CATACLISMO

ESTÍBALIZ SÁDABA, ESPACIOS PARA HABITAR

ESTIBALIZ SÁDABA, ESPACIOS
PARA HABITAR

Maite Luengo Aguirre

La ciudad ha entrado en la galería gracias a la obra de Estibaliz Sádaba (Bilbao, 1963). Junto con sus obras también los cuerpos que habitan la urbe, ofreciéndonos la oportunidad de repensar cómo nosotras mismas transitamos las ciudades. Esta reinterpretación del espacio en clave feminista es fruto de una investigación creativa que se inserta en uno de sus ejes principales a lo largo de su carrera creativa, la relación de los cuerpos de las mujeres y el espacio, en este caso público.

En la exposición del Centro Cultural Montehermoso presenta su periplo artístico entre Bilbao, Alicante y Roma, mediante el cual repiensa la ciudad. Dicha reinterpretación es realizada mediante una variada tipología de obras, empleando medios como el vídeo, la fotografía o el collage. Todas ellas se disponen en las salas siguiendo una planificación realizada para este centro en particular, creando la sintaxis de un lenguaje propio.

La artista toma imágenes de la cotidianeidad, descontextualizándolas y reinsertándolas en un nuevo entorno que le permite crear una semántica propia. Sin embargo, este relato no es el único que aparece en la exposición, ya que, camuflado entre otras imágenes, encontramos la imagen del libro escrito por Egeria del Bierzo, una mujer que ya en el siglo IV escribió su particular viaje y que nos permite unir el presente con el pasado.  En el caso de Sádaba, su “viaje” se organiza en cuatro espacios en los que las obras dialogan entre ellas.

En el primer espacio, se hace alusión al acto de transitar, a través de diferentes proyecciones. Amigas y compañeras de la artista han grabado sus pies al caminar. Vemos cómo sus piernas se mueven en unos monitores dispuestos en vertical, que nos recuerdan a las grabaciones que nosotras mismas podemos realizar con nuestros móviles. Además, encontramos proyectado el registro de su propio tránsito por Alicante, con imágenes superpuestas del suelo y la vista en contrapicado de los balcones. Ciertamente, la artista nos ayuda a apreciar la ciudad también desde un plano estético, presentándonos ya en este primer espacio uno de los tipos de estampados que encontramos también más adelante: las tapas del alcantarillado. Un elemento que suele pasar desapercibido, obviando el interés estético que presentan los diferentes diseños empleados.

En el segundo espacio, nos encontramos con líneas azules que se presentan en horizontal dentro de una vitrina. Pero, tal vez más interesantes son aquellas líneas que llegan a atravesar el papel vegetal sobre el que están pintadas, extendiéndose a lo largo de las paredes. A primera vista, parecen ser dibujos abstractos. Sin embargo, tienen como punto de partida un elemento figurativo, las imágenes que aparecen en las revistas femeninas. Las líneas son el calco y ampliación de los pliegues de las prendas que aparecen en las revistas. De este modo, Sádaba nos invita a entender la prensa femenina como otro espacio -no tridimensional, pero sí figurado- en el cual aparecen las modelos portando diferentes diseños. Anteriormente, encontramos un punto medio en el proceso de abstracción de dichas imágenes, pues ya en su proyecto Subversiones (2021) trabajó igualmente con el pliegue, doblando hojas de revistas y tomando imágenes de la nueva apariencia que tomaban, recordando a la práctica transformadora del origami.  

La tercera sala nos sitúa entre la ciudad y las revistas, entre el espacio real y el representado. Por una parte, encontramos una serie de composiciones caleidoscópicas realizadas a partir de imágenes de revistas femeninas, creando retratos irreconocibles. Por otra parte, variados estampados de tapas de alcantarillas toman las paredes, convertidos en decoración para las paredes de la galería, como si de cenefas se tratara. Igualmente, adquiere especial relevancia otro elemento que suele pasar inadvertido en las ciudades: las grietas en la piedra, que podríamos interpretar como arrugas en a piel de la ciudad. Tomando otra referencia japonesa, podríamos considerar el interés por estas grietas como una apreciación positiva del defecto, de la ruptura, como en el arte del kintsugi.

A nuestra llegada a la última sala, nos encontramos de nuevo con la piel. En este caso, la piel humana se convierte en lienzo para recibir a la ciudad. Vemos tatuajes que presentan elementos de la urbe en las espaldas de las mujeres que posan como modelos. Si bien los tatuajes no son permanentes, siguen el procedimiento de un tatuaje al uso, sin llegar al paso final. El proceso resulta ser el habitual, mientras que la nota discordante la ofrecen los temas representados: estampados realizados mediante la técnica del frottage a partir de las tapas ya mencionadas y diseños arquitectónicos. Estas imágenes son las que aparecen en el dorso de las anónimas modelos, cuya piel sirve como puente entre la ciudad y el cuerpo que la habita, permitiéndonos así reevaluar la relación de nuestros propios cuerpos con las ciudades.

Estibaliz Sádaba, Espacios para habitar, Centro Cultural Montehermoso, Vitoria. Del 23 de septiembre al 20 de noviembre de 2022.

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