CATACLISMO

SEGUIR CON EL PROBLEMA: MARÍA BUENO

Ilustración de María Bueno que presenta la performance Dibujo y semilla (2022).

SEGUIR CON EL PROBLEMA: MARÍA BUENO
Por Ana Quiroga

María Bueno es una artista española nacida en Málaga, criada entre Marruecos y Andalucía. Con estudios en Filosofía y Bellas Artes por las universidades de La Laguna (Islas Canarias), Alameda College (California, Estados Unidos) y L’École des Beaux-Arts de Toulouse (Francia), respectivamente, su práctica artística recorre una trayectoria de veinte años en la cual explora la pintura y el dibujo a través de exposiciones individuales y colectivas, colaboraciones, publicaciones de libros y artículos, comisariados y proyectos educativos. A través de dichos formatos, establece una práctica consciente y comprometida que versa sobre la memoria individual y colectiva. Desde el inicio de su carrera, María Bueno pone en el centro de su obra a las personas y, muy en especial, a la mujer como figura de lucha resiliente y creadora. En este sentido, considera crucial tejer alianzas y sostenerse mutuamente, bajo la premisa de hacer de este mundo un lugar mejor.

Monica Mura es una artista interdisciplinar, performer y artivista. Dottoressa magistrale in D.A.M.S., Discipline dell’Arte, della Musica e dello Spettacolo con la especialidad en Lenguaje Multimedia por la UNITO Turín. En 2002 cursa en la Facultade de Xornalismo USC gracias a la beca Sócrates/Erasmus, desde entonces vive y trabaja tendiendo puentes entre España e Italia. Es miembro de MAV, de A Colectiva, Asociación Profesional de Artistas de Galicia y de Womarts. Ha participado en actos para promover la visibilidad de la mujer en la producción cultural y en proyectos de lucha contra la violencia de género. Ha sido seleccionada en convocatorias entre España, Italia, Portugal, Bélgica, Dubái, Ecuador, Argentina y Costa Rica recibiendo reconocimientos, premios, becas y residencias. Fue elegida como artista por el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid para formar parte de Nos+Otras: en Red (2015-2017). Ha llevado a cabo sus acciones y ha expuesto sus trabajos en espacios claves del arte contemporáneo y en instituciones de prestigio como ARCO Madrid 2021, MIA Anywhere Virtual Museum y tomó parte en diferentes performances dirigidas por Esther Ferrer en el Palacio de Velázquez del Museo Reina Sofía de Madrid. Entre sus últimos trabajos, destacan las instalaciones sonoras con cencerros Sonallas 2021, realizada en el CGAC y Ser Son 2022.

Tras una intensa jornada de conferencias, el ciclo Seguir con el problema llegaba a su fin el sábado 2 de abril de 2022 con María Bueno, que forma parte del equipo de redacción de M-Arte y Cultura Visual. Como es natural en ella, lo prágmático y lo teórico se entretejían en un discurso único, al más puro estilo de Haraway. Un relato perfectamente estructurado y valientemente construido. En él, María Bueno plantea una estructura perfectamente definida con ecos académicos: «problema», «desarrollo del problema» y «ejercicio práctico».

En el primer punto, María se descubre y nos descubre lo real. Sin miedo. O quizá, asumiendo ese miedo y transformándolo. Citando a teóricas como Marina Vishmidt o Nouria Ouali, María denuncia el modo en el que el sistema dominante devora toda posibilidad de subversión, de cómo anula y cuestiona a quién, desde los márgenes, intenta ofrecer y/o construir su propio relato. 

Ilustraciones de María Bueno para la performance con Monica Mura.

Retomando las palabras de Vishmidt, María Bueno nos alerta de cómo esa búsqueda de reconocimiento de parte de las oprimidas puede conducir a una suerte de extorsión simbólica mediante la cual todo acto revolucionario es adoptado y transformado según los intereses del sistema. Para evitar esa absorción, María nos invita a replegarnos sobre nuestra propia fuerza creativa y a asumir un hecho duro pero innegable: por mucho que nos empeñemos en acceder a las bases del sistema, como habitantes de los márgenes jamás seremos reconocidas como miembros de puro derecho. Más bien, una suerte de nómadas que transitan el privilegio. Un privilegio construido a partir de la opresión de aquellas sobre las que se ejercen otras opresiones, como la identidad sexual, la raza o el capacitismo.

Así pues, María Bueno plantea en ese primer estado no tanto la definición de un problema sino la necesidad de asumir ese problema, ese conflicto. Un paso sin el cual todo ejercicio creativo no sería más que una extensión mercantilizada del sistema que nos domina. Asumir ese riesgo es pues, parte de la solución.

A ese primer estado de definición le sigue una fase de comprehensión y aceptación. Un proceso lento que ha de alejarse de esa necesidad de inmediatez que nos exige el capitalismo. Siguiendo con el testigo de Vishmidt y Ouali, nos emplaza desde la matriz semántica y propone mirar esa variable atendiendo a sus posibilidades, en este caso creativas y artísticas. Así, afirma que, incluso desde el «despojo», siempre tendremos una capacidad de creación vital, innata en el arte, que escapa al sistema artístico. En lugar de rechazar, ve las posibilidades de lo que “despojo” le ofrece. Siendo “despojo”, un concepto creado por y para el sistema, al jugar con él y transformarlo María rechaza el sistema y propone una alternativa creativa y creadora.

Ilustración de María Bueno.

En este punto, María recoge el concepto de «impermanencia» de la artista visual Otobong Nkanga para hablar del potencial expansivo del arte, y su capacidad innata para “contrariar al poder hegemónico”, en palabras de la artista. De Otobong Nkanga se desplaza hacia ese cuerpo cíborg de Marina Vargas, apelando igualmente al potencial del dolor y de la enfermedad como motor de creatividad. De Vargas continua hacia Yinka Esi Graves, reconociendo esa capacidad de los cuerpos racializados para resistir desde la otredad. Este proceso al que apela María no es otro que el del propio reconocimiento de nuestro propio cuerpo. De asumir(nos) para ser. Para resistir.

Y en esa resistencia anti-heroica, la soledad ocuparía una función central. Tal y como sostiene la escritora May Sarton: «La vida sería muy árida sin esas interrupciones que nos nutren y enloquecen, pero solo soy capaz de degustarlas por entero cuando estoy aquí sola». Es pues, a través de la soledad que aprehendemos a escucharnos y así, escuchar mejor a les otres. En ese ejercicio introspectivo, el cuerpo se aleja de toda distracción para absorber su propia energía. Un modo propio que se aleja notablemente de esa practicidad pragmática y utilitarista con la que el capitalismo nos tiene domadas. 

De este modo, cada una construye su propio relato. Lame sus heridas y asume el fallo. Y continúa, no siempre del mismo modo, asumiendo la «impermanencia» de Nkanga y habitando el cuerpo enfermo. Asumir lo real es asumirse. Escucharse para escuchar a les otres. Trascender a nuestros propios miedos para poder construir nuevos caminos. Tal y como asume la propia María Bueno, «despojo nos abre las puertas a otras variables, aquellas con y desde las que podemos trabajar». 

Tras estas palabras, María Bueno invitaba al escenario a la artista Monica Mura e iniciaban así una performance donde precisamente esa idea del despojo era germen, al mismo tiempo, de un nuevo relato. Partiendo del vestido de dibujos que cubría a Monica, María lo trocea hasta reducirlo a las semillas que lo componen, repartiendo cada pedazo entre las invitadas. A partir de la muerte del arte, surge una nueva vida en cada jarrón. Asumiendo el fin de un relato, aceptamos la llegada de uno nuevo. Bienvenido sea. 

Inicio de la performance de Monica Mura y María Bueno.

Monica y María comienzan a trocear para crear.

Asumiendo lo real, escuchándonos, escuchamos a las otras y así, trascendemos.

Repartiendo las semillas.

Asumir la ruptura para abrazar el nuevo ciclo.

 

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