
LOS PINCELES REBELDES DE “FEMINAL”
Mª Ángeles Cabré
Explicar qué significó la revista “Feminal” en las primeras décadas del siglo XX en Cataluña es tan fácil como explicar qué significó la revista “Vindicación Feminista” en los años setenta. La respuesta es mucho. Ambas fueron espacios de orientación y sororidad, a los que asomarse para compartir las inquietudes de las mujeres y sus progresos. Dirigida por la escritora Carme Karr -activista en favor de la emancipación femenina-, la revista “Feminal” nació en 1907 y duró diez años, aunque en los años veinte vivió una breve resurrección. En ella se dieron cita algunas de las plumas femeninas más importantes de la época, pero también los pinceles empuñados por mujeres más dignos de mención, empezando por la pintora de cabecera de la revista, que fue ni más ni menos que Lluïsa Vidal.
Ya comentamos en su día en estas páginas que la pintora modernista barcelonesa Lluïsa Vidal (1876-1918) fue la primera catalana de la que se celebró una exposición individual en el MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña). Eso sucedió en el tardío 2016.
En este proceso de recuperación de nuestra historiografía femenina -que en los últimos años, coincidiendo con la cuarta ola feminista, ha dado un salto cualitativo-, ahora le toca el turno a las artistas de “Feminal”, que se dan cita en el MD’A (Museo de Arte de Gerona) gracias al buen hacer de la comisaria, la historiadora del arte Elina Norandi, quien lleva tiempo rescatando el arte hecho por mujeres y que ya comisarió allí una preciosa y exitosa exposición de Olga Sacharoff.
Necesitábamos esta exposición para articular el trabajo de las mujeres que en los albores del siglo pasado luchaban por hacerse un hueco en una profesión de hombres. Una de las integrantes de esta muestra, la ilustradora Lola Anglada -ese delicioso ejemplo de mujer de la República-, narraba en sus iluminadoras memorias cómo su asistencia a la Escuela de arte Llotja se vio truncada por las damas de la Defensa Social, que no vieron con buenos ojos que asistiera a las clases de modelo desnudo. Eso no impidió -o mejor dicho no lo impidieron su talento y su tesón- que Anglada se convirtiera en la ilustradora más célebre de los años republicanos.

“Feresa de silenci” recorre las páginas de los números de la revista y rescata casi cien nombres -en parte extranjeros-. Desde las citadas artistas hasta otras ya conocidas como Pepita Teixidor o Mela Muter. Pero también muchas otras a las que nos acercamos casi por vez primera, auténticas resurrecciones tras muchos años de silencio, en su mayoría fruto de sus truncadas carreras, vencidas por las castradoras obligaciones femeninas. Es por ello que incluso las pintoras más clásicas, las menos rompedoras, albergan en sus obras un ingrediente de rebeldía, pues rebeldes fueron todas ellas solo por el hecho de esgrimir su vocación artística allí donde esta se castigaba con la burla descarada o, en el mejor de los casos, con la desconfianza. De algunas solo nos queda el testimonio de su obra gracias a las reproducciones aparecidas en “Feminal”, cosa que convierte la revista en una importante fuente documental. Habrá que darle las gracias a Carme Karr.
La revista mensual “Feminal” fue una revista todoterreno, que hasta contó con “corresponsales” en el extranjero, dedicadas a hacerse eco de lo que sucedía allende de los Pirineos en materia femenina: igual relataba las efemérides sufragistas como aprovechaba una visita a Marruecos para narrar cómo era allí la vida, en un claro anticipo al libro de viajes que en los años treinta publicó Aurora Bertrana sobre dicho país. Incluía composiciones musicales, cuentos bellamente ilustrados, crónicas de los Juegos Florales, de los veraneos en Puigcerdà o de las obras sociales en marcha, reflexiones sobre el feminismo…. Hasta convocó un concurso de novelas firmadas por mujeres. Colaboraron en ella firmas célebres como Carmen de Burgos o Víctor Català. Y hasta podemos hallar un dibujo de Casas en una de sus portadas, aunque su voluntad de dar espacio a las mujeres artistas era clara, al igual que su reivindicación de la participación de las mujeres en la esfera pública.

En esta exposición, nos recibe en la primera sala el retrato de la madre del feminismo catalán, la poeta Josepa Massanès, obra de Vidal. Un retrato que data de 1915 y del que años antes un primer daguerrotipo alumbró la portada del primer número de “Feminal”, dejando constancia de su deuda con la poeta, la primera escritora catalana profesionalizada, en una clara declaración de intenciones. El retrato fue encargado para la Galería de Catalanes Ilustres -creada por el Ayuntamiento de Barcelona en el s. XIX-, en la que Massanès fue asimismo la primera mujer. Casi frente a él, el autorretrato de Pepita Teixidor, la primera pintora a la que Barcelona dedicó un monumento a petición de sus admiradores, quienes lo financiaron mediante una subasta de obras cedidas por artistas y que puede verse aún en el Parque de la Ciudadela.

Como no podía ser de otro modo, la calidad de las obras expuestas es irregular: mientras algunas artistas son claramente profesionales e incluso cuentan con un estudio donde pintan y hasta imparten clases de pintura, otras rozan la condición de amateurs. Destacan sin embargo pintoras de flores como Antònia Ferreras, Maria Lluïsa Güell o Maria Condeminas -Consol Oltra las reunió junto a otras pintoras botánicas de esa época en una exposición, reivindicando esa considerado “género menor”-. También las escenas burguesas de Visitació Ubach, los retratos de la mallorquina Pilar Montaner -autora de la imagen de la muestra y del único desnudo de la misma- o los diseños art nouveau de Francisca Rius i Sanuy, que fue profesora de artes aplicadas en el Instituto de Cultura y Biblioteca popular de la Mujer dirigido por Francesca Bonnemaison. Sin olvidar los paisajes gerundenses de la polaca Mela Mutter o las originales y algo naifs figuras femeninas de Maria Rusiñol, hija del célebre pintor.
Algunas de ellas habían estudiado en París, como es el caso de Lluïsa Vidal o de Elvira Malagarriga, que lo hicieron en la Acadèmia Julian -una de las primeras en aceptar mujeres en sus aulas-. Una de ellas, Pilar Montaner, incluso fue discípula de Sorolla. Mientras otras se casaron con artistas, no siempre en beneficio de sus propias obras. Muchas de ellas expusieron en las mejores salas de su tiempo, como la Sala Parés o las Galerías Layetanas, y también participaron en exposiciones de arte de mujeres como la que tuvo lugar en la Exposición Internacional de Barcelona de 1919 -en cuyo comité estuvo Carme Karr como presidenta de la asociación Acción Femenina-, así como en otros salones, incluida la Exposición Universal de Barcelona de 1929. La cordobesa Rafaela Sánchez Aroca hacía crítica de arte en la revista. Especialista en gravado, se instaló en Barcelona y fue profesora en la Escuela Municipal de Artes y Oficios. El interés de la revista por la imagen incluye las colaboraciones de Francisca Rius i Sanuy, de un modernismo orientalizante lleno de pétalos y arabescos, que allende de los Pirineos seguro que se hubiera convertido en una reputada diseñadora.

Hay un cuadro que resume bien el espíritu de esos años. Obra de la francesa Clémentine-Hélène Dufau y datado en 1911, este autorretrato la muestra con una túnica azul, el cabello cortado a la moda y el gesto en movimiento. Nos mira decidida, dándonos a entender que las mujeres como ella ya nunca retrocederán. En la inauguración, la comisaria recordó a quienes la han precedido en el estudio de estas artistas, que han hecho que su tarea espeleológica haya sido menos ardua; y es justo volver a hacerlo aquí. Cito pues a algunas de las estudiosas que han iluminado a algunas de estas artistas: Glòria Bosch, Isabel Coll, M. Isabel Gascón, Consol Oltra, Pilar Parcerisas, Susanna Portell, Núria Rius Vernet… Nunca está de más repetir que el proceso de rescatar la voz de las mujeres y sus frutos es una tarea colectiva, una suma de esfuerzos para una causa común.
Feresa de silenci. Las artistas en la revista FEMINAL, 1907-1917, MD’A (MUSEO DE ARTE DE GERONA), Gerona. Hasta el 26 de febrero de 2023.
Comisaria: Elina Norandi.