242 HOSTIAS
Asun Requena
Ayer tuvo lugar la inauguración de la exposición del performer navarro Abel Azcona, en la Sala Municipal Conde Rodezno de Pamplona. La retrospectiva performática del artista pamplonés muestra varios de sus trabajos realizados a lo largo del tiempo y en los que se puede ver su propia prostitución, la búsqueda de su origen al ser hijo adoptado, su hormonamiento o el registro fotográfico de los descendientes de fusilados en la Guerra Civil.
Pero el cataclismo en el que se ha sumido Navarra no es por ninguna de estas piezas en especial. Es por la obra titulada “Pederastia”, donde esta palabra en gran formato, está realizada con Hostias Consagradas. Para la ejecución, Abel fue recogiendo las formas en Madrid y Barcelona, documentándolo en una foto borrosa que ya circula por internet. En la foto también está él desnudo, de espaldas con dos alas pintadas, denunciando, según él, los abusos a los que estuvo expuesto en su infancia.
Abel no es un performer conformista, cómodo. Es un performer radical, que en este momento ha violado las libertades religiosas y se enfrenta a varias querellas, puesto que ha violado varios artículos.
Las reacciones en Navarra no se han hecho esperar y las hay de todos gustos, partidos y sectores de la Iglesia. En un primer momento, se retiraron las formas que estaban en una badeja, después comentan las redes que se las llevaron unos seminaristas y que las están custodiando. En infovaticana aparecieron comentarios como: “Que Dios te perdone Abel” y un sinfín de titulares que han superado a Marina Abramovic, Vasily e incluso a “performances gores”.
Las declaraciones del Gobierno de Navarra tampoco se hicieron esperar. Todos quisieron opinar sobre la libertad de expresión, pero no sobre el límite de la libertades. Ya existe una página para firmar en contra del artista y otra a favor, pero lo más aterrador y apocalíptico fue la apertura de la inauguración.
Vuelta de mi viaje a Bilbao, andaba yo todavía un poco desinformada de todo lo que se estaba montando en Navarra. El alcalde de Bildu pidió que se retirase la exposición, porque el día anterior ya había tenido la Casa Consistorial (Plaza del Chupinazo) rebosante de gente rezando para que la quitase. En 24 horas la situación había cambiado radicalmente.
Bien, pues ayer llegué a Pamplona hora y media antes de la apertura. Me acerqué hasta el lugar. No sabía que era la inauguración, pero ya vi allá a un fraile rezando rosario en mano y unos cuantos chiquillos que informaban de lo que iba a suceder cuando abrieran las puertas, lo cual me puso en alerta. Me fui a tomar un café y a la vuelta ya había un despliegue “de padre y señor mío”. Me encontré con gente del pueblo que había subido a ver qué pasaba. Se abrió paso entre la gente el vigilante de la exposición, y pasaron por mi cabeza las penurias que le iban a hacer pasar, se palpaba en el ambiente.
Y así fue. Se abrieron las majestuosas puertas, y tras el fraile entraron numerosas personas recordándome al cuadro de Delacroix. Por megafonía exterior se recordó a la multitud que se iba a comenzar a rezar el rosario, que estaban para eso, no para otras cosas. Me imagino que ver la exposición.
Entré detrás de los penitentes. Fueron directamente hacia las fotografías sin mirar nada más, y comenzó a rezarse otro rosario. Me acerqué a ver la obra. Casi era imposible poder andar y estratégicamente saqué la cámara. Entonces se me abrió más fácil el paso.
Tras ver la obra, fui a ver el resto de exposición y era curiosísimo cómo la gente me miraba sólo por el hecho de interesarme por lo expuesto. Tras el largo paseo, disfrutando también de la arquitectura de ese gran espacio, que no sé cuánto durará porque se oyen voces populares de derribo, fui hacia la salida. ¡Anda!, el vigilante era un conocido. Mientras charlábamos sobre lo que estábamos viendo y viviendo, se acercó una señora que preguntó por el responsable de montaje. Le dijimos que no estaba, porque en el mundillo del arte navarro nos conocemos todos. Ella pensaba que era el responsable de la exposición. Venía a estar con el artista o en su defecto con el responsable. El mensaje nos lo dejó a nosotros: «¡Viva Dios!», mientras nos miraba con cara de asco. Mi perplejidad fue absoluta. ¿Esta persona comparte Dios conmigo? Me quedé de todos los colores. Pero eso no fue nada para cuando salió, exclamando: «Viva España» y «Viva Cristo Rey». Lo único que yo le había hecho era atenderla y existir. El aire se podía cortar. También había quien se sonreía de forma picarona ante los rezos. Bueno, para qué seguir. Le dije al vigilante que me iba, que no quería ser testigo de más y que me iba a casa a tomarme mis pastillicas.
La exposición debiera estar abierta hasta el 17 de enero de 2016, pero dado el problema de la exposición de obras “no inventariadas” de antemano, no se sabe qué pasará.
Misas y charlas se han promovido desde el Arzobispado. Qué será de tod@s nosotr@s, performers del arte navarro. Ya se leen escritos sobre si el performance es arte, también de respeto, educación y libertades.
¡Qué será de mí!, cristiana, mujer y performer.
El evento conflictivo o el conflicto eventual está dando una serie de situaciones performáticas magníficas. Espero que esto nos ayude a recapacitar a todos, pues qué es el performance si no.
Abel Azcona, Desenterrados, Sala Municipal Conde Rodezno, Pamplona. Del 24 de noviembre de 2015 al 17 de enero de 2016.