrevistas, los más alejados de la problemática de género son los coleccionistas. Y muchos galeristas y comisarios reconocen que solo recientemente han incorporado esta cuestión a su gestión. Las matizaciones aportan un argumentario en pro y en contra muy a tener en cuenta. Curiosamente, quizás los críticos de arte parecen los más perdidos en este abordaje que sigue siendo básicamente económico y referido al mercado del arte. En sus conclusiones, hay algunos nuevos datos relevantes: estudios internacionales sobre CEO mujeres y sobre el liderazgo de mujeres en sectores de microfinanzas de capital y riesgo demuestran que las mujeres que han conseguido atravesar el techo de cristal sí se rodean de y promocionan a otras mujeres. De aquí que la lucha por la igualdad y contra la discriminación sexista, que se agrava con los sesgos de clase y raza, tenga que mantenerse con ambición de abajo arriba en toda la cadena del sistema del arte, por parte de todas, todos, todes.

Carolina Rodovalho, Marta Pérez Ibáñez, Semíramis González, Desigualdad de género en el sistema del arte en España, ed. Ménades, Col. Trincheras, Madrid, 2021.

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