CATACLISMO

VOLVER Y PENSAR OTRA VEZ LA HABITACIÓN DE VIRGINIA WOOLF. LA #HABITACIÓN N. 1212

Performance, #Habitación N. 1212 (2022), Cerdeña, Italia.

VOLVER Y PENSAR OTRA VEZ LA HABITACIÓN DE VIRGINIA WOOLF.
LA #HABITACIÓN N. 1212
Ana DMatos

Hace 21 años, inspirándome en el ensayo de Virginia Woolf, A Room of One’s Own (1929), realicé la que sería mi primera instalación, a la que titulé de igual forma. A Room of One’s Own (2000), recuerda la dificultad de trabajar en el mundo del arte como creadora y la profunda relación del destino de la vida de la mujer con las otras especies animales. Esta habitación contiene de forma conceptual y simbólica mi muerte. Muerte autorreferencial por la deriva de varios contextos. Muerte que respira por sus distintas fisuras. Las razones para esta extraña habitación, que recuerda a un wunderkammer, sugieren una necesidad de desaparecer y reducir el cuerpo a un nombre fragmentado y repetido, una esquela, una abertura que libere las pulsiones y el carácter lúdico. Esta obra presentada en el Museo DART da paso a una transformación y performance, la #Habitación N. 1212 (2022), que recrea la idea de la instalación a través del sonido y el movimiento. Fue presentada en la inauguración de la exposición On Paper, el 12 de diciembre de 2022, con la intervención sonora de Darío Piludu, en Dolianova Art Tower, Cerdeña, Italia.

En mis consideraciones planteaba que, como artista no puede ser suficiente una economía que sostenga una producción creativa, y un lugar donde producirla; es necesario que en lo personal se creen las condiciones que fortalezcan la resistencia contra la ideología patriarcal. No se puede crear solo para acumular y estar al margen del mundo. Se crea para comunicar, y esto requiere un intercambio con los gestores y administradores de los recursos públicos y privados, para así poder compartir las obras y llegar al público. Sin embargo, existe una resistencia ideológica mayoritaria que evita que una creación personal que contenga un pensamiento y una crítica emancipatorios se posicione. Los mecanismos de exclusión diversos y numerosos se suelen apoyar en criterios que, en apariencia, se presentan poco tangibles y de arduo desmantelamiento, como son el gusto, la calidad, la temática, la elección o el género. Vamos a escuchar, con la excusa de que las mujeres hacen arte de género, cómo se las evita en las programaciones, especialmente las que dedican su vida al mundo de lo femenino, y más aún, al feminismo. Esto llama la atención porque, al criticar el arte de las artistas por expresar el genero, olvidan que el arte que promocionan -el de los hombres- contiene ese género que expresa su discurso en la guerra, en la violencia y todo lo que señala y potencia la masculinidad tradicional y hegemónica.

 

 A Room of One’s Own (2000), Estampa, Madrid.

¿Y por qué es tan importante negar el arte de las mujeres? A fin de cuentas el arte mejora la vida de las personas, engrandece el espíritu, ilumina nuestras vidas. Sí, pero la iluminación debe enfocar solo las partes que merecen ser resaltadas. Qué obras pasarán a la historia y cuáles quedarán en los márgenes es un asunto de vital importancia. Y defiendo aquí la investigación de Amelia Valcárcel cuando señala que somos una civilización que transmite sus valores de una generación a otra a través de la gran cultura, razón por la que en la creación se libra una de las más encarnizadas batallas, motivo por el que las creadoras tendrán muy difícil encontrar su lugar, cuando no imposible, y en comparación con otras profesiones. Si esos valores del patriarcado son los reseñados y defendidos por los administradores y gestores de la cultura, ¿cómo y cuando las mujeres llegaremos a la igualdad y a los espacios que por derecho tenemos en la cultura?

¿Por qué estoy recordando estas cuestiones a partir de mi obra? Esta instalación que me permitió pensar, y ahora, analizar la emoción que la construyó, recrea el ritual de la muerte. ¿Por qué era necesario darme muerte? Sin duda, para poder seguir creando, para dejar atrás una historia de violencia indefendible y no sentir los ojos del patriarcado, para olvidar la negación de valores, el desprecio que afirma que no se puede alcanzar la excelencia desde la propia potencia y al mismo tiempo ser mujer, para olvidar la imposibilidad de ser, para desprenderme de las coordenadas de sexo, formación y conocimiento del arte en su imposición de arte, artista y genio articuladas en masculino con carácter universal.

 

Detalles

Si llego a este punto es porque la instalación que pensé en Viena, de la que una parte la realicé en el taller del que fuera amigo y maestro Oscar Manesi, enlaza todo lo comentado. Y va más allá cuando en mi amor por los animales me hace reaccionar a la conquista y poder exhibidos en las salas del Museo de Historia Natural de Viena, donde miles de animales disecados son expuestos en una muestra del poder de los Habsburgo. Y el problema se agrava porque mis circunstancias me habían llevado un año antes al National Kruger park en Sudáfrica, donde aprendí una relación de ser entre los animales. Aprendí a oler, ver, esperar, escuchar en medio de la sabana. Sentir, en un aparente nada, que unos ojos seguían los rastros de nuestros olores. Aquel silencio contenedor era un silencio de vida. Y desapareció en la química de las taxidermias. Sentí el horror de sus muertes. El silencio de la muerte, la impotencia, la tristeza. Los abracé. Abracé a los muertos convertidos en nada. La misma muerte que se apoderó de mí.

 

Lateral izquierdo, A Room of One’s Own (2000), Estampa, Madrid.

La cifra de animales estremece. La primera colección conocida con carácter naturalista fue la de Johann Ritter von Baillou (1679-1758), que tenía unos 30.000 ejemplares, y que fue comprada por el emperador Francisco José I (1750), e incluida en las colecciones imperiales del palacio de Hofburg. Un siglo más tarde, dicha colección aumentó significativamente gracias a las expediciones, como las llevadas a cabo por Johann Natterer, un reconocido taxidermista que se pasó 18 años en Suramérica enviando masivas capturas. También son conocidos el investigador y naturalista Alexander von Humboldt, el zoólogo Georg Ritter von Frauenfeld, o los pintores de paisaje Josef Selleny y Thomas Ender, que figuran entre los muchos nombres que formaron parte de estas expediciones millonarias, cuyos propósitos de investigación hicieron que este museo fuera, cuando abrió su nueva -y actual- sede, en 1889, el primer museo de Europa comprometido con las teorías de la evolución de Darwin. Este mausoleo contiene: unos 75.000 mamíferos, 10.000 aves, 2.000 peces, 6.000 anfibios y reptiles, 10.000.000 de insectos, etc., y a esta la larga lista hay que añadir los humanos que fueron objeto de investigación en tiempos de su primer director Ferdinand von Hochstetter (1820-1884). Recuerdo como Helmut Lippl, amigo, y en aquel año, consejero y guía en el Ministerio de Cultura durante mi estancia en Viena, me contaba que él había conocido el primer hombre negro expuesto en el museo, un hombre que había trabajado en la corte de los Habsburgo, y que por exótico, fue disecado a su muerte para su estudio y exhibición. Las salas dedicadas a la Raza, en la sección de Antropología fueron cerradas al público en 1996.

 

Performance, #Habitación N. 1212

¿Cómo no oponer la vida a la muerte al pasearme por aquellas salas? ¿Cómo no sentirse acorralada frente al deseo, el deseo de poder de los hombres? El deseo de poder arrebatarnos la vida. ¿Qué importaban sus vidas truncadas por el deseo de apreciar y degustar lo extraordinario y raro, un deseo que no se contentaba con observar sino que tenía que poseer, aprehender, dominar, matar, igual que ahora? Aquellos cuerpos huecos, disfrazados de vida, cuerpos que había amado, estaban muertos. Aquellos dioramas, dermoplastias, taxidermias, pretendían ocultar la muerte. Ocultación imposible viniendo de África. Paralizados en un gesto, al fondo de una de las salas, me sobrecogió una familia de elefantes. Recordé cómo en aquel viaje al Parque Kruger una elefanta había detenido nuestro camino. Recordaba el olor, el camino polvoriento, los árboles muy jóvenes de marula. Ella debía de tener unos 60 años a juzgar por su tamaño. Esperaba y nos detuvo barritando, imponiéndose, prohibiéndonos el paso. Allí detenidos, en una incertitud indefinida, vimos cruzar elefantas muy jóvenes con sus crías de apenas unos días. Mucho más tarde, ese tiempo fue interrumpido por los crujidos de los troncos que, al paso de otro grupo de pequeños elefantes que caminaban pegados a sus madres, doblaban los árboles como si fueran briznas de hierba. Solo cuando dejamos de verlas, solo después de que aquel ser tan extraordinario nos dirigiera una mirada que recuerdo emocionada, una mirada fija en nosotros, al tiempo que avanzaba unos pasos hacia donde estábamos, resoplando, agitando sus orejas, y dejándonos ir, después de alejarse, cerrando el grupo que protegía. Aquella comunicación entre especies había venido a este réquiem, recorría como un aliento las habitaciones de la muerte. Fue allí donde el disparo patriarcal, que rompía el aire, me atravesó. ¿Qué hacer bajo el ojo del poder sino presentar mi propia muerte?

Los grabados bordados, que conforman la habitación propia se exponen en las partes: cabeza, cuerpo, vestido y fúsil, junto a mi nombre repetido y desmembrado, formando unidades mínimas de una significación convulsa. Habitación propia, propia y apropiada, muestra mi incapacidad de asumir la hecatombe. Sin querer existir ante tanta crueldad y destrucción, la instalación expone esta vivencia y recrea una habitación emocional, y es aquí donde la obra, en su acción abierta, en su fisura creativa me ha permitido volver sobre mis pasos, y recoger la resistencia que impidió mi muerte real, una resistencia que fabricó esta muerte simbólica. Es por esa misma grieta por la que se ha deslizado el pensamiento de Dario Piludu cuando me invitó a realizar una performance y participar con la obra A Room of One’s Own (2000) en el Museo DART. Dario me propuso desplegar, alzar la obra, formar una columna y relacionarla con la columna de Trajano, que es una columna conmemorativa que narra los acontecimientos de la expansión del imperio romano, (exactamente los fines contrarios por los que mi obra surge). Sin embargo, de forma abstracta, y en el carácter experimental que siempre tuvo mi obra, la columna que mi obra despliega representa la conquista de la resistencia. Fueron la empatía, la crítica y la intuición, como forma de conocer, lo que me llevó a trabajar sin descanso en esta obra, y ahora, en Cerdeña, se comporta como una columna abierta (2000-2022) que celebra la conquista de comprender, transformar y compartir.

 

Performance, #Habitación N. 1212

A esta celebración se suma la performance #Habitación N. 1212 que muestra la interpretación de la idea original, recreada con movimiento y sonido. La acción comienza al llevarme el torso sin brazos de la instalación y presentarlo pegado a mi cuerpo. Delante y en medio de la columna, se inicia una danza del tótem-cuerpo. En el suelo hay desplegado distintos tipos de cimbales que provocan sonidos que parecen lamentos de las entrañas de la tierra. Estos platos son golpeados contra el suelo una y otra vez. Los sonidos son arrancados y extendidos, girando los címbalos siempre alrededor del cuerpo-tótem. La música se acerca, se aleja, envuelve, y provoca el movimiento al tiempo que nos desplaza, a lo largo de la instalación. Movimientos lentos. Percusión insistente e intensa, en especial cuando esos platos, situados por encima de la cabeza, golpean sin cesar los metales y obligan a doblar el cuerpo. La segunda parte de la performance está marcada por el retorno del cuerpo a la obra, y con ello desligar el cuerpo-tótem, para volver a ser cuerpo de artista, capaz de coger la maza y producir el final liberando las ultimas notas. El gran metal golpeado rítmicamente desplaza y dispersa el sonido por la sala mientras es balanceado. Durante todo el tiempo, el sentido dramático de la luz ha traído y liberado la oscuridad, convocando el pensamiento creativo, llevando nuestras sombras hacia lo alto de la columna.

 

Performance, #Habitación N. 1212

Notas:

A Room of One’s Own (2000) ha sido presentado en la Artoteca Austriaca en Estampa de Madrid (2000); Galería Dos Coimbras (2001), Braga, Portugal; Sala El Paso (2002), Alcorcón, Madrid; Fundación Eugenio Granell (2005), Santiago de Compostela; Fondazione MACC (2021), Calasetta, Italia y Museo DART (2022), Cerdeña, Italia. Destacar los textos sobre esta obra de María Luisa Santos Costa en el catálogo Frontera-Borderline (2002) y de Eduardo Valiña en el catálogo Adosados (2005).

El tema de la muerte de las artistas ha sido trabajado por la autora en sus últimos proyectos: Representación de una muerte anunciada (2019), en la Casa Museo de Durán i Sanpere de Cervera – Museo de Cervera, Lleida y Autorretratos armas (2022), en el MAVA, Museo de Arte contemporáneo del vidrio de Alcorcón, Madrid.

La exposición podrá visitarse hasta el 30 de marzo de 2023, en el Museo DART – Casa Falconieri, Dolianova Art Tower, Cerdeña, Italia.

Ana DMatos es creadora y Doctora en arte UCM.

Dario Piludu es compositor y director del Museo DART – Casa Falconier.

 

1 reacción a esta entrada
Introduce tu comentario

Por favor, introduce tu nombre

Debes introducir tu nombre

Por favor, introduce una dirección de e-mail válida

Debes introducir una dirección de e-mail

Por favor, introduce tu mensaje

MAV Mujeres en las Artes Visuales © 2024 Todos los derechos reservados


Diseñado por ITCHY para m-arte y cultura visual