Sonia Delaunay. Arte, diseño y moda es la primera exposición monográfica de la artista en nuestro país y se propone mostrar su multidisciplinar práctica artística. Pinturas, diseños de moda y textiles conviven con sus innovadoras colaboraciones con poetas o escenógrafos. La muestra, con más de doscientas obras, pone además especial atención en el periodo en que la artista y su familia residieron en Madrid, ciudad a la que llegaron hace precisamente 100 años.
La artista de origen ruso Sonia Delaunay (1885-1979) fue una figura clave de la primera vanguardia parisiense. Junto a su marido, el pintor Robert Delaunay, emprendió una aventura artística que, basada en los contrastes de color y la disolución de la forma a través de la luz, les encaminó hacia la abstracción.
Aproximación a la exposición Sonia Delaunay: Arte, diseño y moda
Presentación de la comisaria Marta Ruiz del Árbol
Sonia Delaunay camina por las calles de Madrid. La Gran Guerra que asola Europa la ha traído hasta aquí y podemos intuir su impresión al llegar a una ciudad tan periférica como la capital de España de aquella época. Atrás quedan su infancia en Ucrania y Rusia, sus años de formación en Karlsruhe y los pasados en París, donde, junto a su marido, el pintor Robert Delaunay, se convirtió en una pionera de la primera vanguardia. El azar quiso que estuvieran pasando las vacaciones en Fuenterrabía cuando estalló la Primera Guerra Mundial y que ambos decidieran convertir la península en su hogar durante el conflicto bélico. El proyecto Sonia Delaunay. Arte, diseño y moda surge del deseo de profundizar en los seis años que duró el período ibérico y, más concretamente, en la dos temporadas que pasó en Madrid, ciudad en la que más tiempo estuvo establecida. Pero no solo eso. También propone analizar el papel que jugó esta etapa en su carrera para reivindicarla como escenario de grandes descubrimientos y cambios fundamentales en su manera de enfrentarse a la creación artística.
No es la primera vez que la obra de Sonia Delaunay se presenta en nuestro país. La Fundación Juan March ya mostró a la artista junto a Robert Delaunay en 1982 y, tras esta exposición, vinieron otras dos dedicadas también a la pareja: una en el Museu Picasso de Barcelona (2000-2001) y otra, algo más tarde, en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid (2002-2003). Casi quince años después de aquella última muestra, las creaciones de Sonia Delaunay pueden verse de nuevo en nuestras salas, donde por primera vez en España, se presentan en solitario. Sin embargo, y aunque abarca la mayor parte de su trayectoria no es una retrospectiva al uso. Al tener como primer objetivo el análisis de su etapa española, caracterizada por una dedicación casi exclusiva al diseño y la moda, se centra principalmente en explorar su deseo de llevar los ideales artísticos más allá del lienzo antes, durante y después de su estancia en Madrid. Su obra puramente pictórica se presenta en paralelo con sus libros, sus diseños publicitarios o sus escenografías teatrales. Sus diseños de interiores y de moda dialogan con los tejidos y vestidos que creó.
Durante muchos años, el paso por España de Sonia Delaunay fue visto como un paréntesis que se mencionaba en los estudios y biografías de forma breve. Era un periodo que generaba cierto recelo debido al abandono de su faceta pictórica en favor de las colaboraciones con el mundo de las artes escénicas, el diseño de interiores y de moda[1]. Sin embargo, las investigaciones y exposiciones que en los últimos años se han dedicado a su figura han demostrado que su interés por romper las fronteras entre las bellas artes y las artes aplicadas fue una constante en su producción[2]. Ella misma afirmaba al final de su vida que “no había ningún hiato entre mi pintura y mis trabajos digamos ‘decorativos’, y ese ‘género menor’ no había supuesto nunca una frustración artística, sino una expansión libre, una conquista de nuevos espacios; era otra aplicación de una misma búsqueda»[3]. Desde este punto de vista, el periodo español se redescubre como un momento de transición clave en su trayectoria.
El impulso de unir arte y vida se vislumbra en Sonia Delaunay desde sus comienzos como artista. La obra más temprana incluida en nuestra selección, Philomène de 1907 [cat. 1], además de permitir comprobar la importancia que la artista otorgaba al color, da idea también de la relevancia de lo decorativo desde sus inicios. Sin embargo, será principalmente tras conocer a Robert Delaunay cuando, con el firme propósito de aplicar el lenguaje pictórico que habían ideado juntos, se lance a probar nuevos caminos de expresión. Durante aquellos primeros años de la década de 1910 transformó su entorno en un mundo simultáneo a pequeña escala. Diseñó la decoración de su apartamento, la ropa que se ponía cada semana para ir al Bal Bullier, varios libros y bocetos para publicidad, además de, por supuesto, sus pinturas. Muy probablemente todo comenzó con una colcha de patchwork que realizó para su hijo recién nacido en 1911 hasta llegar a concebir el primer libro simultáneo junto al poeta Blaise Cendrars[4].
Sin embargo, y a pesar de que a veces se ha afirmado que ya en París barajó la posibilidad de rebasar el ámbito privado y comenzar a crear objetos para un público más amplio, será en Madrid cuando Sonia dé el paso. En esta decisión jugó, sin duda, un papel clave el enorme giro que dio su situación económica a finales de 1917. Tras el triunfo de la Revolución de Octubre dejó de recibir las rentas que le llegaban de San Petersburgo y que eran el principal sustento de su familia. Poco tiempo después, no solo había realizado su primera colaboración en el campo de las artes escénicas (Cleopatra de los ballets rusos de Serguéi Diághilev presentada en Londres en 1918) y su primera intervención en un espacio arquitectónico (la reforma integral del Petit Casino de Madrid en 1919), sino que también había creado una marca de decoración de interiores, moda y complementos conocida como Casa Sonia.
Estos primeros ensayos madrileños serán fundamentales porque muchas de las iniciativas que Sonia Delaunay llevará a cabo tras su retorno a París en 1921 tuvieron aquí un precedente. Así ocurre, por ejemplo, en relación a la escenografía teatral, que desarrolla junto a sus amigos dadaístas. O también en el terreno de la decoración de interiores. Pero sobre todo, en su intensa dedicación al diseño de moda y la apertura de su boutique en la capital francesa. Tras la satisfactoria experiencia española, Sonia Delaunay decidirá vestir a la nueva mujer de la sociedad occidental, que hace su aparición tras el fin de la Primera Guerra Mundial, y diseña modelos que destacan el nuevo rol del género femenino en el espacio público: trajes de baño, vestidos para hacer deporte o gorros para conducir. Incluso, se fotografía ella misma realizando todas esas nuevas actividades pero, por encima de todo, consigue que sus ideas artísticas lleguen a la calle.
Como demuestran los gouaches que sirvieron de bocetos para sus textiles, que actualmente nos parecen obras de arte de pleno derecho, Sonia Delaunay hizo del diseño de moda una manera de expandir sus ideas artísticas transformando a las mujeres que llevaban sus tejidos en una especie de “pinturas vivas”. Y también en esta faceta de Sonia Delaunay como diseñadora textil, el periodo español fue el origen de toda esa actividad, con los pañuelos para el mencionado ballet Cleopatra en 1918 como punto de partida. Durante más de tres décadas después de aquella producción demostró una versatilidad y creatividad sin límites. Los motivos geométricos que predominan en los años veinte dan paso con el tiempo a un interés creciente por otras formas donde reaparecen las referencias a los motivos vegetales, absolutos protagonistas de su paso por la península ibérica[5].
En 1937 Sonia y Robert Delaunay recibieron el encargo de realizar unas grandes pinturas murales en la Exposición Universal de París de 1937. Para ella, fue la oportunidad definitiva de establecer de nuevo, tras la experiencia del Petit Casino, un diálogo con la arquitectura. Además la temática de uno de los dos pabellones en los que intervinieron, dedicado al ferrocarril, le hizo rememorar su viaje a España y, sobre todo, a Portugal.
La muestra acaba como comenzó. Con una pequeña selección de obras de otras épocas, más alejadas del período ibérico, donde además hubo una prevalencia de la pintura sobre otras expresiones artísticas. Así como sus inicios estaban representados por un único lienzo, el final lo componen unas pocas pero selectas piezas de las últimas décadas de su vida. Tras la muerte de Robert, en 1941, Sonia Delaunay se concentró en primer lugar en reivindicar la memoria de su marido para luego, poco a poco, dedicarse a su propia pintura. Militó en los grupos que defendían el arte abstracto, como el Salon des Réalités Nouvelles (1946), aunque nunca abandonó totalmente sus incursiones en otras formas de expresión, como se puede ver en el mosaico que presentamos.
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La investigación acerca de la época que Sonia Delaunay pasó en Madrid nos ha llevado a archivos y bibliotecas en busca de nuevos datos. También a visitar a ciertas familias, cuyos nombres aparecen citados en la prensa del momento y en la correspondencia que se conserva de la artista, en busca de cualquier pista sobre su paso por nuestro país[6]. El rastreo documental ha aportado informaciones hasta ahora desconocidas que permiten continuar la reconstrucción de esta bonita historia y que se detallan en este catálogo. Sin embargo, el intento de encontrar vestigios materiales ha dado escasos resultados. Han pasado cien años desde que Sonia Delaunay llegó a la capital española y, aparentemente, todo ha desaparecido. La familia Urquijo no conserva los chalecos, sombrillas y sombreros diseñados por Casa Sonia, aunque amablemente nos ha prestado una foto inédita de su archivo fotográfico en la que se muestra a las hijas de los marqueses vestidas con aquel atuendo. La búsqueda también ha permitido localizar las sillas que aparecen en la fotografía publicada por Blanco y Negro del jardín de invierno del palacio de los marqueses de Amboage, hoy sede de la Embajada de Italia[7]. Esa silla de enea es claro ejemplo del interés de Sonia por incorporar en sus decoraciones objetos populares probablemente adquiridos en el Rastro. Aunque en muchas ocasiones, la artista los intervino, en otras, como es el caso, decidió incluirlos en sus proyectos sin ninguna manipulación. Pero la batida casi infructuosa no nos ha desanimado. No perdemos la esperanza de que, durante la visita a la exposición o, tras la lectura del presente catálogo alguien, de pronto, reconozca entre las fotografías algún objeto que le resulte familiar. Así pues, la investigación sobre el paso de Sonia por Madrid sigue en marcha.
Notas:
[1] Su dedicación al mundo de la moda y el diseño fue una constante en toda su vida y una de las causas, junto a su condición de mujer, por la que la historia del arte canónica no la tuvo muy en cuenta. Véanse Montfort 2014 y Pollock 2014.
[2] Un lugar destacado ocupan la gran retrospectiva celebrada en el Musée d’art Moderne de la Ville de Paris y la Tate Modern de Londres en 2014-2015 y la exposición Sonia Delaunays Welt der Kunst de la Kunsthalle de Bielefeld en 2008-2009.
[3] Delaunay 1978, p. 96.
[4] Véase el ensayo de Cécile Godefroy en este mismo catálogo.
[5] Sobre la dedicación al diseño textil, véase el ensayo de Matteo de Leeuw-de Monti en este mismo catálogo.
[6] En la localización de los antiguos clientes de Casa Sonia ha sido fundamental la ayuda de Paz Castillo.
[7] “La moda en el mobiliario” en Blanco y Negro, 16 de mayo de 1920, p. 42.
Sonia Delaunay. Arte, diseño y moda, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. Del 4 de junio al 15 de octubre de 2017.