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VASOS COMUNICANTES. 1881-2021. COLECCIÓN REINA SOFÍA
Rocío de la Villa
Después de una década, el Museo Reina Sofía renueva y amplía la presentación de la Colección. El nuevo recorrido con una superficie de 15mil m2 en seis plantas (cuatro en el edificio Sabatini y dos en Nouvel) reúne cerca de dos mil piezas, entre obras en diversos medios y los documentos habituales en este museo. Este esfuerzo colosal se basa en las investigaciones para las exposiciones realizadas y en las adquisiciones que se han llevado a cabo durante la última década. El enfoque general sigue siendo el mismo: una lectura sociopolítica del arte desde finales del siglo XIX hasta hoy, posicionada desde España y sus vinculaciones internacionales. De manera que el recorrido se plantea como la sucesión de ocho “episodios” que enmarcan diversas “micronarrrativas”, algunas cuya importancia quizás será difícil de entender (pero será aleccionadora) desde el bagaje de los miles de extranjeros que visitan cada año este museo. La cronología avanza a partir de lugares geográficos y artísticos. Así, señaladas bienales, documentas, galerías e incluso revistas articulan determinados periodos y tendencias.
Sin embargo, al tiempo, el relato ha cambiado y mucho y para bien en las Salas de la Colección en donde se aplica la perspectiva de género, con inflexiones puntuales, de principio a fin del recorrido. También se ha tenido en cuenta el incremento del número de obras de autoría femenina: “Hay una paridad absoluta en la parte contemporánea. En la histórica ha sido más trabajoso conseguirlo”, como ha destacado su director Manuel Borja-Villel en declaraciones a EL PAÍS, en contraste con anteriores y reiteradas manifestaciones que despreciaban este imprescindible aspecto cuantitativo de la presencia de artistas mujeres; y que todavía intenta mantener o congeniar bajo el argumento de que “no es una cuestión de cuotas, sino de una mirada distinta”, en palabras recientes en ABC. Indudablemente, hay muchas más artistas y mejor representadas que en la anterior presentación de la Colección. Además, se abraza la importancia del feminismo desde los años setenta y su impronta posterior en el arte decolonial y en movimientos sociales como el 15-M y el propio 8-M, con el objetivo de conectar con la mayoría femenina de visitantes del museo y la sensibilidad actual tras el MeToo.
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La insistencia en destacar este cambio ha llevado a que inclusive en el extenso dossier de prensa de presentación del nuevo ordenamiento se haya cuidado el reparto igualitario de las imágenes ilustrativas; al igual que en la guía de mano descargable para visitantes y en menor medida, pero también, en el vídeo explicativo del director del museo y el resto de vídeos cuyo relato queda a cargo de la directora de la Colección y otros conservadores. Tampoco es casual que en la misma página de la web del museo donde se presenta la nueva colección pueda accederse directamente a los dos últimos proyectos de investigación en microsites: “Frente y retaguardia. Mujeres en la guerra civil” y “Fuera del canon. Las artistas pop en la Colección”, este último ya reseñado aquí en m-arteyculturavisual. Inclusive, la sala de la asociación de Amigos del museo en la planta baja, en uno de los pasillos de los ascensores, en Sabatini se ha retitulado como “Amigas y amigos del Reina”.
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En todo caso, entendemos que el Museo Reina Sofía responde al cambio sociológico en nuestro país, mayoritariamente feminista pero también ahora amenazado por el machismo misógino de la ultraderecha y donde el gobierno de coalición no ahorra en difundir gestos, aunque vaya francamente retrasado en la aprobación de nuevas leyes sobre violencia de género y otras concebidas desde el feminismo de la diferencia para alcanzar una igualdad efectiva entre la ciudadanía.
PRIMERA APROXIMACIÓN: 1881-1980
Del recorrido, pasamos a analizar las secciones/plantas de la colección hasta la década de los años ochenta del siglo XX, prácticamente tres cuartas partes de la nueva presentación de la colección, con el fin de mejorar la representación de artistas mujeres y la perspectiva de género en futuras ediciones.
El énfasis en evidenciar la representación femenina en “Vasos comunicantes 1881-2021” ha llevado a algunos “excesos”, como el insistente aislamiento de las artistas en “salitas”, reduccionismo que en ocasiones anteriores ya hemos comentado a propósito de exposiciones y de la anterior presentación de la Colección, hasta el punto de que, en realidad, hasta los años ochenta el recorrido esta trufado de estas pequeñas salitas, no todas justificables. Así, encontramos las salas: “Mujeres en vanguardia”, “Las fotógrafas documentan España”, “El cuerpo y la casa” (Bourgeois y Tanning) y “Artistas mujeres y tardofranquismo”. Excesos que precisamente subrayan otros defectos o carencias, como la no inserción o bien, escasez de obras de artistas mujeres en micronarrativas no signadas por el género; la minorización de hitos en la historia de las mujeres, ausencias chocantes en esta interpretación general del arte como síntoma o reflejo de esta sociedad, en la que las mujeres somos más de la mitad de los ciudadanos. Y la minusvaloración inexplicable de algunas de nuestras artistas más destacadas: hasta las últimas décadas, ninguna protagoniza una sala propia, a diferencia de más de dos decenas de varones: artistas, historiadores, críticos, arquitectos y cineastas. Cuestión que se justifica con la noción de “transversalidad” que hace que, por ejemplo, las obras de Maruja Mallo y de otras artistas se encuentren aisladas y dispersas en varios capítulos no consecutivos, en los que sus obras aparecen como destellos excepcionales.
PLANTA 2 EDIFICIO SABATINI
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El recorrido cronológico se inicia en la segunda planta del edificio Sabatini. Sin duda, es un acierto que al comienzo del “Episodio 1: Territorios de vanguardias: ciudad, arquitectura y revistas” se proyecte la mirada de género, subrayando la misoginia, la violencia de género en la época -incluso con algunos préstamos- y el tratamiento sexualizado de la mujer estereotipada por parte de la mayoría de artistas varones vanguardistas, salvo excepciones, como Nonell, con sala propia para mostrar su larga serie de pinturas y dibujos de mujeres humildes.
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Esta cuestión es con la que arranca la visita diaria “Feminismo. Una mirada feminista sobre las vanguardias”, que el museo sigue ofreciendo a los visitantes y que, ahora remodelada, llega hasta el final de nuestra Guerra civil.
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Sin embargo, esta sensibilidad de género contrasta con la excepcionalidad de obras de artistas mujeres en micronarrativas generales, por ejemplo: solo una fotografía de Berenice Abott frente a media docena de Paul Stand en la sala “Nueva York. Rascacielos y modernidad”; o bien, de Norah Borges, también con una pequeña pieza como también ocurre en el caso de las fotógrafas Grete Stern y Tina Modotti, entre los ultraístas y estridentistas y la representación de metrópolis latinoamericanas.
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Pasando a la minusvaloración de artistas mujeres muy destacadas, es por completo absurdo e inexplicable que en la sala 204. “La nación cubista” haya un único Blanchard, como si su obra pudiera equipararse, por ejemplo, con Ángeles Órtiz; y que, en conjunto, de ella solo encontremos 4 pinturas en total y desperdigadas en su presentación “transversal” en la Planta 2 Sabatini, aunque la Colección ya posea 15 obras suyas. Lo mismo ocurre con Maruja Mallo con cuatro pinturas en la planta 2 Sabatini, una fotografía y una pintura en la Planta 4 Sabatini y tres dibujos en la Planta 0 Nouvel, de las veinte piezas que posee el Reina Sofía. De Remedios Varo, 2 pinturas en distintas salas de la planta 4 Sabatini, de las 3 obras que el museo posee en total. Estas calas indican también que el Museo Reina Sofía debe seguir esforzándose en la adquisición de obras de nuestras vanguardistas.
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En la pequeña salita 203.02 “Mujeres en vanguardia” hallamos una síntesis de esta generación con piezas muy importantes pero, junto a auténticos iconos Blanchard, Maruja Mallo, la escultora Eva Aggerholm, Ángeles Santos y Rosario de Velasco, ¿por qué no está aquí el maravilloso Autorretrato de cuerpo entero de María Roësset, acaso precisamente por su préstamo reciente en la exposición Invitadas del Museo del Prado, pero en detrimento de que solo quede aludida en una revista en la documentación de esta salita de “vanguardistas”?. Y ¿qué pasa con Luïsa Vidal, cuya omisión parece inexplicable aquí, acaso su obra es monopolio del MNAC?
También constatamos, la minorización de la pléyade de ilustradoras y diseñadoras gráficas, investigación que cuenta ya con una base sólida desde la exposición itinerante Dibujantas, aquí casi únicamente representadas por Delhy Tejero, con excelentes y variadas ilustraciones, en préstamo. Por cierto, a Delhy Tejero también volvemos a encontrarla de manera “transversal” en la Planta 4 Sabatini, con dos excelentes pinturas, propiedad del Reina Sofía.
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En cuanto al trasfondo de esta “salita”, a pesar de las intenciones, se ha desaprovechado evidenciar la importancia, junto a sus contradicciones, del modelo de la “mujer moderna” después de la Primera Guerra Mundial, cuando en muchos países por fin se obtuvo el sufragio, cuestión que ni siquiera se menciona en la hoja de sala; aunque sí se hagan alusiones al Lyceum Club y a voces feministas de la época. En este caso, si efectivamente tiene sentido “segregar” esta “cuestión de mujeres”, sin embargo, tanto el reducido espacio de la sala como la pequeña vitrina de documentación, en este caso, se quedan muy cortas. Por otra parte, el icono y la herencia de la “mujer moderna” debería seguir pespunteándose también de manera transversal en otras secciones. En este sentido, la presencia de Sonia Delaunay con algunas interesantes ilustraciones vinculadas al tema de la ciudad podría aportar mucho con las imágenes adecuadas, que la colección del Museo Reina Sofía tendría que considerar adquirir.
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Otra sala muy original e interesante desde la perspectiva de género es 205.06. “Realismo y superrealismo en el arte nuevo”, donde podemos disfrutar de dos obras capitales de la colección: Un mundo de Ángeles Santos, y la pintura otrora icónica Adán y Eva/ Un hombre y una mujer en el campo de Rosario de Velasco, por fin restituida en este museo.
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Por otra parte, en este paseo por la planta 2 del edificio Sabatini, destacaría cuánto se ha beneficiado la presencia del trabajo de varias fotógrafas como resultado de la potenciación de la fotografía en general en esta nueva presentación de la colección. Tanto en 205.03. “Las fotógrafas documentan España”, con Margaret Michaelis y Kati Horna, fotógrafas de CNT-FAI en la Guerra Civil en Madrid, también en otras secciones en torno a aquella tragedia, y junto a Gerda Taro, con fotografías y gráfica, medio en el que hallamos un ejemplo de Juana Francisca Rubio, que tendrá después su protagonismo en la planta cuarta del Sabatini.
Otras fotógrafas que encontramos en el entorno surrealista son Germaine Krull, con una interesante serie de desnudos de fuerte impronta fetichista, y algunas imágenes de Dora Maar, a la que se reencuentra tb como documentalista del proceso de creación del Guernica.
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La sección 205.11. “La noche española. Flamenco, vanguardia y cultura popular”, fruto de una de las exposiciones y línea de investigación más interesantes en la última década y seña de identidad de este museo, reúne piezas de Blanchard, figurines de Goncharova y el documental (1938) de Marius de Zayas sobre la Argentinita, uno de los numerosos films con que se ha potenciado los audiovisuales en esta nueva prresentación.
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En la sección 205.17 “Los proletarios de la cultura. La Barraca y las Misiones pedagógicas” tiene protagonismo la producción gráfica de la grabadora, cartelista, dibujante, pintora, escritora e ilustradora de cuentos infantiles española Francis Bartolozzi («Pitti») en las Misiones pedagógicas. Pero nada comparable al despliegue que se hace después con la obra gráfica del escultor, dibujante y grabador noucentista Ismael Smith Marí en la sección dedicada a “Barcelona, ciudad neutral” donde, por cierto, volvemos a encontrar un Sonia Delaunay y una de las pinturas más conocidas de Olga Sacharoff, préstamo de la Fundación Manuel Ramos Andrade – Museo Art Nouveau y Arte Decó Casa Lis. Y de nuevo, recreando las Galeries Dalmau, un bodegón cubista de María Blanchard.
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Teniendo en cuenta que en esta planta segunda hay 38 secciones, de las que en esta revisión nos dan pie a comentar solo ocho salas y sin que haya ni una sola sección dedicada a una artista, mientras hay explícitas y encubiertas más de una decena de salas monográficas dedicadas a artistas hombres, se comprenderá que la atención a las creadoras, cuyas obras y documentación apenas alcanzan el 10% del total con casi mil piezas, y a la cultura y la mirada de las mujeres es todavía muy menor.