CATACLISMO

GOSSYPIUM. FOTOGRAFÍAS DE BERENA ÁLVAREZ

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GOSSYPIUM. FOTOGRAFÍAS DE BERENA ÁLVAREZ
Irene Ballester Buigues

La fotógrafa Berena Álvarez Fernández (León, 1982) se ha propuesto a través de su serie fotográfica subvertir la considerada verdad absoluta trazada en los cuerpos de las mujeres, presentados únicamente como objetos de placer. En su trabajo, la mirada masculina ya no es la protagonista, pues no será deleitada con una Venus nacarada objetualizada, sino con la realidad, la misma que impregna de sometimiento y humillación el cuerpo de las mujeres, dentro de la sociedad patriarcal que nos rodea.

Gossypium es el título que nos adentra en la exposición, término, que por otra parte, entraña significados ambiguos. Gossypium es el término científico para designar las plantas herbáceas y los arbustos cultivados para producir algodón, una fibra sensible a la vez que fuerte, que forma parte de nuestra cotidianeidad. Una expresión coloquial que también forma parte de nuestro día a día es “estar entre algodones”, principalmente adscrita a las mujeres, por la delicadeza que entraña, la misma que acompaña a una feminidad impuesta, sinónimo de dulzura. Por otra parte, “estar entre algodones”, también delimita un espacio privado, que no público, donde la violencia es sufrida en silencio y en clave femenina.

Pero vayamos por partes. La fibra de algodón es esencial para entender aquello que Berena Álvarez nos quiere transmitir, pues es el algodón el que nos cubre con dulzura para vestirnos, pero también el que nos ata con dolor. Y Berena Álvarez opta por atar a su modelo, pero no de la misma manera como están atadas las modelos del controvertido fotógrafo japonés Nabuyoshi Araki, para muchas y muchos, tachado de misógino. Aquí no hay bondage o kinbaku que valga, las mismas técnicas que justifican el arte de atar japonés, sinónimo de fetichismo masculino, sino que conscientemente el cuerpo del modelo es atado con la intención de que la violencia sobre el cuerpo de las mujeres sea visibilizada. Por lo tanto, es el cuerpo masculino el lienzo de expresión a través del cual y de una manera consciente, y ante una actitud política y crítica, visualizamos el sometimiento y masoquismo implícito en los cuerpos femeninos expuestos con la finalidad de excitar.

El choque y el enfrentamiento ante la realidad que nos rodea, lo percibimos a través de dos colores como son el blanco y el rojo, ambos, ligados a las mujeres como sinónimo de pureza, pero también de violencia. El blanco es un color inmaculado mientras que el rojo significa atención, pero también rotura. El blanco es el fondo que nos transmite la imagen subversiva, mientras que el rojo nos alerta frente a la violencia sufrida en silencio en los cuerpos de las mujeres. Las cuerdas, conformadas por hilos de algodón rojo, están deliberadamente colocadas en el cuerpo masculino, pues atan no solamente sus sentidos, sino también su pene, el símbolo por excelencia de la masculinidad y virilidad. Las cuerdas denotan imposiciones y a la vez lastres patriarcales que nos inculcan y nos enseñan el deber ser vinculado a las mujeres y que, al igual que Berena Álvarez, la fotógrafa japonesa Ryoko Suzuki en su serie fotográfica Blind del año 2001, también subvirtió a través de su rostro, sinónimo en el país oriental de piel de porcelana.

Berena Álvarez desmembra el cuerpo masculino del modelo como otros artistas han hecho a lo largo de la historia del arte con el cuerpo de las mujeres. Por ejemplo,  Courbet nos mostró un pubis en 1866 para hablarnos del origen del mundo. Magritte, en 1936, equiparó el cuerpo de las mujeres a aquello que se considera huele nuestra vagina, a pescado. Hans Bellmer nos volvió a atar y nos equiparó a muñecas, mientras que Helmut Newton “ofreció” en sus fotografías los pechos de sus modelos como fuente alimenticia y sus piernas como un fetiche más. Por lo tanto, desnudas y desmembradas como maniquíes, hemos entrado en los museos y estamos presentes en la publicidad de cualquier tipo que nos rodea.

Las fotografías de Berena Álvarez causarán malestar por su realismo extremo porque incomodan, enfrentan y atacan claramente lo normativo, pero para nada crearán el mismo malestar que las imágenes que nos invaden en estos días y a través de las cuales se publicita una película calificada de porno para mujeres amas de casa y mamás. Nos referimos a la película Cincuenta sombras de Grey, basada en la novela escrita por la británica E. L. James. Si el erotismo es desterrado y no percibido del modelo masculino, protagonista de las fotografías de Berena Álvarez, ¿por qué se ve erotismo en la imagen que publicita la película en los cines, donde la protagonista femenina decide ser sumisa para curarle a él la perversión? ¿Por qué toleramos unas imágenes y otras no? La cultura patriarcal que nos rodea es sádica con las mujeres y acepta dicho sadismo y dichas fantasías sexuales en sus cuerpos con el propósito de excitar. Pero el trabajo de Berena Álvarez va mucho más allá. Su modelo es sumiso como lo ha sido a lo largo de la historia del arte el cuerpo de las mujeres. Pero la diferencia radica en serlo conscientemente o no, con una finalidad claramente política y subversiva. Por otra parte, su trabajo deconstruye la clásica división de los sujetos y redefine la necesidad política de situar la idea de diferencia a través del género y de la sexualidad.

Sus fotografías son disidentes frente a la norma, además de contestatarias frente a la realidad patriarcal que nos rodea y que se reproduce constantemente. Por lo tanto, a través de la conformación de un nuevo léxico, Berena Álvarez pretende en su trabajo revisar el género y qué entendemos por normal y no normal en el mundo de las imágenes que nos rodean. Sus fotografías suponen un desafío feminista que conjuga la provocación, la combatividad y la resistencia. En suma, una nueva política de reinvención dentro del lenguaje de las imágenes que no nos dejará indiferente.

 

Berena Álvarez Fernández, Gossypium, Espai d’Art Fotogràfic, Torn de l’Hospital 19, Valencia. Del 5 de marzo al 23 de abril de 2015.

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