NOS ACERCAMOS AL INSTITUTO DE LA TIERRA
María Bueno*
Qué es el Instituto de la Tierra:
El Instituto de la Tierra es una plataforma de investigación y creación transdisciplinar que pone la tierra en el centro de su actividad.
Bajo la consideración de que la memoria de un territorio puede ser una herramienta emancipadora, desde el Instituto de la tierra se propone impulsar un proceso de reflexión profunda respecto a la tierra como espacio de disenso, disputa y conflicto social, al mismo tiempo que de encuentro y sabiduría. Abordar la actual emergencia medioambiental requiere realizar una revisión crítica de los paradigmas económicos y sociales que han estructurado la vida en el entorno rural y, particularmente, en el campo extremeño.
Con este fin, el Instituto de la tierra se ofrece como un laboratorio de pensamiento y de experimentación abierto a prácticas y saberes provenientes desde marcos de conocimiento institucionales como desde fuera de ellos.
Sin pretensiones universalistas ni redentoras, se plantea la creación de un área de protección eco-social en la finca el Planchón, en la comarca de la Jara cacereña. Sus diversas acciones artísticas quieren contribuir a la creación de una comunidad cultural comprometida con el cuidado, la conservación y la difusión de la memoria material e inmaterial de esta tierra.
Imágenes de los alrededores del Instituto de la Tierra. Fotografías: Alfredo Cáliz.
Acerca del lugar:
La finca el Planchón, en el término municipal de Garvín de la Jara, tiene una extensión de 1200 hectáreas. Hacia el sur linda con el río Gualija; hacia el norte con la cuerda montañosa que da inicio a la Sierra de Altamira, desde donde se abre una vista amplia del valle del Tajo.
En 1966 la familia Rodrigáñez Serrano compra el Planchón tras la venta de una propiedad en las afueras de Madrid. Son los hijos de Eduardo Rodrigáñez, Casilda y Jaime, estudiantes de biología e ingeniería agrónoma, los que asumen la gestión de la finca. Cuando el compromiso con la lucha antifranquista conduzca a Casilda a la clandestinidad (y después al exilio), será su hermano Jaime quien quede a cargo de la finca, pasando a ser junto a su mujer, Ana de la Cámara, propietarios de la misma en 1976. Los hijos del matrimonio, Miguel y Juan, la obtienen en propiedad por herencia en 2017.
Hasta los años 80 del pasado siglo el cultivo de cereal fue la principal actividad del Planchón. Sin ser sus tierras particularmente propicias para ello, las rañas que probablemente dan nombre a la finca (una “plancha” o llano dentro de la sierra) eran el único lugar que permitía cubrir las necesidades locales de trigo. Rebaños de cabras y de ovejas, piaras de cerdos, huertos familiares y pequeños olivares de sierra completaban una economía de subsistencia sostenida por familias que vivían en régimen de arrendamiento en las majadas que hay dentro de la finca. Todavía en las últimas décadas del siglo XX algunas de estas familias vivían en arreglo a este régimen, manteniendo vivos los caminos de herradura que unen los pueblos, como el que va de Garvín de la Jara a Castañar de Ibor que cruza la finca. Pero cuando cambia el siglo ya ha culminado el proceso que había comenzado unas décadas antes. El trasvase de población a las ciudades para alimentar las necesidades de la sociedad industrial, sumado al durísimo régimen social instaurado por la dictadura franquista, hizo que las sierras donde se ubica el Planchón se vaciaran de presencia humana.
Se adoptaron entonces criterios productivos propios de la agricultura y ganadería convencionales. El uso de la tierra pasó a ser una agricultura de monocultivo mecanizado, olivar en el caso del Planchón. Se abrió un cebadero de novillos que estuvo funcionando durante veinte años y que ha sido recientemente cerrado.
Iniciamos ahora una transición a un uso de la tierra que defiende una actividad agraria que sea social, ambiental y económicamente viable. El objetivo de este enfoque es hacer compatible vida digna y territorio, enriquecer el espacio físico con la cultura y la presencia humana contribuyendo a mitigar la actual emergencia climática y social.
Quiénes conforman el Instituto de la Tierra, como equipo de trabajo: Andrea Pacheco González, Asunción Molinos Gordo, Juan Rodrigáñez, Miguel Rodrigáñez, Pablo Herranz, Soledad Gutiérrez, Tina Caballero, Yolanda Cabanillas Toribio. En el diseño, Clara Sancho Studio, y en comunicaciones, Nuevos Públicos.
Para más información: https://institutodelatierra.org/
* Artículo realizado a partir de información recogida en la web del proyecto extremeño.