CATACLISMO

ENTREVISTA A PIEDAD SOLANS (2ª parte)

Portada del libro con la foto de la artista Tamara Abdul Hadi, War Machine Graveyard, Sulimaniyah-Kurdistán, norte de Iraq, 2012

ENTREVISTA A PIEDAD SOLANS (2ª parte)

LA MORDAZA DE IFIGENIA. MATERIALES PARA UNA CRÍTICA FEMINISTA DE LA VIOLENCIA.

María José Aranzasti

Hablabas en un capítulo del ensayo, del terror a la muerte, el miedo producido por los feminicidios, incluías la violencia del narcotráfico, los cárteles de la droga… ¿No asistimos a una banalidad de la barbarie? De tanto ver, oír esas noticias de Ciudad Juárez, por ejemplo, no tenemos aguante para poder soportar tanto horror. Nos pasa también con las imágenes de la guerra. Cuando empezó la guerra de Ucrania empezaron a aparecer muchas imágenes terribles, ahora vemos muchas menos y parece que nos acostumbramos. Sobre todo, lo sentimos porque nos afecta económicamente. La guerra de Ucrania-Rusia nos ha metido un dedo en el ojo a Europa. Esta guerra la vamos a pagar todos, una cuestión nueva porque las otras guerras no nos afectaban tan directamente como ésta ¿Cómo ves esta banalidad de la barbarie? Porque se banaliza, esa cotidianidad de imágenes, de la guerra, de los feminicidios, te impacta, pero al ser una y otra y otra, te vas acostumbrando. Pierde la importancia del horror que conlleva. Tú te preguntabas en tu ensayo “¿La violencia se neutraliza en la repetición de lo mismo?”

El concepto de banalidad, tiene que ver con la regularidad cuando algo se hace tan cotidiano, tan regular, lo vamos asumiendo y se hace banal. Jean Améry criticó este concepto de Hannah Arendt, él dice que cuando está siendo torturado por los miembros de la Gestapo, la banalidad no existe: sólo existe el mal. Yo estoy con Améry en este sentido. Hay dos mundos que operan aquí. Por un lado, la banalidad a la que aludes y la mencionada por Hannah Arendt, la banalidad de la población que sigue haciendo su vida a pesar de que al lado tenemos esas imágenes de estar cortando cabezas a unas víctimas, o de que se está violando a unas mujeres.

Pero por otro lado, ese dolor humano no puede ser nunca destruido, siempre tendremos una relación con el dolor del otro o con el propio. Yo no creo que el mal, el dolor se banalice. Lo que sí se banaliza es nuestra mirada que ya está construida desde fuera y nos ha dejado muy poco espacio como sujetos de pensamiento y sujetos de construcción. Todo lo que nos llega ya ha sido construido y ante eso, perdemos el interés. Es repetitivo, si miras las imágenes en la televisión de los años 60 y las de los telediarios de ahora, las imágenes son las mismas: bombas que caen, desastres, Goya siempre está presente y Picasso. Ese ese dolor, esa destrucción, esa violencia, eso no puede ser banalizado. La mirada está banalizada y hemos aceptado esa banalidad, pero cuidado que no somos sujetos pasivos.

 

Dentro de lo que es el tema de la destrucción, también vendría a cuenta en esta vorágine del tiempo que vivimos, tiempos tan confusos e impredecibles en los que asistimos a los paisajes desolados que dan ganas de llorar por todos los incendios que están ocurriendo en España y en el mundo. Ese cambio climático que nos acecha, que nos ha llegado muy fuerte y que tampoco hemos dado una respuesta y me recuerda a Casandra, la vidente no escuchada de tu ensayo. No hemos escuchado, no hemos hecho caso y tenemos la catástrofe aquí.

No hemos hecho ninguno de los deberes. A mí me parece un proceso de cambio que es imparable, que estamos sumergidos en otras áreas y no estamos ante las cosas importantes, en las que nos estamos cargando el planeta. Ya lo sabemos, pero ¿qué estamos haciendo? Se está queriendo volver a las centrales nucleares, se está quemando carbón de nuevo. Vamos hacia atrás… ¿Cómo ves tu este panorama tipo catástrofe?

La catástrofe es inherente al patriarcado. La violencia es la catástrofe. Cuando hablamos de violencia parece que hay una violencia natural y nos quedamos ahí. Esa propia abstracción nos desliga de lo concreto de la realidad. Es una violencia que no se ha ejercido solamente contra las mujeres sino también contra la infancia, contra los animales, contra las plantas… Y viene de la idea central del dominio. El hombre es el centro del universo y puede disponer de todos los bienes, las materias, los recursos, de todos los cuerpos y de todas las mentes. Entonces esta catástrofe es inherente al dominio porque es el resultado de toda una estructura que es patriarcal hasta que no la rompamos.

 

Estamos asistiendo a una catástrofe. Eso es lo que veo. Pero tampoco puedes decir que nos vamos a estrellar.

Claro que estamos asistiendo a una catástrofe. Ese es un sentimiento muy fuerte y muy doloroso y muy terrible: el de no tener voz. En el fondo no tenemos voz porque estamos asistiendo desde hace tiempo a una catástrofe a través de lo nuestro, de nuestros bosques, de nuestro propio cuerpo sufriendo el calor y de las amenazas que hay de tsunamis, de desbordamientos, de guerras, de que se nos cortan los suministros, de que tendremos que pasar hambre o frío.

Yo creo que frente a eso no nos tenemos que dejar invadir por el terror de la catástrofe. Posicionarnos sí pero que no nos invada, porque la catástrofe se dilata y se dilata, no tiene fin. La catástrofe es el terror. En otro tiempo el silencio fue el terror, ahora el terror es la catástrofe y yo veo alrededor de mí, personas que hablan como tú, personas muy formadas, que dicen: ¡qué miedo! Examinemos lo que estemos sintiendo, todos los instrumentos del poder: el miedo y la parálisis nos están llevando como masas de autómatas hacia esa catástrofe.

 

No es nada optimista, nada

Te lleva al optimismo porque te lleva a la necesidad de no ceder. Primero de no ser objeto del miedo, yo no quiero ser objeto del miedo ni del terror. Nos han desprovisto de la idea de comunidad en Europa, que cada uno, cada individuo estamos en nuestra casa, con nuestras cosas, con nuestra familia. No hay idea de comunidad. Estas ideas de comunidad vienen más de África, de Asia, de Latinoamérica porque hay idea de comunidad. La comunidad piensa y la comunidad actúa. En nuestra sociedad estamos fragmentada/os, no tenemos idea de comunidad sino que queremos guardar el estatus que tenemos, el económico, el profesional etc. Esto es un hándicap porque estamos solas para enfrentarnos a una catástrofe que es colectiva.

Lo que no podemos dejar es que nos arrastre el miedo. Hay que ser valiente y posicionarse y ¿cómo encontrar esta posición? Pues es este uno de los desafíos, no sólo a nivel individual sino colectivo.

 

La idea de la evolución a través de Darwin que retomas en tu ensayo nos ha marcado profundamente.

Hay un concepto que a mí me interesa mucho y que lo descubrí a lo largo del ensayo. Cuando llegamos a la Ilustración y a lo largo de los siglos XVIII y XIX vemos cómo se forja la idea de evolución a través de Darwin, la superioridad racial, intelectual y de género que desarrollan la biología, la medicina, ahí si vemos ideologizada la ciencia.

Por un lado, la superioridad no es sólo hacia las mujeres, porque se las considera inferiores por científicos misóginos como Moebius y otros, también por una serie de académicos y de médicos, así como por la psiquiatría, la psicología, la antropología, etc. La idea de la evolución siempre va enfocada a mostrar la emocionalidad de las mujeres, de la que hablaba Schopenhauer, o de la que hablaban Lutero, los Padres de la iglesia o los filósofos griegos. La mujer es incapaz de un pensamiento abstracto, de pensamiento lógico. El género femenino está basado en las emociones y las emociones significan el desorden de las pasiones, la anarquía.

Esto ya está constantemente en los griegos, en los discursos de Creonte a su hijo contra Antígona, ella representa la anarquía, no te dejes hijo mío dominar por una mujer porque es la anarquía, dice el tirano a su hijo. Lo que se gesta es un lenguaje y una ciencia aparentemente objetivos y que pretenden serlo pero que están ideologizados y legitiman el dominio y la conquista sobre la/el otra/o, sobre cualquiera. Puede ser una piedra, un animal, un/a indígena, aparecen entonces las ciencias que legitiman el expolio de otras culturas, legitiman la esclavitud, el colonialismo en África que fue brutal porque se consideraba a sus habitantes inferiores. Siempre hacia otras razas, hacia el/a más débil porque se le conquista para apropiarse de su tierra, trabajo, de su sexualidad. Y hace falta acallarla/o y dominarlo por la violencia.

La violencia del lenguaje, del silencio, la violencia física, cualquier violencia es útil para apropiarnos del/a otra/o, que puede ser cualquiera que no tenga la fuerza bruta, como decía Joseph Conrad, “la fuerza de uno es sólo un accidente que se deriva de la debilidad de los otros”, hemos construido nuestra riqueza a través de vuestra debilidad. Esta frase es muy fuerte. Construyes tu fuerza gracias a la debilidad del otro, y ese otro no son sólo las mujeres, el concepto de patriarcado es mucho más amplio, va contra los propios hombres, esclavizados, contra otras razas. Ese concepto de catástrofe está siempre ahí. Y lo que está pasando ahora son las consecuencias de una visión de dominio, de un clan arcaico que piensa que puede destruir y puede apropiarse de todo. Y no es así. La Naturaleza dominada se está volviendo en nuestra contra. La catástrofe es inherente a la guerra y a un hipercapitalismo del que se benefician unas cúpulas.

Si no destruimos, erosionamos, transformamos la estructura del patriarcado, la relación con la violencia y la catástrofe, esto no va. De hecho, lo estamos viendo, cómo al tiempo que se nos  amenaza con la catástrofe se le da la espalda constantemente. De la catástrofe se está alertando por parte de muchos científicos, de grupos académicos y de las propias comunidades de muchos países fuera de Europa, desde hace años. Pero lo prioritario para las cúpulas sigue siendo la guerra, la producción industrial de armamento…

 

Hemos vuelto otra vez, a más guerra, más OTAN, más armamento, más gasto en armamento. Nos hemos sumergido otra vez en esa vorágine como en una rueda imparable. ¿Y qué podemos hacer?

A mí no me sorprende. Mientras siga esta estructura ahí se seguirá haciendo lo mismo. La acción que podemos hacer es la de perforar ese patriarcado. Es lo que han hecho siempre los feminismos. ¿Cómo perforar esa construcción, ese muro tan denso? Hay que lograr que ese marco se mueva, pero no que se mueva como una estructura total sino perforándolo por distintos lugares, por donde estén los lugares más débiles, los más perforables y también con acciones que sean propias, de recursos que puedan poner en marcha ciertas colectividades de mujeres en otras culturas. No solamente desde el saber sino también desde la acción de comunidad, desde la colaboración entre redes de mujeres  y los hombres que participen en ello. Es decir, romper esa estructura jerárquica y piramidal e ir a la base, rompiendo la idea del evolucionismo, de la superioridad, de que hay quienes deciden sobre el destino del mundo y dando la voz y la preminencia, y el trabajo y la acción a las bases, a los lugares de donde proceden las voces. Entonces rompemos también la idea del centralismo europeo.

 

Pero nos hemos dormido…

Sí. Nos hemos dormido. Putin no difiere con respecto a Hitler o a cualquier otro tirano, o con un Agamenón que es capaz del sacrificio de Ifigenia, que no es más que la metáfora o la simbolización de lo que es capaz de hacer la figura del padre, del rey, del guerrero que sacrifica a su propia hija, a la que ama, para ir a la guerra. Esta es la base. Hitler fue capaz de sacrificar a su pueblo para realizar sus ideas mesiánicas y su locura. Entonces, Hitler, Napoleón, en realidad cualquier tirano están unidos a la muerte, a la destrucción de su población como en la Alemania de los años 30 y 40, una población que no reacciona, eso es otra cuestión. Como decías tú antes, teníamos guerras y catástrofes a nuestro alrededor, pero no reaccionábamos porque no eran las nuestras.

Nos hemos dormido, hasta que no llegaron las personas refugiadas a nuestras fronteras entonces se empezaron a formar movimientos xenófobos y de extrema derecha en el Este, en Hungría, en Polonia, porque dicen “no queremos esto”. Y ahora nos asustamos.

Vuelve a salir el racismo, la idea del/a enemiga/o, de la inferioridad del/a otra/o. Eso estaba ahí, nos estaba llegando desde hace años, pero no era nuestro, aunque les vendemos las armas. ¿Cuál es la situación por ejemplo de Latinoamérica? Un 45% de la población en Guatemala quiere emigrar por la sequía, ir a EEUU o a Europa. Esto se estaba gestando desde hace tiempo y nosotras/os estábamos en nuestra banalidad, en nuestra regularidad, en nuestra comodidad y ahora nos sorprendemos.

Porque nosotras/os misma/os estamos sufriendo estas olas de calor, los incendios, los desplazamientos por las guerras, porque la catástrofe está ya en nuestras casas. Lo primero es analizar las situaciones no según nuestro referente propio de mi casa, mi país, mi sitio, mi ciudad, mi bienestar, sino desde lo que producimos y tenemos globalmente desde hace tiempo. Desde esta posición podremos tener mucha más capacidad para actuar que si nos vemos como víctimas de las políticas equivocadas que están haciendo nuestra/os líderes.

 

Volvemos de nuevo a los personajes mitológicos de Antígona, Casandra, Ifigenia, Medea, Eurídice, Clitemnestra. Voces todas ellas acalladas pero resilientes. Sabemos que no basta con la resistencia. En tu ensayo estos personajes han sido revisitados muy atinadamente por diferentes autoras como Sara Tirelli, Christa Wolf, Marguerite Yourcenar, Anne Carson, María Zambrano, Judith Butler, Margaret Atwood, Antonina Grzegorzewska, que participó en la presentación de tu ensayo en el museo Reina Sofia, Elfriede Jelinek etc. ¿Cómo podemos progresar ahora, en este futuro incierto en un mundo complejo en el que nos acechan problemas acuciantes en un momento impredecible?

Y cómo lo pueden seguir haciendo las artistas obligadas a emigrar, las exiliadas, las afganas, por ejemplo, ¿tras la vuelta de los talibanes? ¿Qué nos aportan estos personajes míticos a nuestra era contemporánea? Sus voces como dices no eran sumisas. Y ¿cómo van a poder estas artistas obligadas a emigrar, las exiliadas, las afganas cómo pueden desarrollar su trabajo y de qué manera?

Estas figuras fundamentales aparentemente transgresoras, que a mí me interesan mucho, son en realidad mujeres construidas por la voz y el saber masculino. Todas acaban mal. Son como las vírgenes sacrificadas del cristianismo. Desde los orígenes son construidas como modélicas y hay una corriente antigua que ve en Antígona, o a la Molly de Joyce como una Penélope, modelos de mujer y cierto feminismo se ha identificado con ellas porque se salen de las normas. Pero en este salirse de las normas, lo que se dice es: “sí, mujer tu habla. Grita, oponte, pero serás sacrificada”. Todas son sacrificadas.

 

¿Casandra?

Casandra es una figura muy interesante porque representa la voz de quien no es escuchada. Ella habla, predice la catástrofe, predice lo que va a pasar en Troya pero no es escuchada por los suyos y esto es una maldición, tiene el don de hablar pero es una maldición. Tú puedes hablar pero nadie va a escucharte. Como maldición te damos la palabra, pero es inútil que hables. Esto es lo fundamental: no es la alabanza a la figura como mujer fuerte que hace uso de la palabra, sino que se subraya la maldición: el silencio, la impotencia, la falta de escucha que pesa sobre ella.

 

¿Medea?

Medea es una maga en contacto con el cosmos, con las fuerzas elementales de la naturaleza, es una sacerdotisa dentro de un linaje real, aristocrático, pero termina siendo vilipendiada, expulsada de la ciudad, sus hijos son asesinados. Todas estas mujeres acaban muy mal, acaban siendo castigadas, asesinadas, acaban con la muerte o expulsadas de la sociedad.

 

¿Antígona como el paradigma de la mujer que se enfrenta a un tirano?

Sí. Antígona es el paradigma de la mujer que se enfrenta a un tirano, en realidad representa la voz del linaje de la aristocracia que no quiere desaparecer frente al Estado y que en la figura de Antígona defiende los antiguos rituales de un linaje arcaico, el deber de enterrar al hermano. ¿Por qué es ella la que tiene que defender esto? ¿Por qué es ella la que tiene que morir y no son ellos? Estas son las preguntas, también. Y, ¿por qué se enfrenta al tirano, que es la voz de Estado? Y él le dice: hablas, mujer, pero tú no puedes hablar y por eso te condenamos. Pero lo que habla en ella no es la mujer libre, democrática. Lo que habla en ella es la voz del mandato, del linaje aristocrático del cual ella es mantenedora. Ese es el destino que se le ha dado. A ti se te ha dado un destino que es defender el linaje. Pero no crear la democracia, no enfrentarte al Estado, es defender el linaje, nuestro linaje, el enterramiento, la relación con la tierra y con la muerte, con la sangre y con el cadáver que el hombre no quiere tocar. Entonces la que habla es ella y ella defiende el amor, la familia, el cuidado, todo lo que se ha delegado en las mujeres.

 

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