CATACLISMO

BAGINEN BAGARA: LÓGICAS DE LA (IN)VISIBILIDAD

BAGINEN BAGARA: LÓGICAS DE LA (IN)VISIBILIDAD

Isabel Garnelo Díez y Carmen Cortés Zaborras

Hace unas semanas, con motivo de un seminario organizado por las profesoras de la Universidad del País Vasco Haizea Barcenilla y Garazi Ansa en Bilbao, dentro del máster que dirige la primera en la UPV/EHU, tuvimos la oportunidad de desplazarnos hasta San Sebastián, para visitar la exposición Baginen Bagara. Artistas Mujeres: Lógica de la (in)visibilidad, guiadas en esta ocasión por Barcenilla, una de las comisarias de la muestra.

La exposición es el resultado de un encargo de la propia institución museística, que acudió a las investigadoras para que indagasen sobre el trabajo de las artistas con obra en su colección y conformasen una muestra que la pusiera en valor. Este gesto, que en cierta medida nos sorprende, por excepcional, no por la sobrada capacidad de las comisarias para realizar el trabajo que les encomendaron, creemos que debería servir de inspiración a los museos de nuestro entorno.

Uno de los grandes aciertos de Barcenilla y Ansa fue ampliar el estudio a las colecciones de la Diputación Foral de Gipuzkoa, con lo que pudieron incrementar la visibilidad de las artistas mujeres representadas en ellas y enriquecer extraordinariamente el discurso expositivo. Además, el museo ha adquirido obras de mujeres con motivo de la exposición, para colmar, en cierta medida, las lagunas en la colección. La muestra es extensa, aunque no recoge todos los fondos que tenían a su disposición, pues lo lógica sobre la que se asienta así lo requería. Todo ello ha supuesto un largo proceso investigador, que, además de abrir nuevas sendas que habrán de seguirse en un futuro, ha culminado en la interesantísima exposición que puede verse en el STM hasta el 13 de marzo de 2022.

Plenamente convencidas de que “la forma en que exponemos influye en la forma en que comprendemos”, Barcenilla y Ansa nos hacen ver que las selecciones operadas para la configuración de las colecciones han determinado la forma en que entendemos la historia del arte. Se hace así también evidente que otras historias son posibles, muy deseables diríamos, pues, demasiado a menudo, la historiografía instituida como universal por la cultura patriarcal ha creado narraciones absolutamente parciales. De hecho, los procesos que dieron lugar a las colecciones de las que aquí tenemos noticia coinciden punto por punto con los que conformaron las que conocemos en otras ciudades y provincias, también muy parciales, y que, por lo tanto, es necesario completar.

En este sentido, el itinerario expositivo construido por las comisarias está hilado de tal forma que adquieren plena legitimidad formas, modos y conceptos que se habían visto relegados fuera de las fronteras del arte, cuando no al más completo olvido o, con mucha suerte, a un oscuro segundo plano. Barcenilla y Ansa, con la colaboración de Ane Lekuona, han realizado una ardua tarea de investigación, a la que han unido un gran talento crítico y narrativo, para poder llegar a confrontar las visiones incorporadas al canon con las miradas de las artistas. Para ello han debido también, no sin dificultades, quebrar el hermetismo en que muy a menudo está inmerso el trabajo de las artistas y aclarar los misterios que rodean los modos de selección de obra en concursos y certámenes.

Dentro del relato creado por Barcenilla y Ansa, llama especialmente la atención la fluidez con la que engarzan las piezas dentro de la muestra para generar una historia llena de sentido y significados nuevos. Cuando accedemos a las salas, un lienzo de Rosa Valverde, Mujer en la cama con corona de espinas que germina, de 1994, nos acoge. Se trata de una obra cargada de símbolos, entre los que destaca la deconstrucción de un lema que ha guiado a generaciones, “defenderás la casa del padre”, pues hacer desaparecer a este último de la leyenda bordada que cuelga encima de la cama. La perspectiva feminista que ha definido la concepción de la exposición trata, no obstante, con respeto la creación masculina incluida con excelente criterio de tanto en tanto en el itinerario, ya sean obras de maestros de las artistas o de coetáneos. A menudo, estas obras dan claves fundamentales para comprender, mediante una rápida valoración visual, que deviene casi una revelación y hasta motivo de placer en las espectadoras, las diferencias entre los intereses representacionales de aquellas y de estos. Así, por ejemplo, como señalan las comisarias en el texto del catálogo, las artistas buscaban “otros formatos para el autorretrato, reivindicando imaginarios nuevos y críticos en muchas ocasiones”. Estas diferencias, como sabemos, han sido uno de los motivos de su exclusión del relato hegemónico. En oposición a ellas, las auto representaciones masculinas, que reivindican la identidad del autor, están sujetas a los códigos definidos tradicionalmente, estos asientan la figura, casi siempre verticalmente situada en el centro del cuadro, que mira al espectador afirmándose.

Fotografía Oskar Moreno

El objetivo de la narrativa desarrollada por las comisarias se basa precisamente en la necesidad de conocer los motivos de la exclusión. Ello conlleva la deconstrucción de los relatos museísticos que universalizan los intereses particulares masculinos y generan un patrimonio común que solo representa a una parte bastante pequeña del todo social y cultural –por muy local que sea el contexto bajo escrutinio–. De este modo, con la metodología aplicada, que creemos debería servir de modelo a iniciativas muy necesarias en otros lugares de nuestra geografía, ponen en evidencia los razonamientos que se empeñan en destacar una supuesta ausencia de las mujeres en el arte, puesta aquí en cuestión, como ya han hecho otras autoras feministas, y afirmada justamente como presencia. El proceso seguido por Barcenilla y Ansa, ahonda con maestría en las particularidades del espacio local, en las expresiones y el pensamiento artístico femenino dentro de un contexto social muy limitador y fuertemente gobernado por la cultura patriarcal en torno a las manifestaciones, canónicas, de la escultura abstracta.

Fotografía Oskar Moreno

En el catálogo, en las cartelas y en los textos que nos guían por el contenido de las salas, lecturas ineludibles para comprender su complejidad, hallamos pintoras, tejedoras, ceramistas, escultoras, ilustradoras, costureras, en bastantes ocasiones, mujeres polifacéticas. En cuanto a las obras, algunas son donaciones, que, en gran medida, buscaban la permanencia en la historia, aunque fuera en un discreto segundo plano, otras aparentemente olvidadas, no fueron recogidas tras algún concurso, posiblemente porque la autora no podía costear su transporte de vuelta al estudio, también hay adquisiciones, aunque estas no parece que hayan seguido un criterio bien establecido.

Por otro lado, y en relación con lo anterior, las comisarias ponen manifiestamente en entredicho la premisa bien asentada en nuestro país de que artista solo es quien vive de su arte, entendido este como el “gran arte” masculino, pues muchas de estas mujeres se han dedicado profesionalmente a la actividad artística, si bien lo han hecho en ámbitos excluidos tradicionalmente, en los márgenes, como el diseño, la ilustración o los retratos oficiales, por poner tan solo algún ejemplo. También inciden en las relaciones que pudieron existir entre las mujeres cuyas obras contemplamos, pues estas no vivían completamente aisladas unas de otras o bien solo en relación con mentores, esposos o maestros, como habitualmente se pone de relieve según una endémica “segundidad”.

El carácter heterogéneo al que hemos aludido ha incidido, sin duda, en la complejidad del estudio que se ha llevado a cabo, si bien ha permitido pergeñar un relato inédito y evocador inspirado por las reflexiones en torno al género que han acompañado en los últimos años a las artistas e investigadoras que hemos querido entender la razón de tanto despropósito.

Sin detenernos en el detalle de la exposición, conducida en torno al equívoco semántico de los verbos contenidos en el título –éramos y estamos, o bien estábamos y somos, quizás, éramos y somos…–, y cuyo contenido consideramos excelente, hemos querido poner de manifiesto el gran valor de la metodología seguida, eje fundamental de este trabajo curatorial, relevante no solo por lo que se halla expuesto en las paredes, sino también por lo que encontramos en las vitrinas, que da luz, profundiza, completa y abre nuevos interrogantes para la investigación. A ello también han contribuido, como nos hizo comprender con su relato Barcenilla, las decisiones tomadas con respecto a la división y organización espacial, así como respecto a los colores de las paredes. Como advierten ambas investigadoras, la creación de los discursos expositivos, tanto en lo que se refiere al discurso teóricamente articulado como a la instalación de las obras en el espacio, tiene su ciencia y debe pensarse muy bien, algo que ellas han hecho sin duda alguna.

Por lo que hace al catálogo, muy cuidado, contiene los textos de las investigadoras no solo en euskera y en español, sino en las páginas finales en inglés y en francés. En él, además del texto de las comisarias “Baginen Bagara”, escriben Ane Lekuona, “En busca del cuerpo del vacío y del hierro: Escultura, abstracción y género en la historia del arte de Euskal Erría”, y Miren Vadillo, “‘Pintoras de Gipúzcoa’ (1969-1981). Un certamen de excepción”.

Baginen Bagara. Artistas Mujeres: Lógicas de la (in)visibilidad. Museo San Telmo. San Sebastián. Del 27 de noviembre al 13 de marzo de 2022.

Comisarias: Haizea Barcenilla y Garazi Ansa.

https://www.santelmomuseoa.eus/index.php?lang=es

Introduce tu comentario

Por favor, introduce tu nombre

Debes introducir tu nombre

Por favor, introduce una dirección de e-mail válida

Debes introducir una dirección de e-mail

Por favor, introduce tu mensaje

MAV Mujeres en las Artes Visuales © 2024 Todos los derechos reservados


Diseñado por ITCHY para m-arte y cultura visual