CATACLISMO

MALDITO ESTEREOTIPO

MALDITO ESTEREOTIPO

Rocío de la Villa

La artista Yolanda Domínguez es tan conocida por sus acciones artivistas colaborativas como por sus intervenciones en medios de comunicación y conferencias y presentaciones en los foros más diversos. A partir de esas participaciones surge este ensayo “Maldito estereotipo”, tan claro, directo, persuasivo y  ameno como sus artículos en el HuffPost y sus elocuciones en Radio 3.

En este libro dirigido al “gran público” y colocado en las librerías como un superventas, la moda, la publicidad y las estrategias de marketing que fomentan el consumismo son el blanco de esta artista visual que se autodefine experta en comunicación y género para desmontar el aluvión indiscriminado de imágenes que padecemos sin herramienta alguna que nos sirva de escudo. Muchos artistas y educadores llevan exigiendo hace tiempo que se introduzca una asignatura de lectura e interpretación de las imágenes en la primera etapa escolar. Yolanda Domínguez lo tuvo claro cuando estudiaba Bellas Artes: en lugar de empeñarse en crear imágenes nuevas, decidió dedicarse a descodificar las remozadas imágenes de la vieja historia del arte que, al cabo, continúan siendo la base sólida sobre la que se apoyan las malditas imágenes estereotipadas que se repiten con engañosas variaciones sin cesar. Cuanto más se repiten, más nos familiarizamos con ellas, hasta el punto de naturalizarlas, sin prestarlas atención. Y esa sobresaturación de imágenes y la falta de herramientas para interpretarlas son precisamente el nudo de la cuestión.

Domínguez aporta algunos datos básicos interesantes. Según la empresa de investigación tecnológica 3M, actualmente el 90% de la información que procesa nuestro cerebro es visual. Recordamos el 70% de lo que vemos, el 20% de lo que leemos y el 10% de lo que escuchamos. Al parecer, también procesamos sesenta mil veces más rápido las imágenes, frente a los textos. Pero lo más preocupante es que esas imágenes estereotipadas se cuelan en cuentos y dibujos animados antes de que aprendamos a hablar. Quizás la temprana familiaridad propicie nuestra ingenuidad y analfabetismo visual de por vida. Ignoramos que somos absolutamente ignorantes ante las imágenes, un lenguaje que como cualquier otro tiene unos códigos, que algunos, con fines lucrativos, saben utilizar al servicio de sus intereses. Y esa comunicación interesada funciona mucho mejor y resulta más fácil cuando versiona imágenes ya testadas en la historia del arte: un lenguaje misógino, heterosexual, racista, clasista y aporófoba que durante siglos fue detentado por los poderosos: iglesias, monarcas, etc.; es decir, un lenguaje hegemónico, impositivo y excluyente.

Como casa originaria y fundante de estereotipos, no es casual que el ámbito y el sistema del arte sean hoy en día de los más retrógados, a tenor de las cifras e informes que todas conocemos. Las imágenes del arte contemporáneo, a menudo, son complejas y consideradas objeto de expertos. Las imágenes subsidiarias de la historia del arte en medios de comunicación y publicidad se consideran accesibles a todos y sin necesidad de interpretación. Sin embargo, la mayoría carecemos de herramientas para su interpretación en un contexto, soporte y momento determinados. El bagaje cultural de cada receptor es importante, pero de nada sirve si ni siquiera se pone en juego conscientemente ante esas imágenes familiares y por ello, supuestamente inofensivas. Habitualmente, ante este tipo de imágenes mediáticas, nadie se pregunta: “¿quién la ha creado?, ¿a qué se dedica?, ¿qué pretende conseguir de nosotros?, ¿cuál será su beneficio?”. La invisibilidad de lo familiar y repetido y lo ocultado en su procedencia y difusión, juegan en nuestra contra para imponernos férreos estereotipos bajo la mirada patriarcal, blanca y heterosexista. Mujeres, homosexuales, trans y no binarios, con otro color de piel y otro bagaje cultural, precarias y migrantes, incluso quienes más se adecúan a los patrones estereotipados por medios y publicidad, todes sufrimos la vigilancia de una violencia simbólica constante, estructural y generalmente, interiorizada.

Pero Domínguez no quiere ver la botella vacía. Los cambios sociales están presionando para romper esos férreos estereotipos. En la publicidad, comienza a ser frecuente la variedad de tipos humanos, así como los medios están asimilando términos como “feminismo”, antes demonizados. Marcas y medios han comenzado a detectar el coste del uso de estereotipos sexistas y racistas, incluso pasándose al engañoso pinkwashing, al femvertising o al estilo gayfriendly. Y recientes legislaciones estatales y municipales comienzan a respaldar las demandas de grupos de presión, cuya potencia es diseminada en las redes sociales, que Domínguez considera un nuevo medio de compromiso social más democrático, al propiciar la participación activa y emisora de mensajes de los otrora sólo receptores pasivos. Por primera vez, todos los excluidos por los estereotipos pueden autorrepresentarse. Ella misma ha utilizado las redes para la convocatoria de sus acciones artistas colaborativas, pese a la resistencia de los algoritmos, la contaminación de bots y a pesar de la agresión de trols, según varios estudios “mayoritariamente hombres, blancos, heterosexuales con comportamientos obsesivos, perfiles narcisistas y enorme falta de empatía”.

Para salir del estado “ondas alfa”, ese que proporciona por ejemplo la televisión tras treinta segundos de visión, cuando “nuestro cerebro pasa a generar ese tipo de ondas que nos mantienen en un estado casi hipnótico” y las funciones de la lógica, la comprensión y la asociación de ideas quedan paralizadas, Domínguez aconseja llevar una buena dieta de imágenes, procedentes de cualquier medio, sin olvidar internet. Menos imágenes y más variadas: diversidad de cuerpos y de roles. Menos manipulación y deterioro cerebral y más capacidad de elección. Menos pornomiseria y más empatía. “Compremos menos, seleccionemos más”.

Al final, para Yolanda Domínguez la alternativa podría resumirse en las tres ces: consciencia, conocimiento y compromiso. Con herramientas de análisis e interpretación, cualquier mensaje visual puede revertirse a nuestro favor y también puede reutilizarse para poner nuestro granito de arena por una sociedad más libre e igualitaria. En las últimas páginas, se ofrece unos decálogos para quienes generan y/o consumen imágenes, consejos sencillos para ejercer la libertad visual con responsabilidad.

Yolanda Domínguez, Maldito estereotipo ¡Así te manipulan los medios y las imágenes!, Barcelona, Penguin Random House Grupo Editorial, 2021.

Introduce tu comentario

Por favor, introduce tu nombre

Debes introducir tu nombre

Por favor, introduce una dirección de e-mail válida

Debes introducir una dirección de e-mail

Por favor, introduce tu mensaje

MAV Mujeres en las Artes Visuales © 2025 Todos los derechos reservados


Diseñado por ITCHY para m-arte y cultura visual